Según la leyenda desde que Hotei alcanzó la iluminación, no volvió a pronunciar ninguna palabra, sólamente reía. Se dice que tenía una risa tan contagiosa que los que la oían, también empezaban a reir como no lo habían hecho jamás.
Cuando sus discípulos le hacían alguna pregunta, Hotei se quedaba en silencio durante unos segundos y después soltaba una gran carcajada cómo única respuesta.
Hotei iba de pueblo en pueblo, riendo y la gente se acercaba a las plazas y calles sólo para oirlo reir. Al poco rato, sin saber por qué, todo el pueblo se unía en una sonora carcajada. El pueblo entero se había iluminado.
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Representación de El buda que rie en el Daisho-in de Miyajima
Representación de El buda que rie en el Daisho-in de Miyajima
Fotos;:Pilar Vidal Clavería
octubre 2010