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jueves, 6 de marzo de 2014

Parejas

Nacisteis juntos y juntos permaneceréis para siempre.
 Aunque las blancas alas de la muerte dispersen vuestros días.
Juntos estaréis en la memoria silenciosa de Dios.
Mas dejad que en vuestra unión crezcan los espacios.
Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros.
Amaos uno a otro, mas no hagáis del amor una prisión.
Mejor es que sea un mar que se mezcla entre orillas de vuestra alma.
Llenaos mutuamente las copas, pero no bebáis sólo en una.
Compartid vuestro pan, mas no comáis de la misma hogaza.
Cantad y bailad juntos, alegraos, pero que cada uno de vosotros conserve la soledad para retirarse a ella a veces.
Hasta las cuerdas de un laúd están separadas, aunque vibren con la misma música.
Ofreced vuestro corazón, pero no para que se adueñen de él.
Porque sólo la mano de la Vida puede contener vuestros corazones.
Y permaneced juntos, más no demasiado juntos.
Porque los pilares sostienen el templo, pero están separados.
Y ni el roble ni el ciprés crecen el uno a la sombra del otro.
 
El profeta

Khalil Gibran


Menorca, Cala Turqueta
Fotografía: Pilar Vidal Clavería

sábado, 16 de marzo de 2013

Coste y beneficio en la pareja

Joan Garriga ha publicado un nuevo libro El buen amor en la pareja, cuando uno y uno suman más que dos y el pasado jueves apareció esta entrevista en La Contra de La Vanguardia.


"Sin ti también me iría bien"
VÍCTOR-M. AMELA

¿Necesitamos pareja?
- Anhelamos un vínculo que nos reporte pertenencia, intimidad, sexualidad y crecimiento.
¿Y la pareja nos lo da?
- Sí, pero hoy queremos que la pareja sirva al yo..., y eso lo complica todo.
¿Puedo ser feliz sin pareja?
- Sí: conozco a un monje feliz, sin sexo, pero con pertenencia, intimidad y crecimiento.
¿Y usted?
- Me casé, me divorcié. Volví a casarme, aposté fuerte..., y volví a divorciarme. Luego tuve una pareja muy amorosa con la que no convivía... ¡y fue mi mejor relación!
¿Y qué sucedió?
- Que a los siete años, ella quiso un hijo conmigo..., y yo no: motivo de ruptura segura.
¿Y hoy, qué tal anda?
- Tengo amor, aunque sin vivir en pareja.
¿Mejor solo que mal acompañado?
- Sí..., ¡pero casi todo el mundo prefiere mal acompañado! Solemos preferir algún vínculo..., ¡aunque sea de mal amor!
¿Qué hacer para tener buen amor?
- Hay cuatro etapas. Primera, enamoramiento: "Me mueves mucho..., pero te veo poco". Segunda, relación: "Ya te veo mejor, ¡y aun así te elijo para caminar juntos!". Tercera. Compromiso: "Estamos creando algo más importante que nuestras familias de origen y parejas anteriores".
¿Y cuarta?
- Entrega: "¡Te quiero a ti y a lo que a ti te dirige!". Este es ya un amor muy desarrollado...
¿Por qué?
- Es el deseo espontáneo de que el otro sea feliz. ¡Eres feliz en la plenitud del otro!
Palabras mayores, ¿no?
- ¡Sí! Entre tanto, importa que sepamos esto: nadie, ¡nadie!, puede hacerte feliz. Y que nadie, ¡nadie!, puede hacerte infeliz.
¿Entonces...?
- Tu felicidad sólo depende de tu conexión íntima con tu ser interior.
¿Y de qué depende esa conexión?
- De estar en paz con tus figuras paternas y familiares para no cargar con nudos... que luego pretenderás ventilar en la pareja.
¿Eso pasa?
- Una pareja no son dos personas: son dos sistemas familiares que se encuentran.
¿Qué coste y beneficio tiene la pareja?
- "¿Es mejor casarse o permanecer soltero?", le preguntaron a Sócrates, que respondió: "Cásate. Si te va bien, serás un poco feliz. Y si te va mal..., ¡serás filósofo!".
Deme algún ejemplo de mal amor.
- "Sin ti no podría vivir", le decimos a nuestra pareja, como si fuésemos niños. ¡Mal amor! Buen amor: "Sin ti también me iría bien"...
Ah.
- ... pero como adulto, elijo estar contigo. "Te quiero por ti mismo", decimos, ¡y no es bueno!: el buen amor consiste en "te quiero... a pesar de ti mismo", es decir, el buen amor acepta la sombras del otro, acoge y lima las asperezas de los egos que se encuentran.
Siga, siga...
- "Quiero pareja": ¡mal amor! Abandona la demanda... ¡actúa!: "Mejor me preparo para ser pareja". Encuentra tu modo de ser buen compañero..., y lo demás ya vendrá solo.
¿Algo muy intenso y emocional?
- ¡No! Esas turbulencias empobrecen y desvitalizan, responden a heridas infantiles y viejos anhelos no colmados. ¡Lo enriquecedor es que la relación fluya con facilidad!
Toda pareja es una relación de poder.
- ¡No! Es cooperar, es que uno y uno sean más que dos. Mal amor: "Te lo doy todo".
¿Por qué?
- Dar mucho puede originar en el otro un sentimiento de deuda, y empequeñecerlo. Ya no hay igualdad. ¡Da lo que el otro pueda devolver sin que tenga que perder la dignidad!
¿Y si una parte pide: "Dame más"?
- Puede que esté anclada en un guión de insatisfacción que se nutre de demanda: le des lo que le des, ¡será siempre insuficiente!
Otro ejemplo de mal amor.
- Poner a tus padres o a tus hijos por delante de tu pareja. El buen amor es: "¡Primero nosotros!, antes que nuestras familias de origen y que nuestros hijos en común".
Otro ejemplo de buen amor.
- Reír y llorar juntos ante cualquier adversidad: muertes, abortos, ruinas...
Qué difícil que la pareja dure, ¿no?
- Pues que dure lo que dure: entrar en el amor de pareja significa también hacerse candidato al dolor de su eventual final.
¿Cuánto dura de promedio una pareja?
- Podemos esperar entre tres y cuatro parejas a lo largo de nuestra vida..., ¡con el consiguiente estrés emocional! Cada final nos enseña el dolor y el desapego..., para luego volver de nuevo al carril del amor y de la vida.
Regale un último consejo para fomentar el buen amor en una pareja.
- No deis por hecho que conocéis a vuestra pareja. Miradla cada día de nuevo como si fuera nueva, y veréis lo que no veíais. Nos relacionamos con la imagen que nos hemos hecho del otro, pero... ¿es el otro así hoy?
Conclusión amorosa.
- Lo dicho: solemos reclamar al otro: "Hazme feliz", pero el buen amor consiste en sentir el deseo espontáneo de que el otro sea feliz.



