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miércoles, 9 de septiembre de 2009

Septiembre

El mes de septiembre encuentro que tiene elementos que lo diferencía de los otros meses del año.

Siempre he relacionado a este mes con la posibilidad de cambio verdadero, con mas fuerza para los proyectos que la que tenemos con los que nos hacemos en el mes de enero.

Es un mes de vuelta a muchas cosas, a la escuela, al trabajo, a actividades es un buen momento para plantearnos el seguir o el cambiar.

Que la vuelta al colegio sirva para integrar: coherencia, mantener el no y el respeto, palabras que destacan para mi en la entrevista de hoy de El Periodico.

Ursula Oberst
: «Un niño que se porta mal tiene baja autoestima»

Afirma que muchos padres y educadores empiezan el curso angustiados porque cada vez hay más niños con conductas destructivas.

GASPAR HERNÀNDEZ

«Ante el inicio de curso, muchos padres y educadores están angustiados. Tienen la percepción de que cada año los niños son más difíciles de llevar a nivel conductual. Tienen conductas destructivas», opina Ursula Oberst.

–En épocas autoritarias, el método de educación era autoritario. ¿Hoy somos demasiado permisivos?
–Desde luego. La sociedad se ha vuelto más laxa, más permisiva, no solo a la hora de educar, sino para todo.

–Es lógico que esto se traslade a la educación.
–Por eso los padres y maestros se sienten desorientados. Por un lado saben que no pueden ser demasiado autoritarios, y por otro intuyen que la educación que dan a sus hijos o alumnos es demasiado permisiva. No saben qué hacer. No saben qué alternativas hay.

–¿Alguna alternativa?
–Es muy importante ser coherente: por ejemplo, no amenazar con un castigo y luego no aplicarlo. No me parece buena idea un castigo del tipo: «Si haces tal cosa, no podrás ver la tele». Pero si los padres lo pronuncian, lo deben cumplir; si no, se queda en una amenaza vacía y el niño aprende que puede hacer lo que quiera sin ser castigado.

–¿Es partidaria del castigo?
–Yo no soy muy partidaria del castigo, pero es verdad que los padres necesitan autoridad. Ahora está prohibido pegar a los hijos; me parece muy bien, pero hemos caído en el otro extremo: ahora un padre se arriesga a ser denunciado por malos tratos si le da un bofetón a su hijo. De esta manera, el hijo se queda con la idea de que los padres no tienen ninguna autoridad. Los padres necesitan otro tipo de ayuda para no tener que recurrir al castigo físico, una ayuda que no les haga quedar desautorizados.

–No existen recetas milagrosas.
–Pero nos gustaría tenerlas. Muchas veces padres y maestros se acercan para preguntarme: «Si el niño hace esto, ¿yo qué hago?» Ojalá yo pudiera darles una respuesta clara, pero no es posible, porque cuando un niño actúa de una determinada manera, esa conducta responde siempre a un deseo inconsciente. Por eso no hay que actuar sobre la conducta, sino sobre el deseo inconsciente que late tras ella.

–Cuando son pequeños, buscan llamar la atención llorando.
–Y yo me pregunto: si obtienen lo que quieren mediante la rabieta, ¿qué pasará cuando lleguen a ser adolescentes?

–Yo también me lo pregunto.
–Pues el niño que simpre consigue sus objetivos con una rabieta, probablemente será un tirano que querrá conseguir sus objetivos chillando o a través de la fuerza. Si se les da lo que quieren cuando son niños y lloran, lo que les estamos transmitiendo, lo que aprenden, es que demostrando un sufrimiento ostentoso pueden conseguir lo que quieren.

–Es usted muy contundente.
–Es que para los padres es más fácil ceder que imponerse. Y no digo imponerse con la fuerza, sino mantener el no. Siempre es mucho más facil decir que sí y comprarle al niño lo que quiere. Aguantar los llantos es más difícil. Pero si el niño ve que no cedemos, que nos mantenemos tranquilos, incluso amables, sin chillarle ni pegarle, pero firmes, el niño aprende que cuando decimos no, es no. Así, la próxima vez no adoptará la misma actitud.

–Usted dice que el adulto tiende a criticar lo que el niño ha hecho mal, cuando en realidad deberíamos evitar la crítica, poner énfasis en las virtudes, creer en él y resaltar menos los defectos.
–En la escuela tenemos tendencia a destacar los errores y las faltas del niño, en vez de animarle destacando lo positivo que hay en él. Por ejemplo: «Veo que has hecho menos faltas que la última vez, ¿qué pasaría si probases a hacerlo de esta otra manera?» Porque un niño con problemas de conducta es un niño con baja autoestima, un niño al que le falta ánimo, coraje. Aunque en ocasiones demuestre una conducta tiránica, detrás se esconde siempre una baja autoestima.

–¿Qué actitud debemos adoptar en la escuela?
–Debemos evitar criticar, reñir y castigar duramente para que el niño no se sienta humillado. Muchas veces en las escuelas, aunque no sea la intención de la maestra, el niño se siente humillado.

