Además del amor incondicional existe la fe incondicional, es la que se adquiere cuando somos niños, porque creemos todo lo que nos dicen los adultos y nos rendimos a ello, también aprendemos a juzgar, aparecen las reglas, nos castigan si no las cumplimos y nos premian si las seguimos y desarrollamos la necesidad de captar la atención de los demás para conseguir nuestra recompensa. Aparece el miedo al rechazo, el miedo a no ser lo bastante buenos.
A partir de aquí surgen lo que el doctor Miguel Ruiz denomina acuerdos y que conforman nuestra personalidad, unos acuerdos que suponen un gran gasto de energía y para los que él propone un cambio.
Si estamos dispuestos a cambiarlos habrá cuatro acuerdos, está vez muy poderosos y para los que se necesita una gran voluntad.
El primer acuerdo consiste en ser impecable con nuestras palabras, puedes medir la impecabilidad de tus palabras a partir de tu nivel de autoestima, cuando eres impecable con tus palabras, te sientes bien
El segundo acuerdo nos dice no tomarse nada personalmente, dice Miguel, lo que te duele no es lo que yo digo, sino las heridas que tienes y que yo he rozado con lo que he dicho.
El tercer acuerdo consiste en no hacer suposiciones, tendemos a hacer suposiciones sobre todo, el problema es que al hacerlo, creemos que lo suponemos es cierto.
El cuarto acuerdo se refiere a la realización de los tres primeros: haz siempre lo máximo que puedas. Si siempre haces lo máximo que puedas, no te juzgarás a ti mismo en modo alguno, y si no te juzgas, no te harás reproches, ni te culparás ni te castigarás en absoluto.
Amanecer en Barcelona, 4 diciembre 2012
Amanecer en Barcelona, 4 diciembre 2012
Fotografía: Pilar Vidal Clavería