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martes, 4 de diciembre de 2012

Los cuatro acuerdos

Los cuatro acuerdos es un libro de sabiduría tolteca a través del cual el doctor Miguel Ruiz nos proporciona algo más que palabras.

Además del amor incondicional existe la fe incondicional, es la que se adquiere cuando somos niños, porque creemos todo lo que nos dicen los adultos y nos rendimos a ello, también aprendemos a juzgar, aparecen las reglas, nos castigan si no las cumplimos y nos premian si las seguimos y desarrollamos la necesidad de captar la atención de los demás para conseguir nuestra recompensa. Aparece el miedo al rechazo, el miedo a no ser lo bastante buenos.

A partir de aquí surgen lo que el doctor Miguel Ruiz denomina acuerdos y que conforman nuestra personalidad, unos acuerdos que suponen un gran gasto de energía y para los que él propone un cambio.
Si estamos dispuestos a cambiarlos habrá cuatro acuerdos, está vez muy poderosos y para los que se necesita una gran voluntad.

El primer acuerdo consiste en ser impecable con nuestras palabras, puedes medir la impecabilidad de tus palabras a partir de tu nivel de autoestima, cuando eres impecable con tus palabras, te sientes bien

El segundo acuerdo nos dice no tomarse nada personalmente, dice Miguel, lo que te duele no es lo que yo digo, sino las heridas que tienes y que yo he rozado con lo que he dicho.

El tercer acuerdo consiste en no hacer suposiciones, tendemos a hacer suposiciones sobre todo, el problema es que al hacerlo, creemos que lo suponemos es cierto.

El cuarto acuerdo se refiere a la realización de los tres primeros:  haz siempre lo máximo que puedas. Si siempre haces lo máximo que puedas, no te juzgarás a ti mismo en modo alguno, y si no te juzgas, no te harás reproches, ni te culparás ni te castigarás en absoluto.

 Amanecer en Barcelona, 4 diciembre 2012
Fotografía: Pilar Vidal Clavería



martes, 26 de abril de 2011

El momento adecuado

El guerrero y la victima son dos arquetipos. La victima es un arquetipo negativo o disfuncional, lo vimos en el Rojo y el primer chacra, sin confianza en la vida y sin fuerzas para salir adelante por si mismo,  siempre con quejas. Podremos dejar atrás el arquetipo de la víctima asumiendo la responsabilidad por nosotros mismos, asumiendo la responsabilidad de nuestras actitudes y nuestras ideas.

El Guerrero es el arquetipo positivo o funcional que vimos en el Amarillo y el tercer chacra es una persona poderosa con un sentido definitivo de valorarse a si mismo, que posee la fortaleza interior para ver realizados sus sueños y la tranquilidad para afrontar retos físicos y emocionales, refleja en forma afirmativa nuestros niveles de autoconfianza, autovaloración y poder personal.



Azotea de la Pedrera de Caixa de Catalunya, Antonio Gaudi

 Fachada de la Pasión, Sagrada Familia, Josep Maria Subirachs 




Quixot, Metro Diagonal de Barcelona, Pedro Delso Rupérez

Fotografías: Pilar Vidal Clavería
La gran diferencia entre un guerrero y una víctima es que ésta se reprime y el guerrero se refrena.  

Las víctimas se reprimen porque tienen miedo de mostrar sus emociones, de decir lo que quieren decir.

Refrenarse no es lo mismo que reprimirse. Significa retener las emociones y expresarlas en el momento adecuado, ni antes ni después. 

Esta es la razón por la cual los guerreros son impecables. Tienen un control absoluto sobre sus propias emociones y, por consiguiente, sobre su propio comportamiento.

Los cuatro acuerdos
Miguel Ruíz
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