–...
–Si en clase la maestra se dirige al alumno con retintín, aunque sea un leve sarcasmo sin mala intención, al niño le queda grabado porque se siente humillado delante de los demás. Así que el niño tendrá la intención de vengarse, bien sea a través de conductas destructivas o molestando a la maestra. Por eso creo que resulta vital el respeto al niño, incluso hacia el que se porta mal. No es que debamos aceptar su conducta, pero sí tenemos que respetarle como una persona que se equivoca, que actúa mal porque no sabe cómo actuar mejor.

Walnut
Foto:Pilar Vidal Clavería

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Objetivos

Si vamos leyendo la entrevista de El Periodico de Catalunya de hoy, 2 de septiembre 2009, seguro que se nos ocurren algunas Flores de Bach que podrían ayudar a cumplir estos objetivos que hemos dejado pendientes para el mes de septiembre.

LA ENTREVISTA CON LA ‘COACH’ Y PSICÓLOGA
Cris Bolívar: «Alinea tus objetivos con tus valores»
Afirma que muchos objetivos de septiembre no se logran porque no ponemos la suficiente energía en ellos o porque no están de acuerdo con nuestros valores.

GASPAR HERNÀNDEZ

–Para muchas personas el año empieza, en realidad, en septiembre y no en enero, porque hay nuevos objetivos. ¿Por qué la mayoría de objetivos quedan en nada?
–Porque algunas personas no acaban de definirlos claramente. Se trata de visualizar lo que quieren, para transformarlo en realidad.

–¿Y ya está?
–No, hay otras causas. Hay gente que no logra lo que desea porque se pone objetivos que no tienen nada que ver con sus valores. Los padres, el marido o quien sea quiere algo, pero se trata de las expectativas de los otros, con lo cual no tendrán la energía ni la motivación suficientes para llevarlos a cabo. Alinea tus objetivos con tus propios valores.

–Pero lo más importante es el viaje, ¿no?
–Exacto. Hay gente demasiado orientada al resultado final. Y al no conseguirlo en un tiempo determinado, se frustran. Y esa frustración les resta energía.

–Visualizar los objetivos requiere salir, al menos mentalmente, de nuestra zona de confort.
–Ese es uno de los problemas. Muchos objetivos no se logran porque están fuera de nuestra zona de confort y no ponemos suficiente energía en ellos o porque no creemos en nuestra capacidad para lograr algo que está más allá del día a día.

–¿Qué relación guarda todo esto con la autoestima?
–Mucha. Por un lado, si yo no tengo autoestima, difícilmente me conozco; me niego, no me acepto y huyo de mí. Así difícilmente encontraré qué es lo que realmente tiene valor para mí, para poner allí la energía.

–Y por otro lado...
–Si yo no tengo autoconfianza, si no creo en mi potencial, no creeré que pueda lograrlo y no me permitiré ni siquiera soñarlo. O al revés, lo sueño en exceso, como utopía, pensando que no llego. Y por tanto ya ni me muevo.

–Imaginemos que ya tenemos el objetivo visualizado. ¿Qué hacemos?
–Insisto que el objetivo tiene que estar alineado con nuestros valores y ser posible: si trabajo 10 horas al día, no puedo plantearme ir al gimnasio seis horas al día.

–De acuerdo.
–Se trata de buscar las competencias, el camino, para llegar al objetivo, pero sin rigidez. Se trata de permitir la flexibilidad del día a día, para llegar a un porcentaje del objetivo que merezca la pena. Y centrarnos en el proceso que nos está llevando allí. Disfrutar de lo que implique el camino: el aprendizaje que conlleva, la gente a la que conocemos, etc.

–Pero a veces somos tan flexibles que lo dejamos todo para mañana.
–Cuando postergamos en exceso, cuando procastinamos, en realidad no nos apetece el objetivo o no creemos en nosotros mismos o tenemos miedo o el objetivo no está alineado con nuestros valores o somos demasiado perfeccionistas.

–La gran excusa de nuestra época es la falta de tiempo.
–Pues eso: es una gran excusa. Hay que ver por qué le dedicamos tiempo a otra cosa y no al objetivo. ¿Por qué no lo priorizamos?

–¿En época de crisis y paro es suficiente con enviar currículos?
–Cuanto más compleja es una situación, más medios tendríamos que poner para superar los obstáculos que vamos a encontrar. No solo habría que enviar currículos, sino abrir la red de relaciones, movernos a nuevos ámbitos, prepararnos más, ganar autoconfianza, revisar dónde estamos y dónde queremos estar, abrirnos a hacer cosas que hasta ahora no habíamos hecho. No es fácil.

–¿Atraemos lo que deseamos?
–Yo creo en la llamada ley de la atracción, pero siempre con matices. Es verdad que cuando uno enfoca su energía interior hacia un punto las cosas suceden, se mueven en esa dirección que hemos indicado. Pero también es verdad que no hay que caer en la prepotencia y creer que, como lo queremos, lo tendremos. Además, muchas veces lo pensamos desde un punto de vista mental y no desde una perspectiva energética.

