Mostrando entradas con la etiqueta Alba Payàs. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Alba Payàs. Mostrar todas las entradas

martes, 12 de junio de 2012

Reflexiones sobre el sufrimiento

El pasado mes de mayo se presentó Duelia, la primera red social de ayuda en el proceso de duelo y enfermedad, donde diversos profesionales aportan asesoramiento y  reflexiones sobre cómo afrontar el duelo y la enfermedad.

Alba Payàs que dirige el Instituto IPIR, entidad dedicada a la formación de personas que desean especializarse en el acompañamiento en final de vida y duelo, donde estoy realizando mi formación como asesora experta en duelo desde un modelo IR, en su artículo del 28 de abril nos lleva a importantes reflexiones sobre si tras un duelo se querría o no tomar una píldora contra el duelo y sobre el Sufrimiento necesario y el sufrimiento innecesario.

El texto de Alba que podemos leer en el artículo de Duelia dice lo siguiente:

"Los seres humanos enfrentados a una pérdida como es la de la propia vida o la de un ser querido, a menudo nos vemos desbordados por emociones, sentimientos como confusión, parálisis, miedo, culpa, desesperanza…¿Es este sufrimiento necesario? ¿Debe suprimirse este dolor emocional? ¿Tiene algún sentido?

Suelo preguntar a las personas en duelo que acompaño en grupos de apoyo … si existiera una píldora en la farmacia contra el duelo, que tomándotela dejaras de sentir dolor ¿os la tomarías? Imagínate lo que seria… dejar de sufrir, no sentir tristeza, ni añoranza de tu ser querido, ni enfado por haberle perdido, ni malestar… toda la sintomatología de duelo eliminada, no sentir nada…estar emocionalmente tranquilo… ¿os  la tomarías?. Siempre hay un momento de silencio tras esta pregunta,  unas miradas pensativas y luego la mayoría de las personas en duelo ladean la cabeza con un no …. Dicen que no…. Que aunque no saben muy bien como explicarlo  no se la tomarían…….. Que a pesar de todo necesitan sentir ese dolor aunque muchos no saben definir el porque…..” Si no sintiera dolor es como si no me importara que hubiera muerto”…  “Creo que este dolor me ayuda a sentirme conectada con ella”… “es una manera de seguir diciendo que le he amado y que le sigo amando” … si no sintiera nada emocional seria como si estuviera muerto”…. Yo le pedí a mi psiquiatra que me quitara la medicación, me sentía anestesiado y como un zombi y ¡necesitaba sentir la muerte de mi hijo!

Parece entonces que hay un sufrimiento necesario en el duelo que todo necesitamos vivir, que puede orientarnos en el proceso y que encierra algo importante para nosotros en relación a nuestra pérdida… Un sufrimiento al que tenemos que  entregarnos porque  abre caminos en nuestro corazón que nos permiten acceder a significados, tareas no resueltas, sentimientos escondidos que nos pueden ser necesario en el camino de la recuperación. Pero, dicho esto, también es importante señalar que hay un sufrimiento innecesario, que destruye a la persona que no conduce a nada ¡tantas personas en duelo hemos acompañado que han acabado muertas en vida , encerrado su corazón con resentimiento, la amargura o la depresión ¡

Afrontar la perdida de un ser querido o la propia muerte son experiencias vitales que a pesar de que forman parte de la vida de todos nosotros, nos llenan de sentimientos difíciles. No solo nos enfrentamos con la pérdida de la relación o de la propia vida sino que las creencias, valores y presuposiciones que nos sostenían hasta ahora se ven sacudidos y cuestionados. ¿Que sentido puede tener la vida sin este ser querido? ¿Qué sentido tiene el sufrimiento cuando la vida se acaba? ¿Por qué a mí?  El duelo surge  como el proceso de integrar esta experiencia de pérdida en la vida y según sea su desarrollo la persona puede emerger con un crecimiento personal, con significados renovados y con vislumbres de esperanza que le pueden sostener en su camino. También sabemos que para ciertas personas el sufrimiento que viven en su duelo acaba con la destrucción del sentido de la vida y de las relaciones, desesperanza, dificultades relacionales, aislamiento y para algunos problemas de salud física o mental."

