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viernes, 28 de enero de 2011

Relativo

Dos reflexiones para aceptar lo relativo en nuestra existencia, la una tiene que ver con lo que es bueno o es malo, la otra con la buena suerte o la mala suerte.

La consideración de lo correcto o incorrecto, lo bueno o lo malo, es puramente relativa. Lo que es correcto en la evolución natural de los aborígenes, por ejemplo, puede ser incorrecto para una civilización más culta, e incluso, lo que pudiese ser una virtud como tal para nosotros mismos podría estar fuera de lugar, y por ende ser incorrecta, en alguien que hubiese alcanzado la etapa del discipulado. Lo que llamamos incorrecto o malo es, en realidad, lo bueno pero fuera de lugar, y por ende, puramente relativo.

Curáte a ti mismo
Edward Bach

 
Vall de Núria, agosto 2010
Foto: Pilar Vidal Clavería

Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una casita del campo. Se dedicaba a trabajar la tierra y tenía un caballo para la labranza y para cargar los productos de la cosecha, era su bien más preciado.


Un día el caballo se escapó saltando por encima de las bardas que hacían de cuadra.
El vecino que se percató de este hecho corrió a la casa del hombre para avisarle:
-Tu caballo se escapó, ¿que harás ahora para trabajar el campo sin él? Se te avecina un invierno muy duro, ¡qué mala suerte has tenido!


El hombre lo miró y le dijo:
-Buena suerte, mala suerte, ¿quien sabe?


Pasó algún tiempo y el caballo volvió a su redil con diez caballos salvajes más. El vecino al observar esto, otra vez llamó al hombre y le dijo:
-No solo recuperaste tu caballo, sino que ahora tienes diez caballos más, podrás vender y criar, ¡qué buena suerte has tenido!


El hombre lo miró y le dijo:
-Buena suerte, mala suerte, ¿quien sabe?


Unos días más tarde el hijo montaba uno de los caballos salvajes para domarlo y calló al suelo partiéndose una pierna. Otra vez el vecino fue a decirle:
-¡Qué mala suerte has tenido!, tras el accidente tu hijo no podrá ayudarte, tu eres ya viejo y sin su ayuda tendrás muchos problemas para realizar todos los trabajos.


El hombre, otra vez lo miró y dijo:
-Buena suerte, mala suerte, ¿quien sabe?


Pasó el tiempo y estalló la guerra con el país vecino de manera que el ejército empezó a reclutar jóvenes para llevarlos al campo de batalla. Al hijo del vecino se lo llevaron por estar sano y al accidentado se le declaró no apto. Nuevamente el vecino corrió diciendo:
-Se llevaron a mi hijo por estar sano y al tuyo lo rechazaron por su pierna rota. ¡Qué buena suerte has tenido!


Otra vez el hombre lo miró diciendo:
-Buena suerte, mala suerte, ¿quien sabe?

De este relato no tengo clara su procedencia ya que lo he encontrado tanto como un Relato chino o como un Cuento sufi.

lunes, 26 de julio de 2010

La lección de la mariposa

Esta historia ya me había llegado en otras ocasiones, hoy puede ser un buen día para compartirla, en especial con todas las mariposas que pueden desplegar sus alas.

Un día, en una pequeña abertura apareció una oruga; un hombre se sentó a observar a la mariposa durante varias horas, viendo cómo se esforzaba para hacer que su cuerpo saliera a través de aquel pequeño agujero.

Llegó un momento en que pareció que la oruga, a pesar de su esfuerzo, no avanzaba nada. Parecía que había llegado a un punto en que ya no podía avanzar más...

Entonces el hombre decidió ayudar a la oruga y agrandó el agujero. La mariposa salió sin dificultad.

Pero su cuerpo estaba débil, las alas no estaban desarrolladas y las patitas no la sostenían. El hombre continuó observándola esperando que en cualquier momento se lanzaría a caminar y emprendería el vuelo a través de las flores.

Pero nada sucedió. La verdad es que la mariposa pasó toda la vida arrastrándose por el suelo. Fue incapaz de elevar el vuelo.

Lo que el hombre que con toda su buena voluntad quiso ayudar a la mariposa, no entendía es que, al hacer un gran esfuerzo para atravesar el pequeño agujero, los jugos vitales se iban distribuyendo y extendiendo por las partes del cuerpo que requerían fortaleza para volar. Al pasar el agujero sin ese esfuerzo, las alas no recibieron la sustancia necesaria.

Algunas veces necesitamos el esfuerzo y la dificultad en nuestra vida...

Yo pedí fuerza.. Y Dios me dio las dificultades para hacerme fuerte Yo pedí sabiduría Y Dios me dio problemas por resolver Yo pedí prosperidad Y Dios me dio inteligencia y músculos para trabajar Yo pedí coraje... Y Dios me dio obstáculos para superar Yo pedí amor... Y Dios me dio personas con problemas a quienes ayudar Yo pedí favores... Y Dios me dio oportunidades Yo no recibí nada de lo que pedí... Pero he recibido todo lo que necesitaba

Fotografías: Pilar Vidal Clavería

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