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martes, 19 de abril de 2011

Cartas a Dios

La doctora Elisabeth Kübler-Ross publicó en 1979 un libro muy especial,  Carta a un niño con cáncer.

Le escribió a Dougy una carta sencilla con los colores del plumier de su hija, Dougy se sintió muy orgulloso de tener un libro escrito e ilustrado especialmente para él, lo compartió con otros niños enfermos como él y les ayudó a comprender preguntas tan importantes cómo ¿Qué es la vida? ...¿Qué es la muerte? ¿Por qué los niños tienen que morir?

En la cartelera de estos días, una película de  Éric-Emmanuel Schmitt  también trata de cartas, en este caso escritas por Oscar, un niño de diez años, ingresado en un hospital infantil al que nadie se atreve a confesar  la realidad de su enfermedad, ni sus padres, ni los médicos.

Éric-Emmanuel Schmitt ha dirigido Oscar et la dame rose, al que han puesto en castellano el título de Cartas a Dios, basado en su relato Oscar y Mamie Rose.

Mamie Rose es una repartidora de pizzas, que conecta con Oscar desde su primer encuentro. Juntos establecen una relación mágica y conmovedora. Mamie Rose le propone a Oscar un juego,  hacer como si cada día que pasa contara por diez años. Empiezan un 20 de diciembre hasta llegar al último día del año. Mamie Rose también le propone a Oscar escribir una carta a Dios cada día, podrá explicarle lo que hace durante la jornada y además pedirle un deseo.

Mamie Rose consigue que Oscar le hable de si mismo que le explique sus penas, sus miedos y sus alegrías.

A lo largo de la película la fortalezay el valor de Oscar aumentan acompañados del colorido y la imaginación de Mamie Rose.

miércoles, 13 de abril de 2011

Confianza

Muchas veces hemos leído que el amor  es la otra cara del miedo, en esta entrevista con Éric-Emmanuel Schmitt,  la otra cara del miedo es la confianza.

Confianza y esperanza son básicos en nuestro caminar por el mundo.

Las dos películas de las que es director, El señor Ibrahim y las flores del Corán; Odette, una comedia sobre la felicidad, plasman con sus historias diferentes formas de mantener e incentivar la confianza y la esperanza de que todo es posible.

La reina de la esperanza en las Flores de Bach es Gorse y para la confianza pueden ser remedios clave Mimulus y Larch.

Éric-Emmanuel Schmitt, dramaturgo, escritor,  guionista y director de cine

Es urgente amar y decir a los que amas que los amas

Ima Sanchís, La Contra-La Vanguardia, 13 abril 2011

Hay dos opciones, o habitas el misterio con miedo y angustia o lo haces con fe, es decir, confianza.

...
De eso hablan todos mis libros y películas, de personajes que confían en lo desconocido, que viven con los brazos abiertos y que luchan contra las fuerzas negativas, la angustia y el miedo.

¿Y usted vive como sus personajes?
Sí, siempre estoy de buen humor, lo que sorprende a la gente, y soy infinitamente curioso. Una cosa que me ayuda a disfrutar de la vida es la imaginación, que me permite explorar todas las puertas del presente.

¿Cómo aplica la imaginación a la realidad?
La imaginación es dejarse invadir por el mundo y por la gente. Cuando estoy frente a alguien, me dejo penetrar por todas las sensaciones y las imágenes que emanan de ese individuo; es un conocimiento empático.

¿Y desde cuándo?
Tenía 29 años, me apunte a un viaje de aventura: diez días caminando por el desierto del Sáhara y me perdí.

¿Sin agua y sin comida?
Sí. Llegó la noche y pensé que iba a morir de miedo, pero ocurrió todo lo contrario. Me invadió la confianza, pasé una noche mística. Entré en ese desierto ateo y salí creyente. Me costó años poder hablar de ello, pero terminé confesando porque siempre me preguntan de dónde viene el optimismo de mis obras, y la fuente viene del desierto. Habito la vida con confianza.

¿No era así de niño?
Era alegre, pero extremadamente angustiado, tenía miedo a la nada y la idea de que la vida era inútil, un puro fenómeno material; hoy creo que es algo más que una agitación de moléculas y que todo está justificado.

