Cuando
oigo música, paseo por las galerías de un museo, alegro mi vista con
las líneas puras de una catedral gótica, leo un poema o un artículo
científico, contemplo a mis nietos mientras juegan, o sencillamente,
pienso que puedo hacer todo esto, incluyendo la posibilidad de
reflexionar en mi capacidad para hacerlo, me parece imposible concebir
al universo del cual formo parte como un lugar que no esté predestinado
por su propia naturaleza a producir, en algún lugar y en algún momento,
quizás en muchos lugares y en muchas ocasiones, a unos seres capaces de
disfrutar con la belleza, de sentir amor, de buscar la verdad y captar
el misterio. Esto, sin lugar a dudas, me califica como a un romántico.
Que así sea.
Christian de Duve