José Miguel Gaona en la entrevista de la Contra de La Vanguardia de hoy también nos habla de esa posible píldora que le piden sus pacientes en duelo y a los que les contesta y  ¿Qué tiene de malo pasarlo mal una temporadita?.

Cuáles son sus intereses?
Las adicciones, los exorcismos, las experiencias cercanas a la muerte, el síndrome de decaimiento...

¿Qué tienen en común?
El misterioso cerebro humano. Yo era cirujano..., pero me aburrí: demasiado robotizado. Me pasé a la psiquiatría: ¡me apasiona, por lo insondable de nuestro cerebro!

¿Ahí puede ser más creativo?
Sí, puesto que parto de un misterio.

¿Cuál?
Este: ¿dónde está la conciencia?

Pues en el cerebro, ¿no?
Pero imagina que reproducimos tu cerebro átomo por átomo: ¿en cuál de los dos cerebros estará tu yo?

...
He hecho esta pregunta a los neurocientíficos más avanzados: no saben responderla.

¿Y qué respondería usted?
Que tampoco lo sé.

¿Tiene que ver esto con las experiencias cercanas a la muerte (ECM)?
Sí. Hemos documentado casos de personas en muerte clínica... que al regresar describían algún detalle que ninguno de sus sentidos pudo reportarles.

¡Más misterio!
Sigamos investigando, como en los casos de exorcismos por presuntas infestaciones...

¿Qué le atrae de estas investigaciones?
Constatar cómo el cerebro construye realidad, cómo nos aferramos a creencias y cómo vemos a través de ellas.

¿Hay algo común a quienes han vivido una ECM?
Son menos materialistas y más arrojados que antes: tienen menos miedo a la vida. Este cambio de valores... provoca que dos tercios se separen de sus parejas.

Otro de sus intereses, me dice, es el síndrome de decaimiento...
¡Cada vez es más frecuente! Precisamente una separación o una pérdida (de un ser querido, un trabajo...) pueden desencadenarlo.

¿En qué consiste ese síndrome?
Es un estado de ánimo bajo.

¿Qué síntomas lo delatan?
Apatía, cansancio, desmotivación, agobio, estrés, inapetencia sexual, desgana, insomnio...

Todos lo hemos sentido alguna vez.
Lo llamativo es que pasa cada vez más a menudo..., y a cada vez más personas.

¿A qué atribuye este síndrome?
Al nuestro bajo umbral de frustración.

¿Soportamos mal la frustración?
Peor que nuestros padres y abuelos... Nosotros ocultamos la muerte, negamos el dolor, rechazamos la dificultad... Fíjate: nos diagnostican una enfermedad, ¡y nos sorprende!

Claro, ¿no?
¡La enfermedad es normal, es parte de la vida! En vez de entenderlo así, nos preguntamos: “¿Cómo es posible?”. Y seguimos: “¿Por qué yo?”. Y concluimos: “¡No es justo!”. Son pensamientos muy desvariados...

Ya.
Hay un desenlace fatal en urgencias, ¡y buscamos culpables! Nos cuesta aceptar que lo normal es morirse, ¡y que lo excepcional es vivir! Nos creemos con derecho a todo, ¡felicidad incluida y garantizada! Abominamos del dolor físico y psíquico.

¿Y qué deberíamos hacer?
Pues no vivir el dolor como trastorno y revés insoportable. “Estoy fatal por un duelo”, me dicen en la consulta. “¡Recéteme algo para que se me pase rápido!”, me piden. ¡Pues no, señor mío: ahora le toca pasarlo mal! Páselo mal. ¿Qué tiene de malo pasarlo mal una temporadita, eh? ¡Ya amainará!

O sea, que deberíamos elevar nuestro umbral de frustración.
Si sobreproteges a tus hijos, ¡los desarmas frente a la frustración! Y se frustrarán más.

¿Receta?
A mi hija de 21 años, que estudia Oceanografía en Canarias, ya le he dejado claro que al terminar... ¡nada de volver a casita!

