
De buen comienzo vemos que es intrépido, aventurero, atrevido, arrogante, que disfruta con el riesgo y con una total confianza en sí mismo.
La divertida aventura por el cañón Blue John en los Estados Unidos, deja de serlo, cuando una roca desprendida de la montaña lo convierte en prisionero, prisionero de su propio cuerpo, inmovilizado por la enorme roca sobre una de sus manos.
Aron, además de en los cinco días que permanece inmovilizado reflexiona sobre sus relaciones, con su familia, con su novia y con sus amigos y establece unos monólogos a través de su cámara digital, donde expresa sentimientos que hasta entonces habían quedado también atrapados, pero en su interior.
Dirigida por Danny Boyle, director de Slumdog Millionaire, ambas películas mantienen el suspense hasta el final y muestran la fuerza para superar las dificultades, unas dificultades que de entrada parecen insuperables: "No te rindas Aron, no te rindas..."