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domingo, 18 de agosto de 2013

Cuidar las relaciones con Flores de Bach

Cuidar las relaciones a través de las flores de Bach es una propuesta para la que apuesto a través de una fórmula,  que además de floral,  lleva acompañada una breve frase para memorizar.
Se trata de:
Dos de Res Per un de Gra
Lo que puede parecer una extraña combinación de palabras esconde un mensaje que nos puede ayudar a la hora de establecer nuevas relaciones y de mantener las que ya están consolidadas.
Las relaciones con los demás son uno de los puntales de nuestra vida. Desde que nacemos establecemos relaciones, con nuestros padres, con nuestra familia, con nuestros amigos, en la escuela, en el trabajo, el modo en que las establezcamos va a ser muy importante para poder ser felices.
Vivimos en compañía de muchas personas, todos dependemos de todos y no podemos vivir ni sobrevivir solos.
¿Qué nos puede ayudar  para que estas relaciones sean las mejores posibles?
Mi propuesta es la combinación de algunas  Flores de Bach  junto a la práctica de unos valores que vienen resumidos en estas palabras: 
Responsabilidad, Respeto, Perdón y Gratitud y de aquí la frase:
Dos de Res Per un de Gra
Estos cuatro valores son básicos e imprescindibles para que las relaciones funcionen, sean saludables y agradables.
El primero de los  Res de la frase es el de la Responsabilidad y la flor que le podemos poner de compañera es Chestnut Bud. A ser responsable se aprende, muchas veces aprendiendo de nuestros propios errores, si somos resposables los demás confían en nosotros,  cumplimos con nuestros compromisos, asumimos que las cosas a veces no salen como queremos y eso nos sirve para aprender y hacerlo mejor en otra ocasión, no culpamos a los otros,  sino que asumimos nuestra propia responsabilidad.
El segundo Res de la frase es el del Respeto, el respeto es una actitud mediante la cual tenemos en cuenta a los demás, tenemos en consideración sus derechos y estamos dispuestos a aceptar las diferencias con los otros.
El respeto nos ayuda a darnos cuenta de que necesitamos y dependemos de los esfuerzos de los demás, que todos somos iguales dentro de nuestras diferencias particulares. Mostramos respeto cuando nos comportamos con educación y cuidamos de todo lo que nos rodea.
La flor de Bach que podemos asociar con el respeto es Beech,  el remedio que nos va a permitir tolerar a los demás, aceptar sus diferencias y disfrutar de la diversidad.
El Per de nuestra frase nos acerca al Perdón, perdonar nos lleva a la paz, a empezar de nuevo, nos ayuda a estar mejor con nosotros mismos, nos libera de sentimientos como el rencor, la ira o el deseo de venganza, el perdón no implica olvidar, sino brindar nuevas oportunidades, el perdón lo podemos practicar con los demás y no olvidar de perdonarnos a nosotros mismos.
En relación al perdón Pine es la flor de Bach que nos brindará comprensión para aceptar que nadie es perfecto, que nos pueden herir y que nos podemos equivocar, nos ayudará a que el deseo de la reconciliación o de la paz sea más fuerte que el de la ira.
Y llegamos al Gra, nada más y nada menos que a la Gratitud, apreciar y valorar todo lo que tenemos, desarrollar la gratitud nos ayudará a apreciar las cosas bellas de la vida y podremos ver los aspectos positivos incluso en las situaciones adversas.
Recibir y dar agradecimiento es un intercambio que fortalece nuestra autoestima y nos da confianza en nosotros mismos y en los demás, agradecer nos enseñana a no quejarnos y aceptar que muchas veces las cosas no salen como queremos o deseamos.
La flor para el agradecimiento puede ser Chicory, el remedio que nos enseña a ayudar a los demás, a querer sin condiciones, sin esperar nada a cambio y sin hacer chantajes para conseguir lo que queremos.
Para integrar a estas cuatro valores que nos ayudarán en nuestras relaciones os propongo un juego, el juego de las promesas.
Puede ser un buen momento para revisar que promesa queremos realizar o cual tenemos pendiente, prometer alguna cosa supone comprometerse con ella, recordar que las promesas las podemos hacer a los demás, pero las más importantes son las que nos hacemos a nosotros mismos.
Esta propuesta de fórmula floral y de valores,  la presenté en un taller a los adolescentes que particiban en los campamentos terapeuticos realizados en el Ceib, http://www.ceibarcelona.com, el pasado mes de enero y que tomaron Flores de Bach
Este artículo se ha publicado en el número 69 de la Revista Sedibac, Verano 2013


Beech
Texto y fotografías: Pilar Vidal Clavería

martes, 28 de diciembre de 2010

Abuelos, padres, hijos

Este artículo de  Leopoldo Abadía, lo leí hace unos días en el blog de Manel Marín, en su apartado Sigue lo que leo.