 Aprendiendo juntos
Cima de la Rocallarga, marzo 2013

domingo, 17 de abril de 2011

Parejas

El crecimiento de la pareja no se basa en dos medias naranjas que se "necesitan", sino en dos naranjas que se relacionan, desde su plena singularidad

Ramayat


La pareja
Lautaro Díaz

Yo hago lo mio y tu haces lo tuyo. No estoy en este mundo para llenar tus expectativas y tú no estás en este mundo para llenar las mías. Tú eres tú y yo soy yo. Y si por casualidad nos encontramos, es hermoso. Si no, no puede remediarse.

Fritz Perls

 

La pareja
Lautaro Díaz 


La pareja
Lautaro Díaz 


Fotos: Pilar Vidal Clavería

martes, 14 de diciembre de 2010

Expectativas

Los filosófos helenistas nos decían que cuidáramos nuestro equilibrio interno y nuestra armonía emocional, las Flores de Bach son unas muy buenas herramientas para ambas cosas y además nos ayudan en muchos otros aspectos.

Para el tema que trata la entrevista de hoy en La Contra de a Vanguardia, la flor estrella es Chicory.

La toma de Chicory, nos enseña a establecer un vínculo sano en nuestra relación de pareja, logrando el equilibrio entre el dar y el recibir.

El miedo al abandono, a la soledad, la exigencia, el papel controlador y soprebrotector de un Chicory en estado negativo se revierten con la toma de la esencia, conseguirá dar libertad a su pareja y comprenderá el valor verdadero de la palabra amor.


Manuel Cruz, filósofo, La Contra-La Vanguardia

Victor M.Amela

"Esperas de tu pareja demasiadas cosas"

Tengo 59 años. Nací y vivo en Barcelona. Soy catedrático de Filosofía. Tengo una hija (22 años). Soy reformista de izquierdas: es decir, casi un radical. Soy un agnóstico convencido (si es que esto no es un oxímoron). San Agustín rezó así: ¿Dios, hazme casto. . . , ¡pero no todavía!.

¿Qué es el amor?
En la filosofía occidental, el amor es energía y carencia.

Explíquese.
Energía que te saca de ti mismo hacia otro ser (Platón), y búsqueda de plenitud en otro ser a causa de algo que te falta (Spinoza).

¿Qué filósofo habló primero de amor?
Platón, en el siglo V a.C., en sus Diálogos.

¿Y qué dijo Platón del amor?
Que al amar amamos lo que otro tiene de bello, algo que está fuera y que es alcanzable mediante el conocimiento: la idea.

¿Es lo que llamamos amor platónico?
Es el modo coloquial de referirnos a este amor a lo ideal, más allá de lo físico.

Esa prevención hacia el amor físico...
Se concretó en san Agustín y san Pablo, que dijo: “Huid de la fornicación”. Agustín rezó: “Señor, hazme casto..., ¡pero no todavía!”.

Ja, ja...
Tuvo una juventud libidinosa, y al pobre le torturaba la lujuria. Del desdén Platónico del cuerpo llegamos a la culpa de la carne.

Es un ideal muy aburrido...
Es el ideal de vida del sabio en la antigüedad: dedicarse a conocer sin distracciones mundanas. Lo adaptó la Iglesia para ejercer su control sobre los cuerpos.

¿Cómo aman los filósofos?
Como cualquier otra persona, pero añadiendo la experiencia del pensar..., ¡práctica de radical soledad!

¿Cómo ama un filósofo estoico?
Cultiva el equilibrio interior frente al exterior que se desmorona: ve el amor como tormenta que da felicidad... y perturbación.

¿Qué hacer, pues?
Focaliza en los placeres, sin comprometer tu equilibro interior: es el epicureísmo.

¿Fue complicado el amor medieval?
El amor entre Abelardo y Eloísa me interesa: él, profesor de teología; ella, la sobrina del canónigo de Notre Dame. Se enamoran, ella queda encinta y se casan... en secreto.

¿Por qué en secreto?
Un sabio perdía prestigio con el matrimonio, por aquel ideal antiguo del sabio. El caso es que el canónigo... castró a Abelardo.

¡Ay!
Eloísa parió y acabó como abadesa de un convento. Años después escribió esta carta a Abelardo: “Te quería simplemente por ti, no a tus cosas. El nombre de esposa parece ser el más santo y vinculante, pero para mí la palabra más dulce es la de amiga y, si no, concubina o meretriz”.

¿Qué dijo la Iglesia de este lío?
Aprovechó para promocionar el sacramento del matrimonio como ideal vital que incluye sexo. La Iglesia no les reprochó tener sexo, ¡sino haber ocultado su matrimonio!

Otra célebre pareja filosófica: Jean- Paul Sarte y Simone de Beauvoir.
Atípica pareja: ella ejercía de celestina para él, y hasta compartieron alguna muchacha...No tuvieron sexo entre ellos en los últimos 30 años, pero mantenían un pacto.

¿Estaban enamorados o no?
Él estaba enamorado de su propia imagen más que de nada. Y ella tuvo un amante satisfactorio..., pero eligió regresar con Sartre.

¿Qué filósofo no supo amar?
Nietzsche y Lou Andreas-Salomé se acusaron mutuamente de egoísmo: ¡eran dos narcisistas, no sabían amar!

Otra pareja: Heidegger y Arendt.
¡El profesor filonazi y la discípula judía! Después de la guerra se reencontraron y continuaron siendo amigos.

¿Cómo amó Spinoza?
Sufrió por amor. Para Spinoza, el amor es una pasión tan fuerte..., que nos debilita.

¿Eres filósofo porque el amor te ha ido mal?
Heidegger, Sartre, Foucault... ¡tuvieron muchas aventuras sexuales y amorosas! Foucault asumió su homosexualidad y defendió la sexualidad como vía de creatividad.

