Resulta poco habitual una entrevista a una persona de 102 años, recuerdo el comentario de Joan Triadú en la presentación de su libro el pasado mes de enero en Barcelona, "Soy viejo, pero no me siento" con Moisès Broggi pasa algo similar, sus palabras expresan con claridad sus recuerdos y nos explica el secreto para afrontarse a la muerte.
Sus reflexiones sobre la medicina y el papel del médico en los últimos años también resultan bien interesantes.
Moisès Broggi: "En la vida el 80% es suerte"
A sus 102 años el cirujano escribe sus reflexiones coincidiendo con la inauguración de un hospital que lleva su nombre.
Raquel Quelart | Barcelona | 17/02/2010 | La Vanguardia
Moisès Broggi i Vallès (Barcelona, 1908) me recibe en su despacho del barrio del Putxet de Barcelona, en una sala repleta de libros y recuerdos, presidida al fondo por una mesa de médico de las de antes. Me siento realmente perpleja al comprobar que este cirujano merecedor de una Creu de Sant Jordi, una Medalla de Oro de la Generalitat y otra del Ayuntamiento de Barcelona, conserva a sus 102 años de edad una mente clara y una memoria envidiable. Y no es ninguna exageración ya que Moisès Broggi está escribiendo actualmente las Reflexiones de un viejo centenario, obra que se sumará a la de su autobiografía Años de Plenitud publicada en Edicions 62.
El doctor Broggi tiene mucho que contar, no sólo por los años vividos sino también por la trascendencia de las experiencias acumuladas. Empezó como cirujano del Hospital Clínico en la República y, luego, vino la traumática experiencia de la Guerra Civil, años en que dirigió el servicio de cirugía de las Brigadas Internacionales. Más tarde, ya en la posguerra, acabó siendo depurado por el régimen franquista: "Al final se puede considerar que tuve mucha suerte. A mucha gente la liquidaron o tuvieron que irse al exilio, pero yo pude salir del país pese a estar fichado", explica. Pero le negaron la posibilidad de ejercer en un centro sanitario oficial. "Me sentí perdido, pero ahora, cuando pienso en ello, me doy cuenta de que esto me fue favorable (…) Hay muchas cosas en la vida que las pasas sin darte cuenta de que has sido feliz", explica con un destello de luz en sus ojos.
Este anciano centenario asegura no temerle a la muerte y le gustaría que le recordaran por ser "buena persona". De momento un centro sanitario ha sido bautizado con su mismo nombre, el recién inaugurado hospital comarcal de Sant Joan Despí Moisès Broggi, lo cual le enorgullece.
- ¿Qué piensa del hecho que un hospital lleve su nombre?
- Ha sido una gran sorpresa y todo un honor para mí que le pusieran a un hospital mi nombre. Estoy muy contento.
- Resulta sorprendente que a sus 102 años todavía tenga voluntad para escribir.
- Escribir me da vida porque un viejo como yo sabe que no tiene futuro, pero en cambio tiene pasado. Rememorar lo vivido es como volverlo a vivir. Ahora estoy escribiendo Reflexiones de un viejo centenario, donde comparo la personalidad de un joven con la de un viejo.
- ¿En qué se diferencian?
- El joven siempre vive pensando en el futuro, en alcanzar una seguridad que en realidad no existe, mientras que el viejo no piensa en el futuro porque no tiene. En cambio, goza de una memoria muy rica de vivencias. Rememorarlas resulta muy agradable.
- Lo dice como aquél que ha vivido muchas batallas.
- Sí. Hay cosas en la vida que cuando las vives, no te das cuenta, pero que, recordadas años después, piensas "entonces, sí que era feliz".
- Un ejemplo.
- Tuve que asistir a un juicio sumarísimo durante el régimen franquista por haber participado en las Brigadas Internacionales como cirujano. Me podrían haber aplicado la máxima pena, pero el juez me acabó declarando "adicto al glorioso movimiento". Posteriormente, me enteré de que se apiadó de mí porque en época republicana yo había sacado a su hermana de la cárcel como médico.
- Pero recibió un castigo.
- Me prohibieron volver a ejercer como cirujano en un centro oficial. Me sentí perdido. Afortunadamente, mis compañeros me encomendaban faenas en clínicas particulares, tuve la oportunidad de viajar por el extranjero y conocer a muchas personas interesantes. También operé a gente destacada del régimen. Visto desde este punto de vista, las circunstancias adversas con las que me topé me fueron favorables. A veces ocurre que cuando lo consideras todo perdido, se abren nuevas puertas.
- Cierto.
- También en la vida pesan mucho las amistades y las relaciones humanas.
- ¿Cómo se llega a los 102 años en tan buena forma?
- ¡Mi salud no es tan buena, eh!
- Yo lo veo muy bien para su edad.
- Con los años el cuerpo se va desintegrando, pierdes vista, te falla el oído, la fuerza muscular disminuye… Y ves que se acabará pronto. Te encuentras en una pendiente a la cual no puedes enfrentarte y la única salida que tienes es dejarte ir.
- Usted no parece que se deje ir mucho.