Ayer me lo envio Neus Monje, será que es el momento de incluirlo en el blog, para descubrirlo o recordarlo.

Me escribe un amigo diciendo que está muy preocupado por el futuro de sus nietos.
Que no sabe qué hacer: si dejarles herencia para que estudien o gastarse el dinero con su mujer y que "Dios les coja confesados".
Lo de que Dios les coja confesados es un buen deseo, pero me parece que no tiene que ver con su preocupación. 


En muchas de mis conferencias, se levantaba una señora (esto es pregunta de señoras) y decía esa frase que me a mí me hace tanta gracia: "qué mundo les vamos a dejar a nuestros hijos?"
Ahora, como me ven mayor y ven que mis hijos ya están crecidos y que se manejan bien por el mundo, me suelen decir "qué mundo les vamos a dejar a nuestros nietos?"
Yo suelo tener una contestación, de la que cada vez estoy más convencido:
"y a mí, qué me importa?!"
Quizá suena un poco mal, pero es que, realmente, me importa muy poco.
Yo era hijo único. Ahora, cuando me reuno con los otros 64 miembros de mi familia directa, pienso lo que dirían mis padres, si me vieran, porque de 1 a 65 hay mucha gente. Por lo menos, 64. 


Mis padres fueron un modelo para mí. Se preocuparon mucho por mis cosas, me animaron a estudiar fuera de casa (cosa fundamental..., que te ayuda a quitarte la boina y a descubrir que hay otros mundos fuera de tu pueblo, de tu calle y de tu piso), se volcaron para que fuera feliz. Y me exigieron mucho.

Pero, ¿qué mundo me dejaron? Pues mirad, me dejaron:

1. La guerra civil española
2. La segunda guerra mundial
3. Las dos bombas atómicas
4. Corea
5. Vietnam
6. Los Balcanes
7. Afganistán
8. Irak
9. Internet
10. La globalización


Y no sigo, porque ésta es la lista que me ha salido de un tirón, sin pensar. Si pienso un poco, escribo un libro.
Vosotros creéis que mis padres pensaban en el mundo que me iban a dejar?
Si no se lo podían imaginar!

Lo que sí hicieron fue algo que nunca les agradeceré bastante: intentar darme una muy buena formación. Si no la adquirí, fue culpa mía.


Eso es lo que yo quiero dejar a mis hijos, porque si me pongo a pensar en lo que va a pasar en el futuro, me entrará la depre y además, no servirá para nada, porque no les ayudaré en lo más mínimo.


A mí me gustaría que mis hijos y los hijos de ese señor que me ha escrito y los tuyos y los de los demás, fuesen gente responsable, sana, de mirada limpia, honrados, no murmuradores, sinceros, leales. Lo que por ahí se llama "buena gente".
Porque si son buena gente harán un mundo bueno.


Por tanto, menos preocuparse por los hijos y más darles una buena formación:
que sepan distinguir el bien del mal,que no digan que todo vale, que piensen en los demás, que sean generosos...


En estos puntos suspensivos podéis poner todas las cosas buenas que se os ocurran. 


Al acabar una conferencia la semana pasada, se me acercó una señora joven con dos hijos pequeños. Como también aquel día me habían preguntado lo del mundo que les vamos a dejar a nuestros hijos, ella me dijo que le preocupaba mucho qué hijos íbamos a dejar a este mundo.


A la señora joven le sobraba sabiduría, y me hizo pensar.
Y volví a darme cuenta de la importancia de los padres. Porque es fácil eso de pensar en el mundo, en el futuro, en lo mal que está todo, pero mientras los padres no se den cuenta de que los hijos son cosa suya y de que si salen bien, la responsabilidad es un 97% suya y si salen mal, también, no arreglaremos las cosas. 


Y el Gobierno y las Autonomías se agotarán haciendo Planes de Educación, quitando la asignatura de Filosofía y volviéndola a poner, añadiendo la asignatura de Historia de mi pueblo (por aquello de pensar en grande) o quitándola, diciendo que hay que saber inglés y todas estas cosas. 


Pero lo fundamental es lo otro: los padres. Ya sé que todos tienen mucho trabajo,
que las cosas ya no son como antes, que el padre y la madre llegan cansados a casa, que mientras llegan, los hijos ven la tele basura, que lo de la libertad es lo que se lleva, que la autoridad de los padres es cosa del siglo pasado... 


Lo sé todo. TODO. Pero no vaya a ser que como lo sabemos todo, no hagamos NADA.
Leopoldo Abadía

P. D .
1. No he hablado de los nietos, porque para eso tienen a sus padres.
2. Yo, con mis nietos, a merendar y a decir tonterías y a reírnos, y a contarles las notas que sacaba su padre cuando era pequeño.
3. Y así, además de divertirme, quizá también ayudo a formarles. 


Myanmar, agosto 2010
Foto: Pilar Vidal Clavería
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