Pues me ha partido el corazón.
El tema que trato en Cartas a Dios es duro, pero es una película optimista; un himno a la vida aunque la vida sea breve y frágil. Creo que hay que amar la vida como es, sin ilusiones, sabiendo que es corta, vulnerable y llena de dolor.

¿Cuándo fue la primera vez que se acercó a niños terminales?
Mi padre era fisioterapeuta y trabajaba con ellos. Desde que cumplí los ocho años, todos los jueves y los sábados, me llevaba con él al hospital; así que crecí pensando que lo normal era estar enfermo y lo excepcional tener salud.

¿Aprendió algo?
Al principio tuve miedo; luego aprendí que no tenía que permitir que la enfermedad construyera un muro entre ellos y yo. Y hablo de ello en la película: los padres de Oscar ven la enfermedad de su hijo en lugar de a su hijo, y el niño no lo entiende; cree que no le quieren. No hay que dejar que las situaciones se interpongan entre las personas.

Qué difícil es eso.
Ya adulto acompañaba a una amiga que iba a los hospitales de voluntaria. Jugando con los niños descubrí que son mucho más francos y directos. Cuando están en situaciones frágiles, quieren hablar de la enfermedad, de la muerte, de todo lo que les ocurre. Son los adultos los que están asustados, y crean angustia con su silencio e hipocresía.

Su película tiene algo muy profundo.
Un amor visceral por la vida tal y como es; no tal y como quisiéramos que fuera. Para mí, ser feliz no es tener una vida distinta a la que tengo, es entrar completamente en la que tengo; no es protegerse del dolor o la desgracia, es integrarlos en las tramas de la existencia. Con la misma vida puedes ser feliz o desgraciado; es una actitud mental.

¿Una actitud que usted ha aprendido?
Sí, puedes luchar contra tu negatividad y pesimismo. Eso quiere decir que la inteligencia y la experiencia pueden servir para algo.

Se adivina que ha vivido la muerte.
Sí, he acompañado a personas cercanas, a veces en largas agonías, y me ha hecho entender que era urgente amar y decir que amas; no hay tiempo que perder.

Sus mujeres son fuertes y tiernas.
Para mi el hombre es simplicidad y la mujer complejidad. Cuando una mujer dice no, nunca quiere decir no, ni cuando dice sí. La mujer es paradójica, es fuerza y herida. Si no veo su herida, no puedo entenderla.

¿Cómo es su madre?
Una fuerza sin ambigüedad ni ambivalencia. Creo que mi madre es un hombre.

¿Qué quiere contar?
Tengo una obsesión: mostrar que cada uno de nosotros podría haber sido el otro. Incluso escribí un libro sobre Hitler para demostrar que convertirse en un bárbaro está al alcance de cualquiera. Hay una búsqueda ética: cultivar lo mejor en lugar de cultivar lo peor, y por tanto una dimensión moral.

Cuesta trabajo ser bueno.
Sí, el mal se hace rápido y el bien es laborioso. En un segundo lo puedes destruir todo; por ejemplo, con un niño o en el amor con una sola frase.

¿Cómo se aprende la confianza?
Aceptando que no todo es racional, aceptando abrir las puertas de la sensibilidad y la irracionalidad de la vida. Hay que amar la necesidad y todo lo inevitable.

Pensar no es bueno para tener confianza.
Cierto. El pensamiento es el espíritu crítico, pero es necesario pensar hasta que llegas a ese umbral en el que el pensamiento ya no sirve para nada y ahí has de tirarte de cabeza: o al miedo o a la confianza.

Un día = diez años
Doctor en Filosofía, tiene un don especial para hablarnos de cosas esenciales con sutileza: la muerte, la felicidad, el dolor y todos los sentimientos que nos hermanan, sin necesidad de dramatizar. El resultado son obras de teatro, libros y películas (El señor Ibrahim y las flores del Corán; Odette, una comedia sobre la felicidad) que nos dejan con una sonrisa filosófica y el corazón revuelto. Tiene el don de conectar con la sensibilidad ajena y en su última película, fruto de un libro del mismo título: Cartas a Dios, que se estrena el viernes en España, nos cuenta los últimos días de Oscar y su relación con Mami Rosa, que le ayuda a descubrir el misterio a través de un trato: un día igual a diez años.
Hay dos opciones, o habitas el misterio con miedo y angustia o lo haces con fe, es decir, confianza.





Larch, Larix decidua
Foto: Pilar Vidal Clavería
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