- (ríe), Sí, sí, que me dejo ir , tranquilamente.
- ¿Le tiene miedo a la muerte?
- No, el secreto es no tenerle miedo.
- ¿Tampoco le temió cuando participaba en las Brigadas Internacionales?
- No. Recuerdo que era gente muy idealista que venía a luchar para favorecer a un pueblo atormentado por una guerra tremenda. Entonces la situación del mundo era parecida a la de ahora.
- ¿No suena un poco exagerado decirlo?
- Había una crisis del capitalismo. Las fábricas estaban casi paradas, mucha gente se quedó sin trabajo, indefensa – en aquella época no había subsidio por desempleo ni ayudas sociales-, muchos de los parados provenían del sur de España, donde todavía se vivía en un régimen de semiesclavitud. Estas personas venían a trabajar, pero acabó explotando la crisis y el país se convirtió en un núcleo de revolución.
- Terrible.
- Actualmente, vivimos un clima parecido, aunque hay que reconocer que ahora hay más recursos y solidaridad.
- ¿Pero podríamos llegar a una revolución social, a su parecer?
- Sí, sí, podría llegar.
- ¿Cómo ve un hombre pacifista que nació en 1908 el mundo del 2010?
- Veo que la humanidad ha mejorado mucho gracias al avance de la ciencia y la tecnología, pero el hombre continúa siendo igual de egoísta que antes.
- Hay cosas que no cambian nunca.
- Estoy de acuerdo, pero además vivimos con el peligro de que el hombre dispone de medios mucho más poderosos. Una guerra ahora podría convertirse en una catástrofe total.
- Una visión bastante pesimista la suya, Dr. Broggi.
- Si continúan las cosas igual, el futuro no acabará bien.
- Hay algo bueno: la medicina ha avanzado mucho desde entonces.
- Sí. El promedio de vida en 1908 era de 40 años y ahora es de 80 años. Ha aumentado el doble y lo continuará haciendo, gracias en parte al avance de la medicina, al descubrimiento de las bacterias, la supresión de las enfermedades infecciosas… Cuando yo nací, la mitad de los niños morían antes de los diez años, ahora ya no ocurre lo mismo. Pero, lamentablemente, la población mundial no puede incrementarse de manera progresiva. De hecho, ya es excesiva y esto agrava todos los problemas. La demografía es una de las amenazas más grandes de la humanidad.
- Es decir, el avance de la medicina puede ser perjudicial para el ser humano.
- Exacto. Se calcula que en un milenio el peso de la masa de la humanidad será superior a la del planeta. Es absurdo.
- La figura del médico también ha cambiado en estos últimos años.
- Antes un médico lo arreglaba todo, era el amigo de la familia, y, aunque todavía quedan médicos así, proliferan más los especialistas. Se tiene que reconocer que el progreso de la medicina se debe en buena parte a la especialización, pero el médico especialista, cuando acaba su trabajo, se va y, si el enfermo evoluciona mal, ya no es su problema. Este es el gran fallo de la medicina actual.
- ¿De qué está hecho el hombre?
- La persona humana tiene tres planos: el material, el mental y el espiritual. La biología comprende toda la materia de la que está formado el cuerpo. Luego, viene la mente, que en parte es cuerpo porque es cerebral, pero también es espiritual, es decir, existe una relación entre materia y energía. El plano espiritual es incomprensible. Yo creo que todo está supeditado a unas reglas vitales; todos tenemos que pasar por una serie de etapas – la infancia, la juventud, la lucha por la vida, la vejez y la muerte-. Es igual al movimiento de los astros.
- ¿Cree en la existencia de un ser superior?
- Una fuerza ordenadora a la cual todos estamos supeditados, porque no puede ser todo una casualidad.
- Dígame, ¿cuál es el secreto de la longevidad?
- La suerte es lo más importante. Cada uno de nosotros tiene un destino que no depende de él. Mire, en la vida el 20% es el resultado de nuestras acciones y el 80% depende de las circunstancias, de la suerte.
- ¿Se considera un hombre con suerte?
- Sí, mucho.
Serapis transfigurado en Esculapio
Foto: Pilar Vidal Clavería
Moisès Broggi: «La vida es como ir en bicicleta: si te paras,te caes»
CIRUJANO CENTENARIO E INNOVADOR. PROMOTOR DE LA BIOÉTICA.
Fue un cirujano avanzado a su época, operó a heridos en el frente militar y conoció el vacío profesional que sufrieron los que no ganaron la guerra. La vida de Moisès Broggi (Barcelona, 1908) ha sido intensa, pero él se ha ocupado de enmarcarla siempre en una actitud humilde, culta, generosa y de fácil acceso. Así sigue siendo. Se muestra en paz, relajadamente feliz y tranquilo.
–Desde que pasó de los 100 años no paran de hacerle homenajes.
–Bueno, estoy acabando la vida y me hace ilusión que se piense en mí.
–¿En qué nota el paso de los años?