¿Dónde establecería la frontera entre sexo y amor?
Es variable según las épocas. Casanova decía que el momento de mayor intensidad amorosa era... verla subir la escalera ante ti. Hoy... amor y sexo se han independizado.

¿Cuál es su frase favorita sobre el amor?
Amo, luego existo.

¿El que no ama no existe?
Existe... pero menos.

Otra frase.
“Según eres, así amas”. ¡Hay miles de modos de amar! Pero siempre los amantes se dicen cosas de las que recelaríamos fuera de ese cosmos: los amantes cierran el cosmos sobre ellos en un universo propio. De hecho, los amantes deberían colgar este cartel: “Cosmos cerrado por amor”.

Qué bonito.
“Amor es decirle al otro: tú no morirás nunca”. El amor es incapaz de contemplar su propio término: es eterno mientras dura.

¿Y cuál es el futuro del amor?
Cambiante, siempre. En sus tiempos, Sócrates dijo: “¿Hay alguien con quien hables menos que con tu mujer?”. Y hoy, en cambio, esperas de tu pareja que sea amiga, compañera, amante, esposa, ¡todo! Mucho peso. Demasiado. Por eso se rompen las parejas.

¿Nos exigimos demasiado, verdad?
Y a la vez descreemos de que vaya a funcionar. Somos a la vez ilusos... y escépticos. Es jugar a una lotería que sabes que no toca.

Deme una conclusión muy amorosa.
Pese a todo, ¡el amor es lo mejor por lo que podemos apostar! Mejor dejar tras de ti un rastro de amor que de nada.


'Amo, luego existo'

Me explica el profesor Manuel Cruz que hemos depositado expectativas desmedidas en nuestras relaciones amorosas: esperamos de ellas la plenitud extrema, tal estándar de felicidad.. que deviene imposible y acaba por frustrarnos. Cruz viaja por el amor visto por pensadores de todos los tiempos, recala siempre en los filósofos helenistas: "Ellos ya nos advirtieron de que cuidásemos de nuestro equilibro interno, de la armonía emocional. Cruz relata este viaje en 'Amo, luego existo' (Espasa, premio Espasa de Ensayo 2010), obra subtitulada 'Los filósofos y el amor'. El amor es una experiencia central en el pensamiento y la cultura: "Amar es apostar, creer en el otro más de lo que merece", explica.


Chicory

Foto: Pilar Vidal Clavería

jueves, 15 de julio de 2010

Jardines secretos


Un título bien sugerente para una amante de las flores:

Els jardins secrets. La necessitat de cultivar un espai propi per tenir unes relacions sanes

Los jardines secretos

Cultivar no siempre es fácil ni siempre estamos dispuestos a hacerlo, muchas veces la costumbre y la comodidad de las cosas ya "preparadas", nos sumergen en una rutina donde el fantasma del miedo paraliza y no permite el cambio.

Aparece entonces una pregunta ¿estamos bien en nuestra relación? ¿es una relación sana?, Josep López y Georges Escribano han escrito este libro donde ante las necesidades como seres humanos de protección, amor, libertad y experimentación, nos hacen una propuesta, que cultivemos nuestro jardín secreto. Un jardín que con su cuidado y respeto evitará más de una separación, y también facilitará que si llega la separación, ésta se afronte de la manera más madura y adulta.

Se trata de encontrar un espacio propio, al que cuidaremos y evitaremos su invasión y donde resulta clave la aceptación de la diferencia del otro.

Para hacer una valoración de si estamos cuidando nuestros jardines secretos, señala el libro una serie de síntomas en las relaciones de parejas, como son el sentirse invadido en nuestra intimidad, el aburrimiento, la disminución de la frecuencia sexual, la falta de proyectos comunes o la huida cada vez más hacía otros intereses fuera de la pareja.

En la segunda parte del libro encontramos como embellecer a nuestro jardín secreto.

domingo, 14 de febrero de 2010

Estabilidad en la pareja

Mi amiga Hortensia me regaló este libro de Peter Bourquin en noviembre del 2007, y ya está en su sexta edición.

Es un buen compendio sobre las Constelaciones Famililares y en uno de sus capítulos podemos encontrar un texto sobre las relaciones de pareja, ya lo había encontrado en la selección de artículos de la web de Peter Bourquin, Escuela de Constelaciones Sistémicas, ECOS, y siempre me ha gustado especialmente.

Las cuatro piedras angulares de una pareja
¿Qué hace que unas parejas funcionen y otras no? ¿Qué da estabilidad a una relación y qué crea una crisis permanente?
Básicamente son cuatro las piedras angulares que, en su conjunto, posibilitan la construcción del hogar. Si falta una de ellas o se encuentra debilitada, la casa es inestable; si faltan varias, es probable que la pareja no dure a largo plazo.
La primera piedra angular es el amor. En el enamoramiento se crea un primer vínculo entre dos personas que las impulsa a comenzar una relación. La consumación sexual sella este vínculo.
Después de un tiempo, uno se da cuenta de que el otro no es perfecto, de que tiene sus luces y sus sombras. Es un acto de amor aceptar al otro tal como es, a sus raíces familiares y también a su destino, que es distinto del propio. El compromiso matrimonial profundiza todavía más el vínculo.
Lo contrario del amor no es el odio, que al igual que el amor mantiene el vínculo, sino la indiferencia, Es en la indiferencia donde muere el vínculo y el desinterés sexual lo debilita.
La segunda piedra angular es la presencia. Es la experiencia de caminar juntos. Si uno de los miembros de la pareja no está presente, el otro se siente solo, no visto. A veces uno sigue “enredado” en una anterior pareja y esto hace que no esté del todo libre y presente para su actual pareja.
También puede encontrarse inmerso en una dinámica de “mirar hacia atrás” y prestar más atención a su familia de origen que a su familia actual.
Otro motivo de que uno de los miembros de la pareja esté ausente es la adicción al trabajo, al igual que cualquier otro tipo de adicción. Si la pareja se forma entre dos personas “ausentes”, no se vive la falta de presencia como una dificultad aunque, visto desde fuera, pareciera que dicha pareja vive “vidas paralelas” que una vida en común.
La tercera piedra angular es la responsabilidad. Una pareja es una relación entre iguales.
Cada uno debe asumir su parte de la responsabilidad respecto a la relación.
De esta manera ambos la cuidan. Cuando uno exige al otro que le dé lo que sus padres no le dieron, y se siente con derecho a ello, se coloca en una actitud infantil. De esta forma no se hace responsable de sus propias carencias y necesidades, cargando a su pareja con sus exigencias.
De la misma manera, se crea una relación desigual cuando uno se siente responsable del otro, como si fuera su padre o su madre. A menudo estas dos actitudes se complementan, haciendo juego.
La cuarta piedra angular es el aprecio. Como aprecio al otro, también aprecio lo que me puede dar y lo acepto agradecido.
Eso hace que me surja el impulso de devolverle algo mío, porque en el fondo me siento en deuda. Así se crea entre la pareja un intercambio rico, que la fortalece. Cuando no lo aprecio o lo desprecio — aunque le quiera — no me vale lo que me da, y por eso no siento la necesidad de devolverle algo mío. Se crea un desequilibrio entre el dar y el tomar que amenaza la continuidad de la pareja. Cuando los dos se desprecian, se produce un intercambio de descalificaciones, insultos, reproches,... Paradójicamente esto también fortalece la pareja, aunque se trate de un intercambio pobre.
El conjunto de estas cuatro piedras angulares hace que uno renuncie a las demás posibilidades de pareja en el mundo y a la fantasía de la felicidad perfecta. Esta renuncia es el tejado que protege el hogar. Como amo a mi pareja, la tomo como es. Como quiero estar presente, no voy a buscar otra relación. Mi responsabilidad por la continuidad de la pareja exige que me haga cargo de mis carencias personales. Y es finalmente el aprecio por mi pareja lo que me hace elegirla a ella. Porque así lo quiero”.
© Peter Bourquin
Agosto 2005

