El pasado mes de mayo se presentó
Duelia, la primera red social de ayuda en el proceso de duelo y enfermedad, donde diversos profesionales aportan asesoramiento y reflexiones sobre cómo afrontar el duelo y la enfermedad.
Alba Payàs que dirige el Instituto
IPIR, entidad dedicada a la formación de personas
que desean especializarse en el acompañamiento en final de vida y
duelo, donde estoy realizando mi formación como asesora experta en duelo desde un modelo IR, en su artículo del 28 de abril nos lleva a importantes reflexiones sobre si tras un duelo se querría o no tomar una píldora contra el duelo y sobre el
Sufrimiento necesario y el sufrimiento innecesario.
El texto de Alba que podemos leer en el artículo de
Duelia dice lo siguiente:
"Los seres humanos enfrentados a una pérdida como es la de la propia
vida o la de un ser querido, a menudo nos vemos desbordados por
emociones, sentimientos como confusión, parálisis, miedo, culpa,
desesperanza…¿Es este sufrimiento necesario? ¿Debe suprimirse este dolor
emocional? ¿Tiene algún sentido?
Suelo preguntar a las personas en duelo que acompaño en grupos de apoyo …
si
existiera una píldora en la farmacia contra el duelo, que tomándotela
dejaras de sentir dolor ¿os la tomarías? Imagínate lo que seria… dejar
de sufrir, no sentir tristeza, ni añoranza de tu ser querido, ni enfado
por haberle perdido, ni malestar… toda la sintomatología de duelo
eliminada, no sentir nada…estar emocionalmente tranquilo… ¿os la
tomarías?. Siempre hay un momento de silencio tras esta pregunta,
unas miradas pensativas y luego la mayoría de las personas en duelo
ladean la cabeza con un no …. Dicen que no…. Que aunque no saben muy
bien como explicarlo no se la tomarían…….. Que a pesar de todo
necesitan sentir ese dolor aunque muchos no saben definir el porque…
..”
Si no sintiera dolor es como si no me importara que hubiera muerto”…
“Creo que este dolor me ayuda a sentirme conectada con ella”… “es una
manera de seguir diciendo que le he amado y que le sigo amando” … si no
sintiera nada emocional seria como si estuviera muerto”…. Yo le pedí a
mi psiquiatra que me quitara la medicación, me sentía anestesiado y como
un zombi y ¡necesitaba sentir la muerte de mi hijo!
Parece entonces que hay un sufrimiento necesario en el duelo que todo
necesitamos vivir, que puede orientarnos en el proceso y que encierra
algo importante para nosotros en relación a nuestra pérdida… Un
sufrimiento al que tenemos que entregarnos porque abre caminos en
nuestro corazón que nos permiten acceder a significados, tareas no
resueltas, sentimientos escondidos que nos pueden ser necesario en el
camino de la recuperación. Pero, dicho esto, también es importante
señalar que hay un sufrimiento innecesario, que destruye a la persona
que no conduce a nada ¡tantas personas en duelo hemos acompañado que han
acabado muertas en vida , encerrado su corazón con resentimiento, la
amargura o la depresión ¡
Afrontar la perdida de un ser querido o la propia muerte son
experiencias vitales que a pesar de que forman parte de la vida de
todos nosotros, nos llenan de sentimientos difíciles. No solo nos
enfrentamos con la pérdida de la relación o de la propia vida sino que
las creencias, valores y presuposiciones que nos sostenían hasta ahora
se ven sacudidos y cuestionados. ¿Que sentido puede tener la vida sin
este ser querido? ¿Qué sentido tiene el sufrimiento cuando la vida se
acaba? ¿Por qué a mí? El duelo surge como el proceso de integrar esta
experiencia de pérdida en la vida y según sea su desarrollo la persona
puede emerger con un crecimiento personal, con significados renovados y
con vislumbres de esperanza que le pueden sostener en su camino. También
sabemos que para ciertas personas el sufrimiento que viven en su duelo
acaba con la destrucción del sentido de la vida y de las relaciones,
desesperanza, dificultades relacionales, aislamiento y para algunos
problemas de salud física o mental."
José Miguel Gaona en la entrevista de la Contra de La Vanguardia de hoy también nos habla de esa posible píldora que le piden sus pacientes en duelo y a los que les contesta y
¿Qué tiene de malo pasarlo mal una temporadita?.
Cuáles son sus intereses?
Las adicciones, los exorcismos, las experiencias cercanas a la muerte, el síndrome de decaimiento...
¿Qué tienen en común?
El misterioso cerebro
humano. Yo era cirujano..., pero me aburrí: demasiado robotizado. Me
pasé a la psiquiatría: ¡me apasiona, por lo insondable de nuestro
cerebro!
¿Ahí puede ser más creativo?
Sí, puesto que parto de un misterio.
¿Cuál?
Este: ¿dónde está la conciencia?
Pues en el cerebro, ¿no?
Pero imagina que reproducimos tu cerebro átomo por átomo: ¿en cuál de los dos cerebros estará tu yo?
...
He hecho esta pregunta a los neurocientíficos más avanzados: no saben responderla.