–Con la edad, la mente me ha ido creciendo y el cuerpo menguando. Cada vez tengo más memorias acumuladas, pero el cuerpo se defiende peor. Va disminuyendo la fuerza muscular, la vista, el oído... al final no quedará nada de mí. Estoy seguro de que ahora un resfriado me tumba, pero mi tejido nervioso y mi cerebro van mejorando, por la interrelación que hago de las cosas pasadas.
–¿Así se conserva el cerebro?
–Se conserva pensando. Sin parar. A mí me interesan las cosas. Estoy convencido de que si me sentara en una silla sin hacer nada interesante, me quedaría allí para siempre. La vida es como ir en bicicleta: si te paras, te caes. Si no leyera y escribiera a diario, si no tuviera ilusión y pensara en hacer esto y lo otro, me apagaría. La ilusión se regenera con el esfuerzo.
–Tiene un siglo entero en su mente.
–Un siglo. Muchos cambios. Cumpliré 102 años en abril. A principios del siglo XX, el mundo tenía 1.000 millones de habitantes; ahora somos 6.000 millones. Hay más gente y la desigualdad cada vez es mayor. Los lugares con más población son los que tienen más miseria. Eso crea violencia. Recuerdo todo esto cada día.
–¿Tiene un método para recordar?
–Evocando. Pienso en una cosa del pasado que tengo guardada, y me vuelven los recuerdos relacionados. Por asociación. Un hecho arrastra a otro. Y muchas cosas se repiten.
–Se repiten.
–Sí. La humanidad no se arregla. Sigue haciendo lo mismo de siempre: los poderosos dominan a los que no lo son. Y los explotan. El egoísmo gana al altruismo, y es la fuente de todos los problemas. Es fatal.
–¿Qué actitud es imprescindible para vivir en paz con uno mismo?
–Respetar a los demás. Yo he vivido momentos felices y momentos desgraciados. Quien vive de diversión en diversión se equivoca. Hemos de pasar desgracias para poder entender las de los demás. Si no, no puedes tener compasión ni ponerte en el lugar de quien sufre. Hay un dicho egipcio antiguo que dice que las penas son la mejor preparación para la muerte. Y hay que estar preparado.
–¿Se considera preparado?
–Sí. Es lo que ahora me toca. La muerte es un misterio, igual que la vida. Soy consciente de que tengo más de 100 años, pero eso no es nada. La vida es cortísima. Incluso las cosas que más te ilusionan, la riqueza y el poder, acaban enseguida. Al final, solo te queda lo que eres.
–Usted es médico.
–Cirujano general. Acabé la carrera a los 23 años. A los 28 fui uno de los fundadores del servicio de urgencias del Hospital Clínic y cuando vinieron las Brigadas Internacionales trabajé con ellos. Me fue muy bien, porque vi las desgracias de la guerra. Gente joven que moría. Trabajé en Francia y en Gran Bretaña, aprendí técnicas nuevas. Tuve suerte.
–Eso le supuso el veto para ejercer en la Seguridad Social española.
–Sí, porque había que certificar que era adicto al glorioso Movimiento, y no podía. Tenía muy buen expediente.
–Y entonces fue el médico personal de muchas familias catalanas: los Trias, los Maragall, los Pujol...
–Sí. Al acabar la guerra, como yo era de los que habían perdido, me echaron de los hospitales y de las universidades. Esas familias, en cambio, confiaban en médicos como yo.
–¿Se considera religioso?
–Sí. Yo creo en lo desconocido. El mundo no se entiende sin un espíritu universal, sin la religión. ¿Cómo se explica que los astros viajen siempre alrededor del sol, con una regularidad fantástica, sin una fuerza que lo ordene todo? Es imposible.
–Usted es un científico.
–Sí, pero la ciencia no lo explica todo. La ciencia entiende lo material, lo que se puede medir, pero no pasa de ahí. No explica qué es lo que anima a la materia. Nosotros, por ejemplo, estamos supeditados a un ritmo vital: pasamos de la infancia a la juventud, a la vejez, a la muerte... Todo está planificado, pero no sabemos por qué ni cómo. Eso que no explica la ciencia es la religión. Incluida la idea del infinito.
–¿Qué diría que es el infinito?
–Es imposible explicar las cosas sin el infinito. El infinito no se puede demostrar, pero tampoco se puede demostrar que no exista el infinito. No todo lo que no se puede demostrar significa que no existe.
2 comentarios:
Gracias Pilar por el post. Obliga a pensar... Estoy de acuerdo y no tanto...
Creo en la Unidad, la evolución, tambien creo que la cosecha se debe a la siembra. Creo que el Dr. Moisès Broggi ha hecho mucho para recoger lo que hoy tiene.
Abrazo de luz, Mirta
MARAVILLOSO.
ME HA ENCANTADO.
M e resultaría cansino vivir tanto .porque yo tengo 40 años y ya estoy a veces bastante cansada , como sabes, pero también es verdad que yo no tengo la suerte de tener una actividad incesante y apasionante como la del doctor .
Creo que ése es el verdadero motor de la vida , lo que hace que os años se te pasen volando.
Dedicarte a lo que te llena de verdad .
Un beso, Pilar.
Publicar un comentario