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domingo, 5 de abril de 2009

Isla de Pascua

En marzo del 2003 estuve en la Isla de Pascua, Rapa Nui, hoy 5 de abril una imagen en un calendario explica que un 5 de abril de 1722, día de Pascua, el holandés Jacob Roggeveen la redescubrió.

Es la más oriental de las islas de la Polinesia, tiene una extensión de 162 Km2. Depende del estado de Chile desde 1888, agregada a la región de Valparaiso.

Ocupada probablemente entre los siglos X al XIII por el legendario Hatu-Matua, fue descubierta en 1686

Estas fotografías recuerdan mi estancia en la isla, uno de los lugares más fantásticos de este planeta.

RANO RARAKU
Unas 400 estatuas se encuentran en las laderas del cono volcánico


RANO RARAKU



TE PITO O TE HENUA
EL ombligo del mundo

En Libia, cinco años después, la zona de los montes Akakus con sus especiales formaciones rocosas, me llevaron de nuevo a la Isla.


Puesta de sol en los Akakus, Libia


Fotos: Jordi Viader Riera y Pilar Vidal Clavería

jueves, 29 de enero de 2009

Asclepio

En el museo de Leptis Magna, cercano a las ruinas romanas de la ciudad, en una de sus salas, encontramos una tablilla con el símbolo de Esculapio, y en otra sala con estatuas de mármol, está representado Serapis transfigurado en Esculapio.


Tablilla con el símbolo de Esculapio

El dios griego de la medicina, era Asclepio, sus atributos normalmente se representaban con serpientes enrolladas en un bastón, Asclepio o Asclepios tenía el don de la curación y conocía muy bien la vegetación y en particular las plantas medicinales.

Serapis transfigurado en Esculapio

Los romanos a Asclepio lo llamaron Esculapio, al cual se le atribuye la frase: primero la palabra, luego la planta y, finalmente, la cuchilla.

El doctor Bach tuvo su primera formación como médico, tenía 28 años cuando se diplomó en Salud Pública, sus estudios lo llevaron por la bacteriología, la inmunología, la homeopatia, llegando a los remedios florales, el aforismo de Esculapio tiene mucho en común con la filosofía de Edward Bach.
Fotos: Pilar Vidal Clavería

domingo, 11 de enero de 2009

Detalles de Leptis Magna

Leptis Magna llegó a ser la ciudad romana más importante del norte de África.

Es una ciudad muy extensa, ejemplo de modelo urbanístico, con unas calles muy bien ordenadas y en la que podemos disfrutar de muchos de los restos de sus construcciones.



La entrada a la ciudad se hace por el Arco de Septimio Severo, está reconstruido, pero es espectacular e imponente.


Los baños de Adriano, constituían uno de los centros sociales de la ciudad, se entraba a los baños desde el estadio (palaestra) y se iban atravesando los diferentes ambientes, la piscina descubierta y la sala fría (frigidarium).


Varías piscinas constituían la zona del tepidarium, en torno a las cuales estaba la sala caliente.
Para calentar el agua había unos hornos de los que podemos ver parte de sus conducciones.


Al final se llega a la zona de las letrinas comunitarias (forica), con asientos de mármol.


En el foro de Severo rodeado de pórticos, lucían cabezas de gorgonas, se han descubierto más de sesenta.

La basílica de Severo tiene unos pilares esculpidos que honoran a Dionisio y a Hércules, me llamo la atención el detalle del músico con una flauta.


En algunos de sus muros de hay señales como esta para evitar el mal de ojo.

El teatro de Leptis es uno de los teatros más antiguos del mundo romano. El escenario estaba lleno de estatuas, los asientos para las personalidades estaban separados de los clientes de pago por una barrera de piedra, la vista desde lo alto de las gradas con el Mediterráneo al fondo es imponente.

Fotos: Pilar Vidal Clavería

jueves, 8 de enero de 2009

Esculturas en el desierto

Cómo si surgieran a través de una ventana mágica los paisajes de Jebel (cordillera) Acacus, parecen esculturas al aire libre.


Las montañas oscuras de basalto emergen de las arenas doradas, dando un aspecto más propio de otros planetas que de la Tierra.