domingo, 10 de enero de 2010

Aprendizaje

Podemos encontrar en este reportaje de El País de hoy algunos de los temas que comento en el blog, desde el duelo a las Constelaciones Familiares. Son historias contadas con sinceridad y algunas nos resonaran más que otras, de todas podemos aprender.

REPORTAJE


¿Qué necesito de los demás para ser feliz?


10/01/2010

La familia, la pareja y los amigos son una fuente de cariño y apoyo, pero también de problemas. Para mejorar nuestros vínculos afectivos hemos de empezar por cuidar nuestra relación con nosotros mismos. Segunda entrega de esta serie de tres reportajes sobre crecimiento personal.




"Interpretamos lo que nos sucede de forma egocéntrica: queremos que la realidad se adapte a nuestros deseos"
Por más que nos lo hayan hecho creer, no somos medias naranjas: somos naranjas enteras
Los demás no nos dan ni nos quitan nada. Nunca lo han hecho. Sólo son espejos de lo que tenemos y nos falta
"El rencor es una semilla muy tóxica que echa raíces en nuestro interior, nos debilita y nos hace vulnerables" 
Teresa Casas "No poder tener hijos ha sido una lección de amor incondicional"

35 años. Casada. Gestora financera. El detonante de su fortalecimiento fue el no poder ser madre.
"Al cumplir los 30, lo que más valoraba era la estabilidad que me daban mi profesión y mi relación de pareja. Pronto surgió un nuevo proyecto compartido: ser padres. Poco a poco esta ilusión se convirtió en un difícil reto. Y a día de hoy todavía no hemos podido hacerlo realidad.
He probado todo tipo de tratamientos para conseguir quedarme embarazada, pero no ha habido manera. Incluso pusimos en marcha dos procesos de adopción. Han sido cinco años de muchos sueños y esperanzas, pero también de lágrimas y frustraciones. Tras este largo y duro proceso, que he compartido codo con codo con mi pareja, agradezco al destino que no me lo haya puesto fácil.
La adversidad me ha brindado la oportunidad de crecer y descubrir algo que no esperaba: la libertad. Me he cuestionado muchas cosas y se me han abierto puertas que no esperaba. He cooperado en proyectos infantiles en varias partes del mundo y me siento comprometida con mi crecimiento personal. Y este viaje hacia adentro me ha preparado a la vez para ser madre de cualquier niño, de cualquier raza, condición, con o sin problemas.
Mi corazón está lleno de experiencias de amor hacia otros niños y niñas, que siempre formarán parte del hijo que algún día quizás llegará a mi vida. Me siento agradecida porque este tiempo de espera me ha permitido conocerme a mí misma, entrando en contacto con mi verdadera esencia.
Ahí residen mi confianza y mi coraje. He aprendido a luchar por mis sueños desde la libertad y a tomar consciencia de lo que quiero hacer con mi vida. Además de llegar a ser madre, estoy comprometida con impulsar proyectos orientados a fomentar el desarrollo personal en la sociedad".

No estamos solos. Y aunque queramos, tampoco podemos estarlo. Nuestra existencia se entremezcla constantemente con la vida de otras personas. Somos hijos. Hermanos. Padres. Abuelos. Amigos. Novios. Esposos. Ex. Viudos. Cuñados. Tíos. Sobrinos. Primos. Yernos. Suegros. Compañeros. Jefes. Empleados... Desde que nacemos hasta que morimos, cada paso que damos y cada etapa que vivimos van acompañados por una serie de roles sociales, que a la vez son fuente de alegría y de tristeza, de confianza y de miedo, de paz y de ira...

De las relaciones humanas surgen nuestros momentos de mayor felicidad y también nuestros peores instantes de sufrimiento. En algunos casos, como le pasó a Teresa Casas, estas experiencias suceden incluso antes de poder establecer un vínculo afectivo. La gran paradoja es que las personas que más queremos son también con las que más conflictos tenemos. Por eso muchos concluyen que no pueden vivir con los demás, pero tampoco sin ellos.

Frente a esta disyuntiva, los expertos en crecimiento personal abogan por concebir nuestra vida social como una oportunidad de aprendizaje. Sobre todo para mejorar nuestra competencia en el arte de establecer vínculos sanos y sostenibles. Entre otros reconocidos psicólogos, destaca el escritor Xavier Guix, quien defiende que "hablando no se entiende la gente". A su juicio, "la mayoría de conflictos humanos tienen su raíz en la confusión, en los malentendidos lingüísticos y, sobre todo, en nuestra incapacidad para establecer relaciones reales, objetivas y profundas".