¿Y qué respondería usted?
Que tampoco lo sé.
¿Tiene que ver esto con las experiencias cercanas a la muerte (ECM)?
Sí.
Hemos documentado casos de personas en muerte clínica... que al
regresar describían algún detalle que ninguno de sus sentidos pudo
reportarles.
¡Más misterio!
Sigamos investigando, como en los casos de exorcismos por presuntas infestaciones...
¿Qué le atrae de estas investigaciones?
Constatar cómo el cerebro construye realidad, cómo nos aferramos a creencias y cómo vemos a través de ellas.
¿Hay algo común a quienes han vivido una ECM?
Son
menos materialistas y más arrojados que antes: tienen menos miedo a la
vida. Este cambio de valores... provoca que dos tercios se separen de
sus parejas.
Otro de sus intereses, me dice, es el síndrome de decaimiento...
¡Cada vez es más frecuente! Precisamente una separación o una pérdida (de un ser querido, un trabajo...) pueden desencadenarlo.
¿En qué consiste ese síndrome?
Es un estado de ánimo bajo.
¿Qué síntomas lo delatan?
Apatía, cansancio, desmotivación, agobio, estrés, inapetencia sexual, desgana, insomnio...
Todos lo hemos sentido alguna vez.
Lo llamativo es que pasa cada vez más a menudo..., y a cada vez más personas.
¿A qué atribuye este síndrome?
Al nuestro bajo umbral de frustración.
¿Soportamos mal la frustración?
Peor que nuestros
padres y abuelos... Nosotros ocultamos la muerte, negamos el dolor,
rechazamos la dificultad... Fíjate: nos diagnostican una enfermedad, ¡y
nos sorprende!
Claro, ¿no?
¡La enfermedad es normal, es parte de
la vida! En vez de entenderlo así, nos preguntamos: “¿Cómo es
posible?”. Y seguimos: “¿Por qué yo?”. Y concluimos: “¡No es justo!”.
Son pensamientos muy desvariados...
Ya.
Hay un desenlace fatal en urgencias, ¡y
buscamos culpables! Nos cuesta aceptar que lo normal es morirse, ¡y que
lo excepcional es vivir! Nos creemos con derecho a todo, ¡felicidad
incluida y garantizada! Abominamos del dolor físico y psíquico.
¿Y qué deberíamos hacer?
Pues no vivir el dolor
como trastorno y revés insoportable. “Estoy fatal por un duelo”, me
dicen en la consulta. “¡Recéteme algo para que se me pase rápido!”, me
piden. ¡Pues no, señor mío: ahora le toca pasarlo mal! Páselo mal. ¿Qué
tiene de malo pasarlo mal una temporadita, eh? ¡Ya amainará!
O sea, que deberíamos elevar nuestro umbral de frustración.
Si sobreproteges a tus hijos, ¡los desarmas frente a la frustración! Y se frustrarán más.
¿Receta?
A mi hija de 21 años, que estudia Oceanografía en Canarias, ya le he dejado claro que al terminar... ¡nada de volver a casita!
Es usted coherente..., y rudo.
¡He educado así a mis hijos desde niños! ¿Cuál es el objetivo último de la educación?
¿Cuál?
Ayudar al hijo a ser independiente rápido.
¿Bajará más el umbral de frustración?
Quizá la
crisis nos enseñe a arremangarnos, y así frenemos esa tendencia.
Colaboro como médico en África... y nadie allí padece síndrome de
decaimiento: ¡encontrar qué comer les alegra sobremanera cada día!
¿Qué receta a sus pacientes con síndrome de decaimiento?
Primero
exploramos las causas de su decaimiento… y su umbral de frustración. Y
en vez de enmascarar sus síntomas recetando alegremente antidepresivos,
prefiero emplear el triptófano. Con eso puede bastar.
¿Triptófano?
Es un aminoácido esencial. No es un
fármaco, sino un suplemento alimenticio. Si abunda en sangre, tu cerebro
podrá fabricar fácilmente serotonina..., ¡y te subirá el ánimo!
¿Qué es la serotonina?
El neurotransmisor del
bienestar, de la satisfacción, de la saciedad... Y así no necesitarás
comerte un bollo (y engordar: ¡fatal!).
¿Dónde encuentro triptófano?
En la farmacia. Una
cápsula al día: no produce efectos colaterales ni adicción. ¡Disminuye
la ansiedad y regula el ciclo del sueño!
Dormir bien es la mejor medicina, ¿no?
Dormir mal facilita la tendencia depresiva.
¿Conclusión?
Combinamos una baja tolerancia a la frustración... y una alta autoexigencia: ¡peligro!
El nexo común para mi de estos dos artículos es el del temor que tenemos todos al sufrimiento, al rechazo de la dificultad, la negación del dolor y la ocultación de la muerte, la lectura del artículo de
Alba Payàs y la entrevista con
José Miguel Gaona nos aportan luz sobre ello.
Mar de nubes desde el albergue de Orisson
Fotografía: Pilar Vidal Clavería
Counseling integrativo-relacional de duelo y pérdidas
Terapeuta floral
junio 2012