Es usted coherente..., y rudo.
¡He educado así a mis hijos desde niños! ¿Cuál es el objetivo último de la educación?

¿Cuál?
Ayudar al hijo a ser independiente rápido.

¿Bajará más el umbral de frustración?
Quizá la crisis nos enseñe a arremangarnos, y así frenemos esa tendencia. Colaboro como médico en África... y nadie allí padece síndrome de decaimiento: ¡encontrar qué comer les alegra sobremanera cada día!

¿Qué receta a sus pacientes con síndrome de decaimiento?
Primero exploramos las causas de su decaimiento… y su umbral de frustración. Y en vez de enmascarar sus síntomas recetando alegremente antidepresivos, prefiero emplear el triptófano. Con eso puede bastar.

¿Triptófano?
Es un aminoácido esencial. No es un fármaco, sino un suplemento alimenticio. Si abunda en sangre, tu cerebro podrá fabricar fácilmente serotonina..., ¡y te subirá el ánimo!

¿Qué es la serotonina?
El neurotransmisor del bienestar, de la satisfacción, de la saciedad... Y así no necesitarás comerte un bollo (y engordar: ¡fatal!).

¿Dónde encuentro triptófano?
En la farmacia. Una cápsula al día: no produce efectos colaterales ni adicción. ¡Disminuye la ansiedad y regula el ciclo del sueño!

Dormir bien es la mejor medicina, ¿no?
Dormir mal facilita la tendencia depresiva.

¿Conclusión?
Combinamos una baja tolerancia a la frustración... y una alta autoexigencia: ¡peligro!


El nexo común para mi de estos dos artículos es el del temor que tenemos todos al sufrimiento, al rechazo de la dificultad, la negación del dolor y la ocultación de la muerte,  la lectura del artículo de Alba Payàs y la entrevista con  José Miguel Gaona nos aportan luz sobre ello.


Mar de nubes desde el albergue de Orisson
Fotografía: Pilar Vidal Clavería
Counseling integrativo-relacional de duelo y pérdidas  
Terapeuta floral
junio 2012

miércoles, 23 de marzo de 2011

Dolor y duelo

La segunda conferencia en la III Jornada sobre el final de la vida. El dol: com viure la pèrdua, (III Jornada sobre el final de la vida. El duelo: como vivir la pérdida) la ofreció Alba Payàs y su título fue El dol. Un procés que ens construeix o ens destrueix (El duelo. Un proceso que nos construye o nos destruye).

A su inicio la conferencia giró en torno al dolor.

El dolor no se puede evitar y se trata de buscar una no patología mediante las tareas del duelo.

La relación con el otro nos lleva al dolor, el duelo es el precio del amor.

¿Qué se esconde detrás del dolor? El dolor es multidimensional y nos afecta en cuatro aspectos distintos el espiritual, el físico, el mental y el emocional.

La psicoterapia y la medicación conjuntamente pueden realizar un trabajo de duelo,  únicamente una medicación en ningún caso resuelve el duelo, lo que hace es posponer su trabajo.

El duelo no expresado y no resuelto puede llegar a ser patológico.

Puso atención Alba Payàs en el tener cuidado con las buenas intenciones y con las experiencias, que son subjetivas para cada uno.

Apareció el sentido de la vida, como ya sucedierá en la conferencia de Josep M Esquirol, en función de la relación con el otro, ya que la vida es relacional, el sentido de la vida no es cognitivo es vivencial, el sentido se encuentra en la experiencia vivida.

Desde la Psicoterapia integrativa-relacional,  se prima la relación terapéutica basada en el escuchar, el permiso y el conseguir ser válidados para afrontar el duelo.

Si no se sabe que decir es mejor callar, abrazar, no huir, no tener prisa, no tener miedo y escuchar.

Ante un hecho traumático nuestro organismo tiene una capacitad para regular el dolor, la negación y la evitación son muestra de ello, hemos de diferenciar el dolor del duelo.

Tras la negación que es como un parachoques ante el dolor, aparecen la conexión y la integración.

