Pocos días después, el caballo regresó, trayendo consigo dos yeguas salvajes que había encontrado en las montañas. Enterados los aldeanos, acudieron de nuevo a su casa, esa vez para darle la enhorabuena y comentarle su buena suerte, a lo que él volvió a contestar: "Puede ser".
Al día siguiente, el hijo del granjero trató de domar a una de las yeguas, pero ésta lo arrojo al suelo y el joven se rompió una pierna. Los vecinos visitaron al herido y lamentaron su mala suerte, pero el padre se limitó a decir otra vez: "Puede ser".
Una semana más tarde aparecieron en el pueblo los oficiales de reclutamiento para llevarse a los jóvenes al ejercito. Al atardecer, los aldeanos que habían despedido a sus hijos se reunieron en la taberna y comentaron la buena estrella del granjero, mas éste, como ya podemos imaginar, contestó nuevamente: "Puede ser".
Cuento taoista
Veratrum album, Circ dels Colomèrs
Fotografía: Pilar Vidal Clavería
julio 2011
Estas dos palabras tan secillas
ResponderEliminardesencadenaron una serie de acontecimientos, que la pasividad
del granjero convirtió en un final feliz...puede ser.
Petons Pilar.
Dos palabras sencillas y a su vez tan poderosas.... puede ser.
ResponderEliminarUna abraçada Maria Dolors