martes, 24 de agosto de 2010

Recuerdo

En recuerdo a la memoria de Elisabeth Kübler-Ross, que hoy hace seis años partió a bailar entre las galaxias, transcribo la carta que Jorge Carvajal Posada escribió en el libro que acompaña al DVD Elisabeth Kübler-Ross, una mirada de amor, Testimonio de una vida y una enseñanza

Querida Elisabeth:


Te echamos de menos con tu figura menuda y tus ojos profundos, con tu inquebrantable voluntad de suiza, y la infinita ternura de una mamá.

Añoramos esa ciencia humana, ese valor de revelar la verdad más profunda. Pero no te hemos perdido, Elisabeth: la luz de tu alma alumbra el horizonte de una cultura de la vida, esa en la que cada muerte es un nuevo amanecer.


Ni tu casa en llamas, ni la invalidez, ni la soledad, ni la ingratitud, impidieron a tu alma, mariposa de los Alpes, descubrir la otra cara de la muerte y revelar detrás de la oscuridad la luz; detrás de la culpa y el juicio, el amor. Después de la muerte, la vida.


Después de darlo todo, lo has perdido todo, hasta la libertad de tus movimientos, para encontrar que también más allá de la ingratitud se revela la luz. El espejo de tu vulnerabilidad te permitió reconocer en carne viva las lecciones más significativas. Entonces tú Elisabeth, que habías dado sin medida tu amor a los moribundos, descubriste la magia de amarte a ti misma incondicionalmente.


Tal vez te hayas encontrado ya con Gandhi y con Jung. Un saludo de parte nuestra, mientras tenemos el gran placer de encontrarlos otra vez en el espíritu de las profundidades. Ahora que no pueden quemar tu casa de luz, ahora que ya no pueden existir soledad ni invalidez y puedes disfrutar la infinita levedad de ser, a lo mejor puedas ver la sonrisa luminosa de esos niños que ayudaste de nuevo a nacer.


Los grupos de duelo saben por ti que hay esperanza. La ciencia y la religión abrieron por ti las puertas a un lenguaje de amor en el lecho de la muerte.


Gracias a ti hemos presentido las alas. De pronto tu alma está buscando el camino de regreso para cosechar la semilla de vida que sembraste en el corazón de la cultura occidental, pero que hayas partido por siempre o regreses no importa ahora, queridad Elisabeth. Tu lugar es todo lugar en el que la muerte sea como un canto a la vida.


Jorge Carvajal Posada

Guatemala, agosto 2004
Foto: Pilar Vidal Clavería

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