Únicamente podemos aceptar lo que tenemos integrado.

Alba Payàs también nos habló de que el crecimiento y la transformación no se pueden forzar, los significados no se pueden dar, se han de encontrar.

Existe un crecimiento post-traumático, nuestro edificio cognitivo se resiente con un trauma y necesita una reestructuración interna.

El duelo no compartido, quedarse en la evitación y en la negación comportan un duelo complicado.

Televisión española emitió en el 2008 un documental "El último viaje" muy interesante para los que estén interesado en el tema de la gestión del duelo.

Entrevista el 28 de marzo de 2011 de Conxita Parra a Mercè Castro en el bloc Colors, La mort i el dol


Relieve: Guixar amb el rostre, Perejaume, 1999-2005
Universitat de Vic
Fotos: Pilar Vidal Clavería
Counseling integrativo-relacional de duelo y pérdidas  
Terapeuta floral

 

viernes, 4 de marzo de 2011

Intenciones

Me gustaría compartir una matización sobre la frase a la que se recurre en muchas ocasiones de que la  intención es lo que cuenta.

La primera vez que dude sobre está afirmación fue en una charla ofrecida por el psiquiatra Alejandro Rodríguez en un ciclo de conferencias del centro AVES, de Barcelona.

Lo importante explicó Alejandro es hacer las cosas con la mejor intención y que no es cierta la frase típica de que la intención es lo que vale, la intención hay que cuidarla.

En esta entrevista de hoy con Alba Payás se hace también mención a  modelos de actuación terapéutica basados en la buena intención y que sin embargo no resultan los más adecuados.

"Unas 200.000 personas al año no superan el duelo"
 
La psicoterapeuta asegura que esta cifra supone un coste "extraordinario" para el sistema sociosanitario español.

Raquel Quelart, La Vanguardia-Vida, 4 de marzo 2011

Lleva más de 20 años acompañando a las personas que afrontan la muerte o el duelo. La psicoterapeuta Alba Payás ha decidido compartir esta experiencia en Las tareas del duelo. El manual aborda desde un modelo integrativo relacional una temática que durante años ha sido relegada a un segundo plano en las universidades de Psicología.

Alba Payás, de 54 años de edad,  fundó hace seis meses el Instituto de Psicoterapia  Integrativa Relacional (IPIR) en Barcelona. Su formación clínica tiene origen en Metanoia Institute, en Gran Bretaña. También es miembro de la Asociación Internacional de Psicoterapia Integrativa de Nueva York (IIPA) y, además, ha dirigido durante 10 años el servicio de Apoyo al Duelo de Girona. Es docente en varias universidades y creadora del modelo integrativo-relacional en pérdidas, duelo y trauma.

El duelo es uno de los grandes olvidados de la formación en Psicología.
Las facultades de Psicología no han tratado nunca el tema del duelo en profundidad, también por la ausencia de modelos. El modelo Integrativo relacional ofrece un marco teórico para la comprensión de la experiencia de pérdida.

Por suerte, esta tendencia está cambiando.
Este tema ha despertado un interés creciente desde hace diez años, sobre todo en el campo de la psicología, la antropología, la filosofía y la espiritualidad. Cada vez hay más profesionales que sienten la necesidad de especializarse en duelo. 

¿Qué errores se cometen por falta de especialización?
Muchos psicoterapeutas consideran que el sufrimiento no tiene sentido y que el objetivo terapéutico es simplemente reducir ese dolor a través de medicación y consejos, les dicen a los pacientes “despídete”, “rehaz tu vida”, “no pienses en ello….”. El modelo está basado en la buena intención, pero hoy sabemos que estas recomendaciones, dadas de forma indiscriminada, son mala praxis clínica 

Así pues, ¿cómo debe de proceder el psicoterapeuta?
Acompañando y ayudando a la persona a vivir ese sufrimiento, utilizándolo como camino  y  dándole  sentido. No se puede evitar el dolor, pero, desafortunadamente, un gran número de profesionales de la psicología sigue diciendo barbaridades a la gente en duelo.