No en vano, en toda comunicación humana existen tres niveles: "Primero están nuestras motivaciones, es decir, lo que pretendemos conseguir o aportar en nuestra interacción con los demás. Luego viene nuestra manera de expresar dichas intenciones por medio del lenguaje, la actitud y la conducta. Y finalmente se encuentra la interpretación subjetiva de nuestro interlocutor", explica este experto. "Por más que a este proceso lo llamemos comunicación, a veces hay un abismo entre las motivaciones del emisor y la interpretación final del receptor".

Y no sólo eso. En general, "los seres humanos interpretamos lo que nos sucede de forma egocéntrica: queremos que la realidad se adapte a nuestros sueños, necesidades y expectativas, lo que condiciona y dificulta nuestra interrelación con otras personas", añade Guix, autor de Pensar no es gratis. 
Creencias, comunicación y relaciones.

Así, "los problemas aparecen cuando los demás no cumplen con lo que esperamos de ellos, cuando hacen o dicen cosas con las que no estamos de acuerdo o cuando se interponen en nuestro camino para conseguir lo que deseamos". Y concluye: "Por más que solamos buscarla fuera, la raíz de nuestros conflictos relacionales está en nuestro interior".

Elma Roura "Mi madre ha sido mi gran maestra en el arte de vivir"
25 años. Vive en pareja. Terapeuta y fundadora del centro Desarrolla-te. El detonante de su fortalecimiento personal fue el sufrimiento derivado de la relación con su madre.
"Ya desde muy pequeña solía escuchar a mi madre decir que su vida sería mejor, que sería más feliz, si pudiera cambiar de jefe, de trabajo, o si consiguiera llegar más pronto a casa...
Finalmente todo eso llegó, pero ella seguía sintiéndose presa del sufrimiento, culpando a los demás por su infelicidad. Después de convivir con tanta depresión, así como de experimentar algún que otro episodio traumático, me di cuenta de que el único lugar donde podía buscar respuestas era dentro de mí. Eso me hizo despertar.
Por el camino, la relación con mi madre se erosionó hasta tal punto que dejamos de hablar. Entonces mi anhelo de felicidad casi se convirtió en una obsesión. No paraba de luchar y de reaccionar por todo y contra todos. No lograba comprender en qué consistía esto de 'vivir'.
Sin darme cuenta, me había convertido en la mujer insatisfecha de la que tanto trataba de huir. Con el tiempo descubrí que en realidad no luchaba contra ella, sino contra mí misma. Al comprender que no era necesario demostrar nada a nadie, y que todo dependía de cómo yo observaba la realidad, dejé de buscar la felicidad: la había encontrado dentro de mí. Desde entonces sigo aprendiendo cada día, compartiendo y acompañando a los demás en su proceso de aprendizaje, pero con una serenidad interna que parece sobrevivir a todas las tormentas de la vida. Si bien mi madre ha sido la persona con la que más conflictos he tenido, también es de la que más he aprendido y a la que estoy más agradecida. Actualmente mi relación con ella está basada en el cariño y el amor. Le debo mucho más que el hecho de poder estar viva".

La historia de Elma Roura no es, ni mucho menos, un caso aislado. La sombra de "papá y mamá" suele ser más alargada de lo que nos gustaría. Y es curioso, porque nadie pone en duda que nuestros padres (y madres) son de las personas que más nos van a querer a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, sus buenas intenciones a veces tienen un efecto nocivo en la construcción de nuestra identidad y nuestro estilo de vida.

Así, el condicionamiento recibido durante nuestra infancia nos deja una huella difícil de borrar.
"El legado emocional de nuestros padres es como una mochila que cargamos a nuestras espaldas, repleta de creencias, normas y valores que nos dicen quiénes hemos de ser y de qué manera hemos de vivir", afirma el director del Instituto Gestalt, Joan Garriga, experto en constelaciones familiares.
Y ésta es la esencia de la gran mayoría de conflictos existentes en el seno de las familias.
"Algunos padres hacen con sus hijos exactamente lo que les hicieron a ellos cuando eran niños: inculcarles una manera determinada de ver y comprender el mundo, obstaculizando el descubrimiento de sí mismos y de la vida", sostiene Garriga. Eso sí, se ha de tener muy en cuenta que "nadie nos ha enseñado a ser padres, sin duda alguna la profesión más exigente de todas".
Sea como fuere, "al entrar en la edad adulta muchos hijos culpan a sus progenitores por sus carencias afectivas, sus inseguridades e incluso por la rabia que experimentan al ver cómo el conflicto y la insatisfacción siguen protagonizando sus relaciones más íntimas", añade Garriga, autor de ¿Dónde están las monedas? El cuento de nuestros padres.

Aunque es mucho más fácil y cómodo señalar a nuestros progenitores como los culpables de nuestra infelicidad, "tarde o temprano llega un día en que no nos queda más remedio que responsabilizarnos de nuestro destino".

Sin duda alguna, "ésta es la verdadera emancipación, que suele venir acompañada de una de las mayores crisis existenciales que sufrimos a lo largo de nuestra vida: aceptar que, más allá de nuestro pasado, nuestro único problema en este preciso momento somos nosotros mismos". Al igual que consiguió Elma Roura con su madre, "lo que nos cura es que podamos abrazar en nuestro corazón a nuestros padres y no tanto que seamos abrazados por ellos", concluye Garriga.

Carlos Ocho "El amor llena de dicha al que ama y no tanto al amado"

28 años. Soltero, con pareja. 'Product manager' de la escuela de negocios EADA. El detonante de su fortalecimiento fue una ruptura de pareja que le desgarró por dentro.
"Siempre me he considerado y me han visto como una persona muy abierta, cercana y sociable. Sin embargo, mi punto débil siempre fueron las relaciones de pareja, una dificultad que ya vi en mis padres, quienes terminaron separándose. A los 22 años, tras 8 años de confusión y dudas, de conflictos internos y de mentiras, tuve la honestidad y el coraje de enfrentarme a mí mismo. Acepté mi homosexualidad. Desde aquel día, mi compromiso con la verdad y con ser transparente conmigo mismo y con los demás no ha dejado de crecer. Al principio, mis relaciones de pareja seguían durando muy poco y siempre sufría mucho cuando finalizaban. Pero todo cambió hace dos años. Tras romper con mi último novio, entré en una profunda crisis que me anuló como persona. A pesar de la angustia y del dolor que sentía, me di cuenta de que aquella dramática experiencia no provenía tan sólo de la separación. Si bien había un cierto dolor asociado al duelo de aquella ruptura, me hice responsable del sufrimiento que añadía yo. Esta toma de consciencia fue el comienzo de mi trabajo interior. El autoconocimiento me ayudó a comprender los porqués de todo lo que me había sucedido en mis relaciones más dolorosas y conflictivas. A día de hoy sólo conservo gratitud por todas esas experiencias de adversidad y superación personal, pues sin ellas no hubiera descubierto mi verdadera vocación. Estoy comprometido con enseñar y compartir con los demás el inmenso poder que reside en nuestro interior. El gran reto es dejar de vivir de forma inconsciente, aprendiendo de todo lo que nos depara la existencia".

