Estamos más acostumbrados a oír o decir: Mientras hay vida, hay esperanza, un sencillo cambio en el orden de esta frase es una de las muchas lecciones que nos aporta 
Julio Gómez en esta entrevista, el no encubrir la muerte es otra de ellas y la necesidad de elaborar el  duelo gran asignatura pendiente de la medicina.
Julio Gómez, médico que asiste a enfermos  terminales
"¡Intentaré que la muerte me  encuentre bien vivo!"
Tengo 40 años. Nací y  vivo en Bilbao. Soy médico especialista en cuidados paliativos: asisto a  enfermos terminales. Estoy casado y tengo un hijo, Ander (11), y tuve  una hija, Estíbaliz (murió hace seis años). ¿Política? Compromiso  social, voluntariado. Soy cristiano
Si  yo fuese un enfermo terminal, ¿qué haría usted?
Ayudarte  a vivir bien hasta el último minuto.
¿Cómo puedo vivir  bien sabiendo que voy a morir?Si aceptas lo inevitable  y yo te palío lo evitable, vivirás bien hasta el final, con dignidad.
¿Qué  es lo evitable?El dolor total.
¿Qué  es el dolor total?Una suma de dolor físico, dolor  psíquico, dolor social y dolor espiritual. Paliémoslos: en eso consisten  los cuidados paliativos.
¿Desde cuándo la medicina los  ofrece?En España, sólo desde los años 80. Antes, el  médico veía a la muerte como enemiga: si no podía curar, el médico se  sentía fracasado. "No hay nada que hacer", sentenciaba, y abandonaba al  enfermo a su suerte.
Lo desahuciaba.El  médico está entendiendo que, más allá de curar, puede cuidar al enfermo  desde el diagnóstico hasta la muerte. Lo dice el filósofo Francesc  Torralba: "Hay enfermos incurables, pero ninguno incuidable".
¿Cómo  me paliarán el dolor físico?Hay analgésicos idóneos,  hay morfina.
Si la morfina merma mis facultades, ¿me  compensaría usarla de todos modos? 
Te preguntaría  siempre antes. Hoy podemos dosificar la morfina de modo que palíe tu  dolor físico con el mínimo embotamiento cognitivo. El otro día reduje la  dosis a un enfermo porque vi que había alcanzado una serenidad natural  que lo permitía.
¿El estado psíquico determina el  físico?Sí. El dolor psíquico - angustia, ansiedad,  tristeza, ira, miedo...-alimenta el sufrimiento, sensibiliza, incrementa  el dolor total.
¿Y cómo se palía ese dolor psíquico? 
Acompañando  al enfermo, permitiendo que se permita expresar rabia, tristeza...  ¡Sólo así podrá llegar a aceptar su situación! Ese enfermo quiso hablar  con familiares, expuso deseos, se reconcilió consigo mismo...
Me  hablaba de dolor social: ¿qué es? 
El derivado de  perder tus roles sociales anteriores, a causa de tu enfermedad.
¿Cómo  puede paliarse ese dolor? 
Un enfermo entendió lo mucho  que podía enseñar a sus hijos (o nietos) con su actitud ante la  enfermedad y la muerte: ganó para sí un rol social, ¡y un rol muy  importante!
¿Sí? 
Solemos encubrir la  muerte. Error. Si de niños vemos al abuelo muerto, ¡sufriremos menos  mañana ante la muerte! Los niños aceptan la muerte como natural: ¿por  qué inocularles temores, perjudicándoles?
Me citaba el  dolor espiritual: ¿qué es?Es el del sentido: "¿por  qué?", "¿por qué yo?", "¿para qué nacer, para qué vivir?", "¿para qué  todo?", "¿qué pinto yo aquí?", "¿dónde está Dios?". El enfermo terminal  se hace estas preguntas, busca un sentido...
¿Y cómo le  ayuda usted ahí? 
Acompañándole en las preguntas: al  menos, siempre nos quedarán las preguntas.
No sé si es  mucho consuelo... 
Nada alivia más a un paciente  avanzado que comprobar que su médico no se escaquea.
¿Es  más fácil el final para el creyente?Morimos como  hemos vivido: uno enfrenta de cara las cosas, otro escurre el bulto...
Diga  algo al terminal que nos lea. 
No es que mientras hay  vida, hay esperanza, sino que mientras hay esperanza, hay vida. Hay  mucho que hacer, desde aplacar tu dolor hasta estar consciente, o ver  una película con alguien, compartir una comida, conversar... ¡Te queda  seguir vivo hasta el final!
Cíteme un caso. 
A  un hombre le preparé para disfrutar de la cena de Fin de Año con sus  seres queridos. Luego murió con todos alrededor de su cama, dándole la  mano: ¡ver esa foto es emocionante! ¿Puede haber mejor muerte?
¿Mejor  en casa que en el hospital? 
Donde prefiera: disponemos  de medios y recursos para que sea en casa, si se desea.
¿Ha  acompañado a alguien querido? 
Mi hija murió con tres  años y ocho meses. Nacida con grave discapacidad, estaba hipercapacitada  para generar cambios alrededor: despertó la ternura en mí, eso me hizo  mejor médico. Yo la cuidé, ella me doctoró.
¿Hay dolor  mayor que ese? 
Quizá no. Tratar a un enfermo terminal  es siempre tratar a la vez a sus familiares, a sus cuidadores, para  evitar que le transmitan sus angustias. Y otra asignatura pendiente de  la medicina actual es el duelo: la mitad de los duelos deriva en alguna  patología.
¿Hubiese usted ayudado a morir al  tetrapléjico Sampedro? 
Yo ayudo a vivir al que va a  morir, no a morir al que puede vivir. Sampedro no quiso, quiso  suicidarse: no era un caso para mí.
¿Acaso no es la  medicina paliativa una eutanasia ("buena muerte")? 
Los  enfermos dicen: "¡Yo no quiero vivir así!". Bien, cambiemos el "así", ¡y  entonces el 99% quiere seguir viviendo! Con más recursos en medicina  paliativa, el debate sobre la eutanasia devendría residual.
Una  dosis muy alta de morfina ¿mata?Le sedará, disminuirá  sus constantes: moriría usted igual, pero así será más plácido.
¿Aprende  usted algo de sus pacientes?
Sí: el valor de expresar  las emociones, el valor de reconciliarse, el valor de cinco minutos...  ¡Ellos son mis maestros! Lo que aprendo de ellos me capacitará un día  para aprobar mi propio examen final.
¿Cómo enfrentará  usted su final? 
¡Intentaré que la muerte me encuentre  bien vivo!
Paliar, cuidar
Su hija estaba muerta. Dejó que su hermanito Ander,  de seis años, la viera. El niño lloró y, mirándole a él, le dijo: "Tú no  lloras porque eres médico, ¿verdad?". Y Julio Gómez rompió a llorar:  aprendió que tenía derecho. Hoy es referente en medicina paliativa: bajo  la dirección del veterano Xavier Gómez-Batiste, Julio lidera uno -  hospital San Juan de Dios de Santurce-de los treinta equipos del  programa de la Obra Social La Caixa - 11 millones de euros-para la  atención integral de personas con enfermedades avanzadas. De 384.000  personas que fallecen al año en España, 150.000 necesitan esos cuidados,  y sólo 40.000 los recibían: disminuyen así sus niveles de ansiedad,  depresión e insomnio.