¿Cuáles son las más gordas que ha oído?
Recomendar a pacientes que se aten una goma a la muñeca y que la estiren cada vez que piensen en la persona que han perdido. Otros sugieren que se deshagan de  las cenizas o que cojan la foto de la persona amada y le digan “adiós”. También les aconsejan que se distraigan con actividades y que no vayan al cementerio.

¿Y qué tipo de consecuencias acarrea este mal modelo?
Mucha gente acaba rechazando la ayuda, revictimizada por el terapeuta.  Un problema añadido es que la persona que acompaña en el sufrimiento tiene que estar dispuesta a mirarse a ella misma. En el mundo de la psicología y la psicoterapia en nuestro país  aún hay muchas formaciones que no incluyen la parte de trabajo personal.

El psicólogo primero debe conocerse a sí mismo.
Es imposible  acompañar a alguien en el dolor cuando el tuyo no lo has atendido, no eres capaz de gestionar tus propias emociones y acabas animando a la persona en duelo a que evite su  sufrimiento, es decir proyectando tus propias pérdidas no resueltas.  La formación en psicoterapia en duelo, final de vida y trauma requiere de una gran exigencia personal de introspección.

La empatía es importante para ayudar al prójimo.  
La empatía es la herramienta que nos permite conocer al paciente, que es más que entenderlo. De hecho un buen terapeuta raramente dice “te entiendo” porque es obvio ya que está en sintonía con las necesidades del paciente, teniendo en cuenta no sólo lo que dice verbalmente sino también sus lágrimas, suspiros, su cuerpo. Desde el modelo de psicoterapia integrativa–relacional estamos  más interesados en conocer a la gente que en cambiar su manera de ser.

¿Qué es el duelo complicado?
Es una patología de duelo que padece un pequeño porcentaje de personas a las que les cuesta recuperarse después de la pérdida de un ser querido, y que son incapaces de rehacer sus vidas especialmente en lo que atañe a sus relaciones.

¿Qué nos ocurre cuando perdemos a alguien que queremos?
Por un lado, está la parte traumática, asociada a cómo fue la muerte –el sufrimiento de la enfermedad, mi impotencia por salvarlo; hay otro aspecto que tiene que ver con la pérdida de la relación, es decir, el echarlo a faltar, no haberme podido despedir de él o tal vez puedo emocionarme por el futuro que ya no podremos compartir. Parte de mi identidad la construí a través de esa persona.  Por lo tanto, vivir el duelo no es sólo llorar por el difunto, sino también por la parte de mí que se ha ido y que tendré que volver a construir.

- …
También ante la situación de separación, se ponen en marcha todas nuestras formas aprendidas sobre cómo manejar el sufrimiento  y cómo responde el entorno a esta necesidad de apoyo, y esta tarea también hay que explorarla.

¿En qué consiste esta última parte?
Hay duelos que tienen su origen no tanto en la pérdida de la relación por la muerte del ser querido, sino en la manera como el entorno respondió después del trauma. Recuerdo el testimonio de un adulto que expresaba como al morir varios  miembros de su familia en un mismo accidente de automóvil, la falta de apoyo y reconocimiento tanto en el entorno familiar como en la escuela le marcó de por vida. El fracaso de la red social y familiar de dar apoyo es un duelo secundario que hay que tratar. 

¿Hasta qué punto es importante para la sociedad dar un buen tratamiento al duelo?
El duelo es un problema sumergido que tiene un coste económico, social, laboral y relacional. La persona con duelo tiene un consumo muy alto de recursos sanitarios, más bajas laborales, además de la afectación familiar. Este coste se podría prevenir con una atención preventiva como, por ejemplo, apoyando la implementación de unidades especializadas. 

¿Cómo integrar estas unidades de duelo en el sistema sanitario?
El modelo anglosajón es un gran ejemplo sobre cómo con poco dinero puede crearse una red estatal de apoyo. Las unidades de duelo podrían estar adscritas a la atención primaria, a paliativos, centros de salud mental y fundaciones públicas y privadas. En España hay hoy una red totalmente fragmentada de pequeñas iniciativas. Ni la red está conectada ni inserida dentro de los recursos sociosanitarios, ni cuenta con el debido apoyo y reconocimiento institucional. En mucha parte del territorio  las familias no saben adónde acudir y acaban lamentablemente con sobremedicación.