Tanto si aprendemos de nuestros padres como si no, el siguiente gran maestro que aparece en nuestra vida viene bajo el nombre de "pareja". Ninguna otra relación puede proporcionarnos una mayor estabilidad emocional que la de nuestro compañero (o compañera) sentimental. Sin embargo, las consultas de psicólogos y terapeutas están llenas de pacientes que han convertido estos vínculos afectivos en una adicción muy difícil de lidiar y mucho más de superar. De hecho, algunas personas temen enamorarse y comprometerse por miedo a volver al infierno que supone separarse del ser querido.

Por más romántico que pueda parecernos, "el sufrimiento derivado de cualquier relación amorosa tan sólo pone de manifiesto que hemos encerrado nuestro amor en la invisible cárcel de la dependencia", afirma el psicólogo clínico, Walter Riso, autor de ¿Amar o depender? Cómo superar el apego afectivo y hacer del amor una experiencia plena y saludable.

En opinión de este experto, "depender de la persona que se ama es una manera de enterrarse en vida, un acto de automutilación psicológica donde el amor propio, el autorrespeto y la esencia de uno mismo son ofrendados y regalados irracionalmente". No en vano, detrás de esta dependencia se esconde uno de los virus más letales que atenta contra nuestra salud emocional: el apego.
Popularmente se considera sinónimo de "afecto, cariño o estimación". De hecho, hay quien dice que el apego es "natural" y "sano", pues es una muestra del "amor" que sentimos por la persona a la que vivimos apegados. E incluso algunos afirman con cierto orgullo que "cuanto más apego se tiene, más se ama". Pero nada más lejos de la realidad. "Cuando nos apegamos a nuestra pareja creemos inconscientemente que sin ella no podemos ser felices, destruyendo cualquier posibilidad de amarla", sostiene Riso.

Bajo el embrujo de esta falsa creencia, "nace en nuestro interior la obsesión de poseerla, de garantizar que esté siempre a nuestro lado", añade este experto. "Y el miedo a perderla nos lleva a tomar actitudes defensivas y conductas preventivas". Es entonces cuando aparecen los celos, "un síntoma que revela que vemos a nuestra pareja como algo que nos pertenece".
Por el camino terminamos perdiéndonos a nosotros mismos, tal y como le sucedió a Carlos Ocho. De ahí que las rupturas sentimentales supongan una de las experiencias más traumáticas, pero a la vez más transformadoras de nuestra vida. "De nuevo a solas, cara a cara con nosotros mismos, podemos tomar consciencia de que nuestra felicidad, antes de ser compartida, debe existir primero dentro de nosotros mismos", concluye Riso. Por más que nos lo hayan hecho creer, no somos medias naranjas: somos naranjas enteras. Al menos así podemos sentirnos cuando nos amamos a nosotros mismos.

Nuria Chiva "Lo que buscaba en los demás era lo que no me daba a mí misma"
27 años. Vive en pareja. Educadora social.
El detonante de su fortalecimiento fue una depresión, en la que cayó por olvidarse de sí misma.
"A los 21 años estudiaba tercero de carrera, trabajaba ocho horas al día y era directora y monitora voluntaria en una organización social. Intentaba sacar las mejores notas, ser la mejor en el trabajo, la mejor en la familia, la mejor amiga y la mejor novia. Pero tener una agenda frenética y el deseo constante de intentar agradar a todo el mundo me llevó a pagar un precio muy alto: una mañana no pude levantarme de la cama. Fui víctima de un fuerte ataque de ansiedad. Estuve 10 meses de baja por depresión. No tenía fuerzas ni ganas para vivir. Me quedé vacía. Durante aquella depresión salieron a flote la separación de mis padres, la muerte de mi abuela y una fuerte dependencia emocional hacia el que había sido mi primer amor. Fue entonces cuando decidí emprender un duro trabajo personal con la ayuda de un psicólogo. A su lado descubrí que todo lo que no encontraba en mí lo buscaba en el exterior, haciendo mil cosas para tapar mi vacío y creando todo tipo de dependencias con los demás. ¡Me había olvidado de mí misma!
Gracias al apoyo incondicional de mi madre, de mi ex pareja y de unos pocos amigos, aprendí una gran lección: si mi autoestima la dejo en manos de los demás, de lo que no depende de mí, estoy perdida. Hoy doy gracias a la vida por haberme ofrecido esa vivencia, ya que he iniciado un camino de búsqueda hacia mi aceptación y mi crecimiento personal.

Ahora intento escucharme para darme lo que necesito. Y cada día valoro más a las pocas personas con las que puedo establecer vínculos afectivos de verdad. Doy gracias por haber encontrado a mi actual pareja, Santi, y por ser hija de mi madre, que es mi gran maestra en la escuela de la vida".

Después de nuestros padres y de la pareja, otro de los vínculos afectivos más importantes es el formado por nuestro círculo más íntimo de amigos. A todos nos gusta sentir que pertenecemos a un grupo humano. Saber que podemos contar con otras personas nos da seguridad. Su apoyo nos ayuda en nuestra toma de decisiones. Además, parece que las tristezas se diluyen cuando se comparten, mientras que las alegrías se multiplican.

Para algunos, los amigos son aquellas pocas personas que verdaderamente nos comprenden y nos aceptan tal como somos. E incluso hay quien afirma que, al ser elegidos de forma voluntaria y consciente, constituyen una especie de segunda familia. Sin embargo, etiquetar a alguien como nuestro "amigo" también puede traer consigo diferentes conflictos. Al empezar a tener expectativas, en ocasiones podemos cosechar grandes decepciones y frustraciones, hasta el punto de poder convertirnos en "enemigos". No en vano, sólo llegamos a odiar aquello que hemos amado.
Pero, entonces, ¿qué podemos hacer para vivir en paz con los demás? La respuesta parece estar más a nuestro alcance de lo que pensamos: se encuentra dentro de nosotros mismos. Aunque nos cueste reconocerlo, "la única relación real y verdadera es la que mantenemos con nosotros mismos, pues nadie más puede conocer nuestras motivaciones más profundas".

