Juan Manuel Montilla, ´Langui´, rapero, actor y radiofonista
¿Cuántas veces al día se cae al suelo?
Si el terreno es chungalí,hasta unas diez veces. Si no, unas tres o cuatro veces.
Pero ha llegado hasta aquí.
¿Hasta dónde?
Un libro, una película, dos premios Goya, tres discos, conciertos, radio...
He sido muy cansino con lo que me ilusiona: soy tenaz, ¡nunca me doy por vencido!
Y partiendo desde menos de cero...
Había poco personal en la clínica el día que nací, a mi madre se le complicó el parto, me faltó oxígeno y...
Parálisis cerebral.
Fue el diagnóstico cuando, a los pocos meses, mis padres me llevaron de médicos al ver que no se me aguantaba la cabeza, que tenía un bulto raro en la cadera… "¿Y cómo se cura esto?", preguntaron.
¿Y qué les respondieron los médicos?
Que con muchos ejercicios y tesón podría evitar la silla de ruedas. Desde ese día mis padres decidieron no sobreprotegerme.
¿Cómo lo hicieron?
Pues dejándome el bote de Nesquik a la misma altura a la que se lo dejarían a un niño sin mis dificultades. Y si yo me caía al suelo en la calle, dejaban que me levantase solo. Y si volvía a caerme y lloraba..., ¡se aguantaban las ganas de levantarme!
Durísimo para unos padres.
Sí. Yo tenía mis pataletas por eso, ¡pero hoy lo agradezco! Porque así me busqué mis mañas para valerme por mí mismo.
¿Y cómo le trataban en el colegio?
Mi pasión era el fútbol, siempre iba con el balón. ¡Quería ser futbolista de Primera División! Y nadie jamás me dijo: "¡Déjalo!".
Buenos compañeros...
Y profesores. Yo era malo en los estudios, y ellos veían que sólo me motivaba el fútbol, que además ejercitaba el cuerpo... ¡Además, en mi colegio el fútbol era primordial, jugábamos en ligas...!
¿Y usted, qué tal?
Metí mis goles, y me estiraba como el que más cuando era portero… Hasta los 13 años, que me quité la venda: entendí que jamás jugaría en Primera División, ni en Segunda, ni en Tercera Regional...
¿Y qué hizo?
Me hundí: tenía 14, 15, 16 años... y me quedé sin ilusión por nada. Estaba inactivo, no me sentía útil para nada...
¿Y cómo salió de ese bucle oscuro?
Con el hip-hop. Lo trajeron amigos del barrio como Gitano Antón, más enterados. Rapear me ilusionó, otra vez tenía motivación para levantarme por la mañana: ¡podía coger un boli y un papel, expresarme, rimar y ver que gustaba...! Volví a sentirme útil.
Fundó luego un grupo, La Excepción.
Hacía lo que jamás hice como estudiante: abría la enciclopedia de casa para bucear en las palabras... Actuar con público a los 17 años ¡fue un subidón! Lo peor es no sentirse valorado, y yo volví a sentirme valorado.
¿Qué pensó al recoger dos Goya?
Me vino toda mi vida, emociones, lágrimas, gratitud, coraje...
Y un montón de escaleras por delante.
¡Ya podían ponerme a mí escaleras, ja! Pero fueron metáfora de la poca delicadeza social hacia las personas con dificultades. Ojalá hubiesen dicho: "No volverá a pasar".
¿Y por qué se ha comprado usted una casa con escaleras?
¡Con 16 peldaños para subir a mi dormitorio, sí! A veces, por la noche, no tengo fuerzas... Me quedaría abajo, en el sofá; pero veo esas escaleras como la guinda de mi día. Y por estar con mi mujer, las subo. La compré porque era ideal para mi familia, y esos 16 escalones no iban a echarme para atrás...
No es usted mal ejemplo para los flojos de espíritu.
Pues me alegro. Hay algo que me gusta repetir: "No puedes cambiar el mundo, de acuerdo, ¡pero sí puedes cambiar tu actitud!".
¿Y qué actitud propone?
Alegría, buen humor. La vida está plagada de miserias, ¡pero es la vida!: un regalo. Estamos aquí, así que aprovechémoslo, aprendamos, construyamos algo. Se trata de no quedarse tirado en el sofá: con lo cortita que es la vida..., ¿y encima vas a boicotearla?
¿Cómo se las ha arreglado usted para ligar?
Con la seducción de las miradas, las sonrisas, desbordando complejos, seguro de que alguien sabrá verte por dentro. ¡Mi mujer me ha hecho sentir que para ella yo tengo los andares más bonitos del mundo!
¿Qué enseñará usted a sus hijos?
Alegría, esfuerzo, detalles, ilusión. Y nada de mirar compasivamente al discapacitado.
¿Por qué?
Cuando me compadeces, me minusvaloras. Esa compasión de "pobrecito, angelito, qué mal está" es muy excluyente, supone ver la discapacidad como algo negativo y al discapacitado como alguien enfermo o desgraciado. ¡Esa compasión es una barrera mucho peor que las barreras arquitectónicas!
¿La ha sentido usted?
Sí, muchas veces. Me caía en la calle... y alguien me levantaba del suelo con esa actitud. ¡Y eso te hunde! Pero ante eso, al final, yo aprendí a pensar: "¡Un día os vais a enterar!". Hoy sé que son bienintencionados, pero les pido que no digan lo de "pobrecito".
Vale. ¿En qué consiste el triunfo?
En pelear cada día por lo que te ilusiona.
Pero en estos días vienen mal dadas...
Anímate valorando lo que tienes, y pelea. Y a mí no me digas que no se puede.
Llega tambaleándose, con andar espasmódico y manos retorcidas y pegadas al cuerpo, y traza una alambicada maniobra para dejarse caer en el sofá. Su fragilidad física (su "cuerpo escombro", dice él en una de sus canciones) le ha convertido en una persona fuerte. Demuestra, una vez más, que no importa lo que te pasa, sino cómo vives lo que te pasa. Por eso Langui aconseja que si no quieres que tus hijos sean quejicas, no los sobreprotejas. En su libro 16 escalones antes de irme a la cama (Espasa), este "currante" de la rima resume su filosofía, hecha de esfuerzo, ilusión y tenacidad. Su ilusión es ahora Radio Taraská,programa que dirige y conduce en RNE Radio 3 (todos los viernes a las 17 h).