¿A cuántas personas podría afectar en España el duelo complicado?
Se calcula, teniendo en cuenta lo que llamamos el índice de duelo,  que a unas 200.000 personas cada año, que por supuesto se suman a las del año anterior. Es un coste extraordinario para el sistema sociosanitario.

¿Cuáles son los síntomas?
Sentirás un estado de ansiedad que te dificultará poder trabajar,  reincorporarte a la vida o acabarás con una depresión crónica asociada a sentimientos profundos de culpa, enojo o añoranza. Hay otras personas muy funcionales que vuelven a rehacer su vida –se casan, tienen hijos-, pero sus decisiones están influenciadas por el trauma no resuelto que vivieron.  De este colectivo se habla poco pero lo vemos los psicoterapeutas.

¿Cuál es el principal peligro del duelo?
Aislarse, encerrar el dolor y no hablar de lo que a uno le pasa. Compartir con los demás permite expresar las emociones y con ello se  facilita una construcción más adaptada de la historia de pérdida. El dolor no expresado hace daño,  incluso físicamente la persona se va doblando y consumiendo.

¿Las lágrimas son buenas?
Las lágrimas liberan hormonas del estrés y ayudan a elaborar el duelo, no sólo porque reducen el nivel de estrés sino porque neurológicamente la expresión de la tristeza activa la memoria y facilita el proceso narrativo de la experiencia pérdida.  Por supuesto hay que buscar un equilibrio entre encontrar el momento para el dolor y su expresión y el momento de hacer el esfuerzo de salir de éste y conectar con la vida y el futuro. 

¿Durante cuánto tiempo tenemos que guardar duelo a un ser querido?
No hay un calendario para el duelo, no hay un tiempo mínimo. La pérdida de un hijo te emocionará para siempre, aunque de otra manera. La frase de que el tiempo lo cura todo no es cierta. Hay gente que dice que el primer año es peor, pero otras opinan que es el segundo,  porque durante los primeros meses estaban en un estado de negación profunda que les protegía del dolor.

¿Cómo tratar a alguien que acaba de tener una gran pérdida?
Compartiendo el sufrimiento con él, poniendo palabras al dolor, ayudándole a expresar verbal y emocionalmente lo que está sintiendo; no teniéndole miedo al sufrimiento ni prisa por paliarlo. También es importante implicarse, no decir “si me necesitas, llámame”, sino “si me necesitas, llámame, pero si no lo haces, permíteme que te llame de vez en cuando o que venga a verte a tu casa”. La gente no necesita “power points” sobre el amor, la gente en duelo necesita presencia física e implicación

¿Podemos aprender algo a raíz de la muerte de una persona cercana? 
En medio de este proceso de explorar el dolor, de penetrarlo, compartirlo, ponerle nombre, integrarlo y darle sentido, emerge siempre un sentido de esperanza, de crecimiento y de transformación de la identidad.  Muchas personas expresan que a través del duelo se han vuelto más tolerantes, tiernas, amorosas o que han tomado decisiones en su vida que les llevan a la autenticidad.

El duelo es un aprendizaje más.
Nos llama a ser quien somos de verdad, liberarnos de las defensas que hemos construido a lo largo de nuestra vida para  protegernos del dolor, pero que nos aíslan de la gente de nuestro entorno y de nosotros mismos. He escuchado a muchas personas decir que, aunque  preferirían que no les hubiera pasado, el duelo les ha llevado a un camino de aprendizaje. Se conocen mejor a sí mismos y han aprendido a amar, vivir la vida con más plenitud y en honor  a sus seres queridos fallecidos. Ésta es la esperanza al final del duelo.


Os de Civís, febrero 2010
Fotografía: Pilar Vidal Clavería
Counseling integrativo-relacional de duelo y pérdidas  
Terapeuta floral
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...