Así de contundente es el sabio hindú Jiddu Krishnamurti (1895-1986), uno de los filósofos contemporáneos más reconocidos y admirados hoy.

Para Krishnamurti, todos nuestros vínculos afectivos "son un reflejo de la relación que mantenemos con nosotros mismos". Y añade: "Cada uno de nosotros somos la única causa de nuestro bienestar y de nuestro malestar". Así, los demás no nos dan ni nos quitan nada. Y nunca lo han hecho. Tan sólo son espejos que nos muestran lo que tenemos y lo que nos falta.

De hecho, "no vemos a los demás como en realidad son, sino como nosotros somos", un fenómeno que los psicólogos denominan "proyección". Y esto es lo que descubrió Nuria Chiva cuando se dio cuenta de que quería que los demás le dieran lo que ella no se estaba dando. Para Krishnamurti, esta toma de consciencia "es el principio que nos conduce hacia la sabiduría".
En su obra maestra, La libertad primera y última, se desprende que "nuestra felicidad, nuestra paz y nuestra capacidad de servir y de amar a los demás son fortalezas que emergen de nuestro interior cuando nos liberamos de la esclavitud de la mente". Es decir, "cuando ponemos fin a la ignorancia de no saber quiénes somos y a la inconsciencia de no querer saberlo". De ahí que "nuestras relaciones constituyan una maravillosa forma de conocernos a nosotros mismos".

Gisèle Rottier "La muerte de mi hijo me hizo despertar a la vida"
55 años. Divorciada y con tres hijos.
Empresaria. El detonante de su fortalecimiento fue la muerte de su hijo Víctor.
"Era una de esas personas que no se hacía demasiadas preguntas. Simplemente trataba de que mi vida fuese cómoda y tranquila. Pero todo cambió en octubre de 2003, cuando mi padre y mi hijo Víctor, de 23 años, tuvieron un accidente de coche. Mi padre murió en el acto y mi hijo llegó al hospital con vida. Fueron cinco días de incertidumbre y agonía. Al final falleció. Entré en un estado de 'shock'. La cruda realidad era tan horrible que un intenso dolor empezó a acompañarme las 24 horas del día. Y así seguí durante cinco interminables años, lo que me llevó a profundizar dentro de mí misma, descubriendo mi dimensión espiritual. Mi alma estaba enferma. Aquella revelación me llevó a buscar respuestas para comprender el porqué de aquella terrible pérdida. Quería darle sentido a su muerte. Así fue como empecé a hacerme fuerte, a luchar por recuperar mi vida, a tratar de ser feliz no sólo por mí, sino también por mis hijos. Abandoné el papel de víctima y comencé a ser más constructiva, más positiva. Hace más de un año que ya no siento dolor en el alma. Me siento bastante en paz. Ahora su recuerdo me da fuerzas; es mi fuente de inspiración. Me hace valorar y disfrutar mucho más de mi vida, pudiendo ser una mejor madre para mis otros dos hijos. Aunque pueda parecer lo mismo, existe una gran diferencia entre existir y estar vivo. Mi hijo Víctor tuvo que morir para que yo lo comprendiera. Superar este proceso de duelo me ha hecho madurar: ahora ya sé quién soy y qué quiero hacer con el resto de mi vida. No puedo cambiar lo que pasó, pero llevo a mi hijo en el corazón. Ha sido mi gran maestro. Como él decía, la vida hay que vivirla".

De todas las experiencias de aprendizaje, superación y fortalecimiento asociadas con nuestras relaciones humanas, el fallecimiento de un ser querido es sin duda la más difícil y dura de afrontar. Dado que la muerte sigue siendo un tabú en nuestra sociedad, su aparición en nuestra vida nos suele coger desprevenidos, tal y como le pasó a Gisèle Rottier.

Aunque cada proceso de duelo es diferente, la reconocida psiquiatra suizo-estadounidense Elisabeth Kübler-Ross (1924-2004), autora de La muerte: un amanecer, estableció cinco fases que atravesamos al sufrir una pérdida:

1. Negación: negamos lo que nos ha sucedido, pues no somos capaces de asumir las consecuencias que implica la muerte del ser querido.
2. Ira: adoptamos el rol de víctima, sintiendo ansiedad, irritación y enfado, y buscando culpables con quienes canalizar nuestro malestar.
3. Lucha: intentamos cambiar lo que ha sucedido, negociando con los demás e incluso con la vida la posibilidad de recuperar al ser querido.
4. Tristeza: al empezar a reconocer la realidad de la situación, nos sentimos desanimados, frustrados y derrotados, lo que puede hundirnos en la depresión.
5. Aceptación: finalmente asumimos y aceptamos la pérdida, recuperando la normalidad de nuestra vida, pero con un nuevo nivel de comprensión, madurez y consciencia.
Condecorada con 23 doctorados honoris causa, Kübler-Ross verificó que "cuando las personas superan este proceso, aprendiendo de lo que les ha sucedido, descubren su espiritualidad, que no es más que recuperar los valores esenciales que nos permiten llevar una vida más plena y con sentido". De ahí que "no debamos luchar contra el dolor, pues su función consiste en romper la carcasa de ignorancia que nos separa de la comprensión, entrando en contacto con nuestro ser más profundo".

Rafael de la Fuente Labori "Perder a mi padre me hizo madurar y valorar a mi familia"
22 años. Soltero, con pareja. Estudia ADE y Derecho, y realiza prácticas en una empresa. El detonante de su fortalecimiento fue la temprana muerte de su padre.
Mi padre falleció de leucemia cuando yo apenas tenía 10 años. Al ser un niño, pensaba que su ingreso en el hospital era algo transitorio, que al cabo de unos días volvería a estar en casa, totalmente recuperado. Pero un día me dieron la noticia. Mi padre había muerto. Y en tan sólo un segundo comprendí que nunca más lo volvería a ver, que se había ido para siempre. Este hecho ha marcado mi vida de una manera determinante. A lo largo de estos 12 años he pasado por varias etapas.
Crecer sin una figura paterna ha provocado que durante mucho tiempo me sintiera como un niño desorientado, como un barco sin rumbo. Pero a través de la reflexión y la comprensión estoy cada día más cerca de la aceptación. Su pérdida ha despertado y guiado una sana curiosidad por mirar dentro de mí. El verdadero camino es llegar a conocerse a uno mismo. Es el gran reto y la tarea más difícil.
Sé que por ahí puedo convertirme en una persona mejor, más madura, que pueda aportar felicidad y amor a quienes me rodean. La muerte de mi padre me ha llevado a comprender lo importante que es pasar más tiempo con las personas que amas. A no discutir ni pelear por tonterías. Y a no desaprovechar la ocasión de recordar con palabras y gestos lo mucho que aprecias a un ser querido.
Agradezco a mi madre, a mi hermana y al resto de mi familia el intentar mantenernos unidos. Gracias al amor de todos ellos, el sufrimiento se ha ido diluyendo con el tiempo. Mi padre ha dejado un bonito recuerdo en nuestra memoria. Ahora sé que una persona nunca muere si la recordamos con cariño. Por ello, siempre le tengo muy presente, pensando que él estaría orgulloso de que hayamos podido rehacer nuestras vidas".

Llegados a este punto, concluimos que en la vida no siempre ocurren las cosas que nos gustaría que pasaran. A raíz de estos desencuentros con la realidad, el miedo, la ira y la tristeza suelen envenenar nuestra mente y nuestro corazón mediante pensamientos y sentimientos negativos, alejándonos del equilibrio y bienestar con el que conectamos cuando aprendemos a fluir con lo que nos pasa.
Además, "cuando culpamos a los demás o al destino de aquello que nos ha sucedido, nos convertimos en víctimas del rencor", afirma la psicóloga Carmina Martorell, especializada en terapia familiar.

Pero ¿en qué consiste exactamente? "El rencor es una semilla muy tóxica que va echando raíces en nuestro interior a través del pensamiento obsesivo y victimista, debilitando nuestro sistema inmunológico y volviéndonos todavía más vulnerables frente a nuestras circunstancias".
Además, "al culpar a otro de nuestro malestar puede surgir el impulso de querer castigarlo, un afán de venganza que consideramos justificado y que creemos que pondrá fin a nuestra desazón".
Lo paradójico de este proceso es que "el más damnificado por nuestro rencor, resentimiento y odio no es el objeto al que se dirigen -nuestro supuesto agresor-, sino el sujeto que los emite, es decir, nosotros mismos". Finalmente, "al estar saturados por nuestro propio veneno, empezamos a darnos cuenta de que el rencor es totalmente inútil para hacer frente a los reveses que nos da la vida", apunta esta experta.
Martorell suele explicar a sus pacientes que "todos los seres humanos lo hacemos lo mejor que podemos y estamos en nuestro derecho de cometer errores para aprender y evolucionar".
Aunque a veces nos ocurren incidentes dolorosos, "los hechos no son los responsables de nuestro malestar, sino la interpretación y la actitud que tomamos frente a ellos".

Y añade: "Nadie puede herirnos emocionalmente sin nuestro consentimiento".

Para evitar las emociones negativas desde el inicio, "podemos aprender a aceptar las cosas tal como nos vienen, y a los demás, tal como son". Aceptar no quiere decir estar de acuerdo con lo que ha pasado o se ha dicho de nosotros. Ni siquiera tolerarlo o resignarse.

"Aceptar significa no reaccionar mecánica e impulsivamente, lo que nos permite tomar la mejor actitud y conducta en cada momento y frente a cualquier persona", concluye esta terapeuta.

Nadie dijo que vivir fuera un asunto fácil. Y mucho menos cuando la vida consiste en relacionarse con los demás. Diariamente. Dado que no podemos cambiar lo que nos ha ocurrido, sí tenemos la opción de modificar nuestra actitud, de reinterpretar ciertos acontecimientos adversos y dolorosos de una forma más sabia y objetiva, dejando en nuestro corazón un poso de paz.
Ver nuestros conflictos relacionales como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje es una cuestión de entrenamiento y compromiso. Y de cambiar el foco de atención, dejando de señalar a los demás para empezar a mirarse a uno mismo. Tal como dijo el sabio Darío Lostado: "Si no te conoces tú, ¿quién te conocerá? Si no te conoces a ti, ¿a quién conocerás? Si no te aceptas tú, ¿quién te aceptará? Si no te aceptas a ti, ¿a quién aceptarás? Si no te amas tú, ¿quién te amará? Si no te amas a ti, ¿a quién amarás?"


Puerta de entrada vivienda en Jaisalmer, agosto 2006

Fotografia: Pilar Vidal Clavería
Counseling integrativo-relacional de duelo y pérdidas  
Terapeuta floral

martes, 15 de septiembre de 2009

Separaciones


En algunas ocasiones he pensado que los tratamientos con las Flores de Bach tienen una similitud con los denominados libros de autoayuda, que a mi me gusta más denominar de autoconocimiento, ambos aportan herramientas para conocerse a si mismo y ver que aspectos cambiar y mejorar.

Por eso encontré genial el título de Aurelia Vigil, Flores de Bach Conocerse y ser feliz.

El libro de Jorge Bucay y Silvia Salinas Continuar sense tu. Un relat sobre la separació i la recerca de l'amor de veritat, Seguir sin ti es su título original, tiene aspectos interesantes, deja constancia de que los terapeutas también somos pacientes y en ese doble juego se anda un camino donde el aprendizaje muchas veces es común.

La protagonista del relato, una terapeuta de parejas, da un giro en su vida y se encuentra que en muchas ocasiones sus pacientes reflejan a su propia situación personal.

Me ha gustado porque transmite unos conceptos que ya tenía claros y que en el libro quedan confirmados:

En una separación de pareja con hijos es esencial para uno mismo y para los hijos cultivar un buen vínculo con la expareja.

Es el mejor regalo y la única compensación que podemos ofrecer a los hijos a cambio del dolor que comporta la separación de los padres.

Hay unas palabras básicas en todo proceso de separación que van quedando reflejadas a lo largo de su lectura:

Responsabilidad

Aceptación

Perdón, no solo al otro sino también a uno mismo
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