–¿Cuál es la diferencia?
–El nivel mental se basa en decirnos para nosotros mismos o en voz alta: «Yo quiero tal objetivo». Y otra cosa es que yo lo tenga interiorizado, que todo mi ser, todas mis competencias, toda mi atención e intuición, vayan orientadas a ese punto. Lo que ocurre es que muchas veces tenemos expectativas limitadas de lo que puede ocurrir.

–¿Qué quiere decir?
–Que puede ocurrir que, para conseguir lo que deseamos, pasen cosas distintas a las expectativas que teníamos previamente. Y no nos damos cuenta de eso hasta el final del proceso.

–¿Por ejemplo?
–Una persona quiere ser más feliz en el trabajo y resulta que la despiden. Bueno, a lo mejor es lo que tenía que ocurrir para que fuese feliz, pero en otro trabajo.

Torre Agbar, Barcelona
Foto: Pilar Vidal Clavería

martes, 4 de agosto de 2009

La autoestima y las Flores de Bach

La autoestima es la evaluación que hacemos de nosotros mismos y que podemos relacionar con diversos aspectos.

Es una evaluación personal y subjetiva, combina la percepción que tenemos de nosotros mismo con el ideal que nos hemos formado.

La autoestima se aprende, cambia y se puede mejorar ya que está basada en sensaciones, creencias y experiencias.

Nuestra autoestima es responsable de nuestros éxitos y de nuestros fracasos, con una autoestima adecuada, nuestra capacidad estará potenciada para desenvolver nuestras habilidades, aumentando nuestra seguridad personal, en cambio una autoestima baja nos puede conducir al fracaso y a una falta de confianza en uno mismo.

Podemos mejorar nuestra autoestima con la ayuda de las Flores de Bach.

Determinadas personalidades tienen más facilidad para derivar a estados donde una baja autoestima esté muy presente.

De las doce primeras Flores de Bach, los Doce Curadores, caracterizados por corresponder a tipos de personalidad o de carácter, algunas de ellas en su aspecto negativo, darán una incorrecta valoración de uno mismo y por tanto una tendencia a tener una baja autoestima, podemos ver entre otras a:

Mimulus, personas tímidas, ansiosas, inseguras, con miedos, vergonzosas, no se atreven a intentar algo que les gustaría hacer.

Gentian, no lo intentan porque están seguros de que saldrá mal, se desaniman fácilmente y son muy negativos.

Centaury, la sumisión al otro, el miedo al rechazo lo llevan a actuar, no por confianza en uno mismo, sino por acatamiento de los deseos del otro y no de los propios.

Cerato, la falta de criterio propio lo conducen a una falta total de confianza en si mismo, en el tener que preguntar siempre antes de actuar.

Scleranthus, no pasarán a la acción por el bloqueo que les produce el tener que escoger.

Cuando en nuestra personalidad un aspecto se cronifica, podremos necesitar de alguno de los Siete Ayudantes, en el caso de las flores anteriores podemos llegar a:

Gorse, no solo no merece la pena o no nos atrevemos a intentar algo, sino que además nos damos totalmente por vencidos y asumimos que tiramos la toalla.

Rock Water, la autoexigencia total y absoluta, hace que si no lo vamos a hacer perfecto digamos que ya no merece la pena el hacerlo.

Y dentro de las últimas 19 Flores de Bach, transpersonales, tenemos a una serie de flores en las que podemos encontrar estados asociados con una baja autoestima en:

Larch, con gran sentimiento de inferioridad y anticipación al fracaso, se rechaza cualquier situación nueva, ante el miedo a que pueda salir mal, es la flor de ayuda para los "es que no puedo...".

Wild Rose, no les importa nada, viven en tal apatía que dicen que no merece la pena ni intentarlo.

Crap apple, muy ligado a la aceptación que se tenga de uno mismo.

Pine, creemos que tenemos la culpa de todo, en lugar de asumir nuestra responsabilidad.

Willow, sentimos un gran resentimiento hacía los demás que sí pueden conseguir sus propósitos.

Elm, nos sentimos desbordados ante las situaciones, incapaces de valorar nuestras auténticas capacidades.

Cómo explicaba al principio del texto la autoestima se aprende y los padres podemos potenciarla en nuestros hijos de una manera correcta, valorando sus progresos, por pequeños que sean, no burlándose de sus errores o de su falta de capacidades, no hace falta recriminarlos de una manera ostentosa, ni delante de cualquiera, hacer una positiva valoración de las diferentes situaciones con las que abordamos la vida diaria es muy importante.

Saltando a la cuerda, Valle de las flores, Kyrgyzstan

Las informaciones sobre les Flores de Bach que aparecen en los artículos de este blog son únicamente de carácter orientativo e informativo. Cada persona necesita un tratamiento individualizado, que debe ser prescrito por un terapeuta floral acreditado.  
 

Foto: Pilar Vidal Clavería





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