Se deja correr la imaginación ante las figuras que van apareciendo, desde los besos de los amantes

a la del moai de la Isla de Pascua a la caída del sol


O recordar las columnas de un templo griego, o a las del parque Güell de Gaudi


El difícil equilibrio de las piedras se mantiene a lo largo de los años

La única sombra en pleno desierto la proporciona la Acacia nilótica, Acacia arabica

Cuando te acercas descubres sus estípulas, apendices asociados a la base foliar.

Fotos: Pilar Vidal Clavería

miércoles, 7 de enero de 2009

Sentir en el desierto

En un paisaje donde la vista se pierde en el infinito, el silencio se percibe con agrado. Resulta difícil imaginar que hace miles de años la fauna y la flora de esta zona fueran tan diferentes.



En las paredes de algunas rocas, encontramos pinturas y relieves de una fauna ahora inexistente.

El arte rupestre sahariano tiene varios periodos, desde los más lejanos de fauna salvaje, como búfalos, jirafas, elefantes, avestruces y también perros y caballos (10.000-6000 a.C) a los más recientes del periodo de los camellos (200 a.C a la actualidad).

Las figuras humanas en colores rojizos y blancos, presentan escenas de luchas, de caza, nupciales.





Los camellos son los únicos animales que podemos ver en las pinturas y comiendo o caminando por los caminos.



Las dunas con sus partículas de arena azotadas por el viento son majestuosas


Una palmera puede aparecer en lo que en algún momento fuera un oasis.

Los matices de los colores de las dunas varían a lo largo del día, y el azul del cielo también es diferente según la intensidad del sol.



Los lagos de Ubari, rompen la monotonía de las dunas, son de agua salada, aunque hay pozos de agua dulce en las cercanías.

Encontramos una sola familia, donde dos niños jugaban como en cualquier lugar del mundo al escondite ante las máquinas de fotografiar.


Fotos: Pilar Vidal Clavería

martes, 6 de enero de 2009

Medina de Tripoli

La llegada al aeropuerto de Trípoli es sencillamente caótica, las maletas giran y giran en las cintas transportadoras, hay mas equipajes que pasajeros, el motivo lo sabremos cuando llevemos más de dos horas esperando unas maletas que no llegarán y que demostrarán que si se puede ir al desierto sin el calzado adecuado y sin más ropa que la puesta.

Parte del grupo que viajaremos durante nueve días por tierras libias, compartiremos cremas, camisetas y calcetines, ya que los que vinimos vía Roma y con la compañía Alitalia estamos sin el equipaje que no recuperaremos hasta seis días después cuando volvamos de nuevo al aeropuerto de Trípoli, de las quince personas del grupo, somos siete los que estamos en esa situación.

Visitamos la medina de Trípoli el domingo por la mañana. Un entramado de callejuelas en las que elementos del pasado romano comparten espacio con casas blancas y estrechas, tiendas con persianas verdes cerradas hasta pasadas las diez de la mañana.

La vida en la calle corre paralela a las actividades cotidianas, la compra, la costura, el ir y venir por calles no siempre limpias y donde los solares se convierten en basureros.



A lo largo de la medina pasamos por varías mezquitas con minaretes de diversos estilos, destacando las cúpulas verdes bajo el intenso azul del cielo.



En un de los extremos de la medina se levanta el arco de Marco Aurelio, terminado en el 164 d.C., se encuentra en lo que era el cruce de las dos grandes vías romanas de la antigua ciudad, el cardo máximo y el decumanus, y daba acceso a la ciudad desde el puerto.
Cerca del arco se encuentra la mezquita de Gurgi, construida en el siglo XIX cuando Tripoli estaba bajo dominio turco.



Fotos: Pilar Vidal Clavería

lunes, 5 de enero de 2009

Sensaciones en Libia

En el desierto de Libia las sensaciones se diluyen en la extensión del paisaje.
Los colores de la arena varían, todos los matices son posibles, desde un amarillo pálido a un ocre intenso.
Es agradable caminar sobre la arena fría de la mañana, ascender por las dunas, pasear sobre un mar de arena, mirar a lo lejos y sentirse como un grano más de arena en la inmensidad de estas tierras.




Unos pocos lagos salados recuerdan la imposibilidad de la vida sin agua.


Las pinturas rupestres al abrigo de algunas rocas muestran una fauna ahora inexistente


Las ruinas romanas de Leptis Magna descansan junto al mar Mediterráneo


Fotos: Pilar Vidal Clavería
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