Impatiens fue el primero de los
remedios florales, que descubrió el doctor Edward Bach (1886-1936) en septiembre de 1928, en las orillas del río Usk, cerca de Crickhowell, en Gales, un remedio que continúa 90 años después de su descubrimiento totalmente
vigente y no sólo vigente sino imprescindible en la sociedad actual.
Algunas reflexiones que comparto y que nos pueden ayudar a revertir el estado negativo de Impatiens, y poder desarrollar la virtud o valor que conlleva la toma de la esencia pueden ser las siguientes:
- Recordar que todos los procesos tienen su tiempo y su función
- Disfrutar de cada cosa que hacemos y no estresarse
- Disfrutar de cada cosa que hacemos y no estresarse
- Reconocer que cada forma de trabajar es diferente de la propia y entenderlo
- Perdonar las diferencias de los demás
- Perdonar las diferencias de los demás
- Darse cuenta de la
tensión que causa la impaciencia, el querer estar “aquí” queriendo estar “allí",
la dificultad de estar en el presente queriendo estar en el futuro
Una historia que
también quiero compartir y que auna la necesidad de la paciencia y el de
aceptar el ritmo de cualquier proceso es la siguiente:
Cuenta una historia que un
hombre paseaba por el campo, aburrido, sin nada qué hacer. De pronto se
encontró un capullo de mariposa y decidió llevárselo a casa para distraerse un
rato, viendo cómo ésta nacía. Tras veinte minutos observando la crisálida,
empezó a notar cómo la mariposa luchaba para poder salir a través de un
diminuto orificio.
El hombre estaba realmente
excitado. Jamás había visto nacer a una mariposa. Sin embargo, pasaron las
horas y allí no ocurrió nada. El cuerpo del insecto era demasiado grande, y el
agujero, demasiado pequeño. Impaciente, el hombre decidió echarle una mano.
Cogió unas tijeras y, tras hacer un corte lateral en la crisálida, la mariposa
pudo salir sin necesidad de hacer ningún esfuerzo más.
Satisfecho de sí mismo, el
hombre se quedó mirando a la mariposa, que tenía el cuerpo hinchado y las alas
pequeñas, débiles y arrugadas. El hombre se quedó a su lado, esperando que en
cualquier momento el cuerpo de la mariposa se contrajera y desinflara, viendo a
su vez crecer y desplegar sus alas. Estaba ansioso por verla volar.
Sin embargo, debido a su
ignorancia, disfrazada de bondad, aquel hombre impidió que la restricción de la
abertura del capullo cumpliera con su función natural: incentivar la lucha y el
esfuerzo de la mariposa, de manera que los fluidos de su cuerpo nutrieran sus
alas para fortalecerlas lo suficiente antes de salir al mundo y comenzar a
volar. Su impaciencia provocó que aquella mariposa muriera antes de convertirse
en lo que estaba destinada a ser.
Texto y Fotografía:Pilar Vidal Clavería
Las
informaciones sobre les Flores de Bach que aparecen en los artículos de este blog
son únicamente de carácter orientativo e informativo. Cada persona
necesita un tratamiento individualizado, que debe ser prescrito por
un terapeuta floral acreditado.