Nuestra ruta hacía el Estado de Chiapas, tenía como paso intermedio el Estado de Campeche, y en su capital, oficialmente llamada San Francisco de Campeche, aunque la mayoría la conoce como Campeche, estuvimos dos días. Una ciudad deliciosa y una primera toma de contacto con el Día de Muertos.
Altares, cempasúchil, papel picado, catrinas, ofrendas, calaveras, velas...un vocabulario que durante unos días estaba muy presente. La
película Coco que tanto ha popularizado el tradicional
Día de Muertos mexicano, empezaba para nosotros en esta ciudad. El resto de poblaciones que os iré mostrando son un ejemplo de que el recordar a los seres queridos e integrar con naturalidad la vida y la muerte es una manera mucho más sencilla y normal de pasar por este mundo. Se crea un vínculo especial entre vivos y muertos que en estas fechas está representado en los altares.
La capital se encuentra junto al mar, en el golfo de México y se fortificó en el siglo XVII para hacer frente a los ataques de los piratas.
Destacan sus coloridos edificios coloniales. Pasear por sus calles adoquinadas y saborear sus deliciosos platos. Allí comí los mejores camarones con coco que he probado nunca y descubrí los huevos divorciados.
El término campechano proviene precisamente de esta ciudad. Los españoles que volvían a España y habían estado viviendo en esta ciudad, describían a sus habitantes como amables y cercanos, de ahí la expresión.
En el Centro Cultural Casa número 6, una casa que además es museo y recrea una vivienda del Campeche del siglo XIX, nos recomendaron la visita al Cementerio de Pomuch. Fue un primer contacto con los cementerios en el Día de Muertos y de lo más sorprendente. En Pomuch, siguiendo las costumbres de la cultura maya, se exhuman los huesos de los antepasados, se limpian, se colocan en una caja de madera envueltos en mantos blancos bordados y se depositan en un osario.
La caída del sol es rápida, las banderolas de papel picado contrastaban con los colores dorados de la puesta del sol en el malecón de la ciudad.
Vista
de la Catedral de Nuestra Señora de la Purísima Concepción, desde el
piso superior de la galería porticada. Estar cenando con esta vista fue
uno de los regalos que nos ofreció la estancia en Campeche. La catedral
de estilo barroco fue edificada en 1705.
A las ocho de la noche empezó el desfile del Festival de las Luces, una de la celebraciones previas al Día de Muertos y que recorrió las calles principales de Campeche. La elaboración de los maquillajes, especialmente de las Catrinas era espectacular.
Jordi no se pudo resistirse a pedir una fotografía a una de las participantes del desfile. Algunas personas al ver la foto creieron que era yo, pero no, la posibilidad del maquillaje la dejo pendiente para un próximo viaje.
A la mañana siguiente, el paseo por las calles tranquilas de Campeche fue de lo más agradable.
Vista de las arcadas en uno de los laterales de la Plaza de la Independencia, denominada así desde1829 para conmemorar la separación de México del dominio español que se había iniciado en 1521.
Este entorno de plaza, catedral y jardines se denomina en la actualidad Parque principal Campeche.
La arquitectura colonial en Campeche se encuentra en sus casas y en las edificaciones religiosas. Estas últimas debidas principalmente a los franciscanos y también a los jesuitas. Iglesias como el Dulce nombre de Jesús, San Roque o San Francisco destacan por sus colores en el recorrido por la ciudad.
Las calles en Campeche se denominan con números, la calle 59, es una de las que cuenta con más casas coloniales.
Puertas, ventanas y celosías destacan junto a la viveza de los colores de sus muros.
Hay momentos en que los cárteles anunciando, compras y alquileres sacan sabor a los edificios. El slogan "el negocio, es el negocio", aquí también está presente.
Curiosa la falta de colorido en la iglesia de San Juan de Dios. Esta iglesia junto a un hospital que no existe en la actualidad, se construyeron gracias a los donativos de los residentes de Campeche y a un cuantioso donativo de la reina Mariana de Austria. Su construcción concluyó en 1685.
En la visita al mercado principal vi las primeras flores de Cempasúchil. Asociado con el sol por su intenso color, su nombre original en náhuatl, era cempohualxochitl, que significa veinte flores.
En El National Geographic, hay un artículo sobre el Cempasúchil, La flor que nació del amor para guiar a los muertos, puedes leerlo clicando en el enlace.
En el mercado también habían muchas paradas con los dulces típicos del Día de Muertos que se colocan en los altares que se realizan en honor de los seres queridos fallecidos. Los más conocidos son las calaveritas de azucar, aunque tambien hay figuritas diversas como estas de la fotografía. Se puede degustar todo, menos la ropa!!!
Después tomamos el coche y nos dirigimos al municipio de Hecelchakán, tardamos menos de una hora y llegamos al Cementerio de Pomuch.
Cuando muere un habitante de Pomuch, su cuerpo permanece en una bóveda, sellada durante tres años, a partir de esa fecha, los restos pueden ser exhumados para depositarlos en un osario.
Entre el 25 de octubre y el 30 se procede por parte de los familiares o de personas que se encargan de ello, a la limpieza de los restos. El día 31 las familias montan la ofrendas en sus casas y en el cementerio.
Una vez limpios los restos, se depositan en una caja de madera, se envuelven con un paño blanco, bordado con flores y se depositan en un osario.
Los osarios en estos días también se repintan con colores vivos.
Octavio Paz en El laberinto de la soledad, escribió:
"Para el habitante
de Nueva York, París o Londres, la muerte es palabra que jamás se
pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta,
la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus
juguetes favoritos y su amor más permanente".
Mientras visitábamos el cementerio y superábamos las primeras impresiones de este lugar tan particular, coincidimos con una vecina de Pomuch, que explicaba junto a unos niños sus vivencias personales a través de este ritual. Ella limpiaba los restos de su padre desde hacía unos años. Había sido maestra y ahora se dedicaba a difundir a través de sus explicaciones sus tradiciones en los días previos y en el Día de Muertos.
Una de las tradiciones es la preparación del pibipollo, una masa rellena de carne de cerdo, pollo o pavo y también verduras, empaquetado en hojas de pátano con cuerdas de henequén. Una vez preparados se colocan en los altares de muertos junto a otros platos. Es después cuando se les pide permiso a los muertos para comer su comida.
El día 28 de octubre había sido Luna Llena, una luna que iluminó la Fiesta de las luces y animó si cabe todavía más, mi visita a la ciudad.
Texto y Fotografías: Pilar Vidal Clavería
San Francisco de Campeche y Pomuch
(Campeche)
México
octubre 2023
Las
informaciones sobre las Flores de Bach que aparecen en los artículos de este blog
son únicamente de carácter orientativo e informativo. Cada persona
necesita un tratamiento individualizado, que debe ser prescrito por
un terapeuta floral acreditado.