Las Contra - La Vanguardia
Desde que el mundo se mueve con petróleo, todas nuestras crisis económicas han comenzado por su precio...
Correcto.
... Y esta no es diferente.
¿Y las hipotecas subprime?
No son su causa, sino una irresponsable consecuencia: se concibieron con la presunción de que los tipos de interés seguirían siempre bajos, como el precio del barril.
Siempre fue el gran tensor de precios.
¿Recuerda cómo el barril de petróleo se puso poco antes de la recesión a 147 dólares?
¡Y cómo se quejaban los taxistas!
Pues las subprime y las hipotecas baratas que causaron el terremoto financiero se empezaron a conceder cuando el petróleo costaba 40 dólares y había liquidez de sobra.
Y el tráfico estaba imposible.
Yde repente el petróleo pasó de 40 a 70 dólares y subiendo. Por eso la inflación se disparó un 35 por ciento en el planeta. Y los bancos centrales se vieron obligados a subir tipos para evitar un desastre monetario.
Y las hipotecas se hicieron impagables.
¡A más del 5 por ciento de interés! Pero..., recuerde: ¿cuál era la causa última?
Usted dice que el precio del petróleo.
Por eso, cuando reventó la burbuja hipotecaria, el precio del petróleo también volvió a bajar a los 40 dólares y ahora, que apenas se observa una tímida recuperación... ¡Ya está el barril de nuevo a ochenta dólares!
Y las petroleras subiendo en bolsa.
Mi propio banco, el CIBC, tuvo que dar por perdidos 8.000 millones de dólares de hipotecas impagadas. Yo decidí ir más allá de todo lo que se publicaba y empezar a estudiar esa causa última: el precio del petróleo.
¿Y qué ha descubierto?
Que el petróleo va a ponerse en 100 dólares en seis meses y que ese barril a tres dígitos acabará con la cultura low costydemostrará que la globalización ha sido un sueño o una pesadilla, pero, en cualquier caso, económicamente insostenible en el futuro.
Pero los bancos estarán más regulados.
¿Y qué? Los gobiernos pueden desincentivar el riesgo especulativo, cobrar tasas sobre los movimientos de capital... Lo que quieran: pero eso no abaratará el petróleo. Los estados no pueden inventarse el crudo.
Nadie sabe cuánto petróleo queda.
Lo que puedo afirmar, como cualquier experto, es que se ha acabado el petróleo barato: ahora disfrutamos aún de una tregua gracias a la recesión que acabará en seis meses.
¿Cómo lo sabe?
Digamos que el petróleo barato ya ha sido extraído y se ha dejado el caro para el final... ¿No le parece puro sentido común?
La técnica avanza, el mundo es grande.
Las técnicas progresan, sí, pero también son más caras. Además, los países productores necesitan cada vez más su propia producción: simplemente, ya no pueden permitirse vender barato el petróleo que queda.
Las renovables ya están despegando.
Pero no están aún desarrolladas lo suficiente como para sustituir al petróleo en unos meses; ni siquiera para modular su precio. Lo estarán en 10 años, pero no en 10 meses.
Entonces...
Insisto en que hablo sin emoción partiendo del frío estudio de los precios: en apenas unos meses veremos el fin del low cost y el principio del fin de la globalización.
¿Me alegro o me entristezco?
Ese es su problema. Yo sólo soy economista. Lo que puedo predecir es que se acabaron los vuelos de los londinenses a Barcelona para disfrutar de una noche de juerga.
Y con ellos todo un estilo de vida.
El low cost es ecológicamente insostenible, pero ahora será económicamente inviable. Usaremos el avión, desde luego, pero no para ir a Vietnam unos días de vacaciones, sino en ocasiones señaladas y a un alto precio.
Volar será un lujo, como en los 60.
Desandaremos la senda de la globalización que anduvimos gracias al petróleo barato.
Si me permite: no me parece tan malo.
Pues mejor para usted, porque vamos a tener que renacionalizar y relocalizar todo el sistema productivo a medida que se demuestre que el alto precio del petróleo hace inviable seguir globalizando la economía.
¿En qué sentido?
Que en las Navidades del 2010, amigo, ya no va usted a poder comer mangos.
¿. ..?
Yo de pequeño, en Navidad en Toronto, la única fruta que tenía era la compota de manzana en tarro de mi abuela. A eso volvemos.
¿Y qué más?
Ahora las economías avanzadas sólo crean empleos de servicios con salarios bajos: camareros, telefonistas... Y un puñado de capataces, porque la producción se lleva a Asia.
Aquí todos innovaremos... Dicen.
Pues van a volver aquí las fábricas, porque muy pronto será imposible pagar el petróleo que cuesta mover piezas y productos entre Asia y España: económicamente insostenible. Así que tendremos que volver a producirlo nosotros todo y más cerca: desde los granitos de arroz hasta los transatlánticos.
¿Volver a la autarquía, dice usted?
Relocalizar y aproximar la producción al consumidor: el mundo encogerá. América no podrá permitirse importar como ahora 6.000 millones de dólares de comida china.
¿Y así volverá el consumo de lo local?
No habrá más remedio. Lo exótico será de nuevo exótico... Y caro. Y lo local y artesano volverá a ser lo cotidiano... Como en nuestra infancia.
Nadie sabe cuánto petróleo queda ni cuándo se acabará, pero Rubin sostiene en Por qué el mundo está a punto de hacerse mucho más pequeño que lo que se ha acabado - seguro-es el petróleo barato. Y con él la era low cost y la globalización. Y esta vez la fría predicción economicista coincide con la utopía nostálgica y yeyé: traer cerezas de Chile en Navidad va a ser insostenible, amigos, pero, en primavera a cambio, miles de neopayeses volverán a cultivar habitas del Maresme. Retornarán así artesanías y diversidad de gustos locales, pero no por capricho gourmet, es que no habrá más remedio. Lo barato saldrá tan caro que no podremos permitírnoslo. ¡Ojalá suceda también al revés!