No hace mucho tiempo que el nombre de San Juan Chamula, era desconocido para mi. Mi gran interés surgió con las explicaciones de unos amigos, que estuvieron en México hace pocos años.
Visitaron esta población del Estado de Chiapas, el 1 de noviembre, el Día de Muertos. Les impactó tanto la visita a la pequeña iglesia de San Juan Bautista y el posterior recorrido por el cementerio, que tal como describían cómo era el interior de la iglesia, las profundas creencias de los habitantes de la población, sus rituales, sus ceremonías, el entorno, se me figuraba como algo algo único e impresionante. Y me recalcaron que no pudieron hacer ni una foto, ni filmar en su interior, porqué está prohibidísimo. No podían mostrarme ningún recuerdo gráfico, todo y que eso sí, ambos insistían en que era una experiencia única y que merecía sin duda el llegar hasta allí.
San Juan Chamula se presentaba para mi como curioso, mágico y auténtico. Un tesoro, vaya! Empecé a soñar con la posibilidad de ir a visitarlo. Se presentó la oportunidad de hacer el viaje a tierras mexicanas este otoño para nosotros, y... como no? Ir a San Juan Chamula era la prioridad para mi.
La palabra sincretismo toma todo su sentido en San Juan Chamula. Un sincretismo que destaca en la parte religiosa, la cultural, la social y la económica. En la parte religiosa, las antiguas deidades mayas se mezclan con los santos del catolicismo, los rituales y ofrendas de gallinas se hacen en el interior de la iglesia. Las figuras de los santos tienen espejos y la confesión se lleva a cabo de manera personal frente a uno de los distintos santos, el espejo es para que el creyente se refleje. El único rito católico que se practica es el del bautismo, la pica bautismal está a la derecha de la entrada.
Se denominan chamulas a los habitantes de los tres barrios anexos a la iglesia de San Juan Bautista, y también a diversas etnias mayas que viven en la sierra de Chiapas, pertenecen al pueblo tzotzil.
Las tradiciones de los chamulas se conservan, se integran con la evangelización católica y con la globalización, no faltaban los teléfonos móbiles en buena parte de los asistentes en el interior de la iglesia.
Desde de San Cristobal de las Casas, donde teníamos nuestro apartamento, tomamos ruta a San Juan Chamula. En sólo media hora habíamos llegado a nuestro destino. A primera hora de la mañana, del 1 de noviembre, estabamos en la Plaza de la Paz de San Juan Chamula, mi sueño cumplido.
El exterior de la iglesia de San Juan Bautista es de estilo colonial, está pintado de blanco con algunos toques verdes y tiene una triple espadaña.
Desde la siete de la mañana se había iniciado el toque de las campanas de la iglesia, cuyo sonido guía a las almas de camino a casa. El repicar no cesa hasta las siete de la tarde. La gente de la población hacen cola para participar en esta encomienda. Las tres campanas, con sus treinta metros de cuerda, tocan al unísono. El día 2 de noviembre siguen sonando, en este caso para despedir a las ánimas y guiarlas de camino a sus tumbas.
La vestimenta, tanto de mujeres como de hombres es bien particular. Las mujeres suelen llevar faldas negras elaboradas con lana de oveja, los hombres chamarras del mismo material. Es caracterísitico que los policias "mayoles", encargados de poner paz, lleven las chamarras blancas. Su calzado y el pañuelo que cubre la cabeza también son particulares.
Pudimos acceder al interior del edificio después de presentar el tiquet de entrada y de que nos volvieran a inisitir en que no hicieramos ni una fotografía.
El interior es imponente, nunca había visto nada similar. Una única nave, sin bancos, con buena parte del suelo sembrado con velas encendidas y ramas de pino local. En los laterales están las imagenes de los santos. Las familias estaban sentadas en el suelo o caminaban por la iglesia, hacían ofrendas, rezaban. Era un despertar para los sentidos: el olor, el aire enrarecido por el humo, los colores... Dada la estructura de madera del edificio, este se encuentra vigiliado por voluntarios las 24 horas todos los días del año para prevenir un incendio fortuito.
Después de salir de la iglesia, caminamos entre las paradas del mercado que se encuentra también en la Plaza de la Paz.
Esta vendedora de calabazas se prestó amablemente a tomarse una fotografía conmigo.
Después de pasear por el mercado, nos preguntamos ¿Donde estaba el cementerio?, la respuesta era muy fácil, no había más que seguir a las personas que con ramos de cempasúchil caminaban calle arriba.
Si en el interior de la iglesia me había sobrecogido con las oraciones, las olores y los colores, la llegada al cementerio me causó una impresión también inolvidable. Las tumbas no tienen lápidas y los fallecidos se entierran a poco profundidad. En estos días de celebración del Dia de Muertos, las tumbas con montículos de tierra se cubren de ramas y hojas del pino local y de pétalos de cempasúchil, las coronas de flores y ofrendas complentan a la mayoría de tumbas.
El cementerio se encuentra junto a las ruinas del templo de San Sebastián, del que únicamente quedan las paredes.
En las ofrendas encontramos desde flores diversas a frutas, botellas de Coca-Cola y también de licores.
Cada familia se reúne alrededor de la tumba, y sus miembros traen sillas, comida, bebida, y lo comparten todo.
Los mariachis van de tumba a tumba y ofrecen sus canciones. Algunas de las letras que escuché estaban relacionadas con la importancia de saber vivir el momento y con el recuerdo de los seres queridos.
Desde lo alto de la loma había una buena vista del cementerio. El movimiento de personas era continuo.
Los "mayoles", policias encargados de poner paz, también estaban junto a las tumbas.
Los mariachis estuvieron encantados de fotografiarse con Jordi, como dice una de mis nietas, "¡Viva México!".
A continuación dejamos San Juan Chamula y fuimos a visitar el pueblo de Zinacantán, os lo explico en la próxima entrada.
Texto y Fotografías: Pilar Vidal Clavería
San Juan Chamula
Chiapas
México
1 de noviembre 2023