Por lo que he ido leyendo o me han ido comentando sobre el último film de Terrence Malick, El árbol de la vida, esta película ganadora de la Palma de Oro a la Mejor Película en el último festival de Cannes, tiene dos vertientes entre el público que asiste a su proyección, los que disfrutan de la película, yo fui uno de ellos, y los que no les gusta nada e incluso abandonan la sala.
Algunas de las notas que aparecen en el folleto informativo de la película El árbol de la vida, que ví hace unos días, hablan de lo visual, del diseño y de la música y es que estos son los elementos que destacan y acompañan a la familia de los O´Brien que vive en un pueblo del medio oeste americano y a los que seguimos en su historia familiar a partir de los años cincuenta.
Alrededor de los recuerdos y emociones de uno de los hijos de la familia giran las imágenes que nos trasladan a partir de sus vivencias personales a la formación del Universo, la formación de la Tierra, la aparición de los primeros seres unicelulares, la dominación de los dinosaurios y la proyección del Universo dentro de billones de años.
Sarah Green, uno de los productores de la pélicula, comenta que la película se puede entender como un réquiem por un hijo pérdido, donde la música es el reflejo de esa idea.
Muchas de las composiciones son réquiems, desde el comienzo con Tavener, Preisner sobre la secuencia de las imágenes tempranas del universo y Berlioz sobre el futuro y complementando a estás músicas, el silencio que nos acompaña como una melodía más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario