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lunes, 31 de mayo de 2010

Fortaleza

De la cualidad o virtud que desarrolla el remedio Centaury encontramos la de la Fortaleza, o la de la Fuerza, depende de la traducción al castellano que se haya hecho en el libro que consultemos.

Creo que es buena idea asociarlo a las murallas, por esa fortaleza que representan, y un paseo por las murallas romanas de Barcelona me acercó a ese concepto en cuanto a la percepción de poder poner límites, de valorar nuestras propias fuerzas, para que a modo de murallas nos sepamos proteger de ese servir a los demás desde el servilismo, de esa necesidad de agradar a los demás, del no saber decir no, para podernos convertir en ayudantes voluntarios, sin trabajar más de lo que nos corresponda, para así no descuidar nuestra propia misión particular en la vida.

Las murallas romanas de Barcelona, la Barcino romana, se contruyeron probablemente a finales del siglo IV.

En el Centre Cívic del Pati Llimona, escenario durante muchos años de los viernes activos de Sedibac, encontramos vestigios importantes de las murallas romanas.


Arco y fundamentos de la muralla romana en el Centre Civic Patí Llimona

Muralla romana en el Centre Civic del Patí Llimona

Detalle con paloma de la muralla romana

Torre circular de las murallas romanas

Muralla romana frente a la Plaça Nova

Detalle de la muralla romana de Barcino
Fotos: Pilar Vidal Clavería

miércoles, 26 de agosto de 2009

Saber decir no

El libro de Asha Phillips, Decir No, Por qué es tan importante poner limites a los hijos, se publicó por primera vez en inglés en 1999 y en enero del 2009 se ha realizado una edición de bolsillo en catalán con el título SABER DIR NO. Per què és important saber dir no als teus fills.

Comenta la autora en el prólogo de esta última edición, que cuando se publicó en el 1999, en Italia, se vendieron más de 600.000 ejemplares, no se cuantos se venderán ahora de esta edición de bolsillo, pero no me extrañaría que también fueran muchos ya que la temática tratada en libro sigue, diez años después, totalmente vigente y saber decir no, es más necesario que nunca.

Aunque sea un libro dirigido a los padres, con la premisa de que los padres ideales no existen, todos podemos sacar muchas conclusiones interesantes y puede ser de ayuda en diversas situaciones para cualquier persona interesada en aprender a poner límites.

El libro está dividido en capítulos agrupados según las edades de los niños:

- Bebés
- De los dos a los cinco años
- Los primeros años de la escuela
- Los adolescentes

Se completa el libro con un capítulo que trata las enfermedades en la familia y un apéndice para las parejas.

Va comentando diversos casos prácticos donde podemos identificar situaciones muy comunes en la vida cotidiana y también realiza una síntesis breve y concisa al finalizar cada uno de los capítulos.

Plantea el decir no como una necesidad para la creatividad, no como una restricción.

La coherencia, los castigos, los límites, las rabietas. las agresiones, el dormir, la comida, las normas de conducta, el saber esperar, van apareciendo a lo largo de la vida de los niños desde los bebés a los adolescentes y da herramientas para afrontarlo de la manera más adecuada posible.

En las Flores de Bach, relacionadas con la falta de límites tenemos dos flores.

Centaury, uno de los Doce Sanadores que el doctor Bach define en su estado negativo:

Para personas bondadosas, tranquilas y suaves que se desviven por servir a los demás. En su ansia por lograrlo sobreestiman sus fuerzas.
Su necesidad de agradar crece de tal modo en ellos que se convierten en sirvientes en lugar de ayudantes voluntarios. Su buena naturaleza les conduce a trabajar más de lo que les corresponde y, al hacerlo así, pueden descuidar su propia misión en la vida.

Vine, uno de los Siete Ayudantes:

Personas muy capaces, seguros de sus propias capacidades, que confían en el éxito. Al estar seguras, piensan que sería beneficioso para los demás el ser persuadidos de hacer las cosas en el modo en que ellas las hacen, o en el modo que ellas piensan que es correcto. Incluso en la enfermedad quieren dirigir a aquellos que les cuidan. Pueden ser personas de gran valor en las emergencias.


jueves, 18 de diciembre de 2008

Lo quiero ¡ya!

Este artículo de La Contra habla de los adolescentes, algunas de las respuestas se pueden asociar con las Flores de Bach

Jordi Royo, psicólogo clínico
"Nuestros adolescentes son rebeldes del bienestar"
VÍCTOR-M. AMELA - 18/12/2008
La Contra-La Vanguardia

Tengo 49 años. Nací en Berga y vivo en Barcelona. Soy psicólogo clínico y coordino la prevención de drogas en Badalona. Estoy casado y tengo un hijo, Guillem (12). Siento aún el programa social de la izquierda. Creo en el dios de la Patum, el que baila con la gente en la calle

¿A qué edad comienza la adolescencia?

Hoy, a los 12 años. El primer día de 1. º de ESO.

¿Por qué?

Es el día que dejamos que el chaval vuelva solo a casa, con su llave. En casa no hay nadie: merendará lo que le apetezca y verá la tele, chateará y jugará con la videoconsola a sus anchas.

¿Qué tiene en común este adolescente con el de hace treinta años, y qué no?

En común, los trastornos hormonales y la impulsividad: el cerebro experimenta un nuevo arranque para hospedar nuevas competencias, nuevas aptitudes.

Estamos ante un ser mutante, vamos.

Sí, y es natural que manifieste cambios de personalidad, una en casa y otra fuera...

Da un poco de miedo.

Más temibles que estos factores endógenos - iguales en todas las épocas-son los exógenos, que son nuevos, y que moldean a estos "nuevos adolescentes" nuestros.

¿A qué factores nuevos se refiere?

A la cultura del ocio tecnológico: pantallas, videojuegos, internet, móvil, mp3... Y al "lo quiero ¡ya!". Por eso es fácil que a esta edad incurran en adicción a un ocio paralizante y a la inmediatez, a quererlo todo al instante.

Tengo preparada una charla sobre las Flores de Bach "12 lecciones a aprender" y en cada uno de los 12 sanadores he puesto una breve frase que para mi determina el defecto a superar, en el caso de Impatiens es precisamente "Lo quiero ya", si decimos que los Impatiens son impacientes, que no tienen tiempo que perder, que son irritables, exigentes, no soportan la lentitud, todas estas características quedan perfectamente reflejadas, en esa necesidad de inmediatez. La lección a aprender, la indulgencia, nos enseña a saber esperar, a ver que cada uno necesita su tiempo, el pararse a observar, a perdonar las diferencias de los otros, a tener empatía.


¿Hemos maleducado a nuestros hijos?

"Educar bien a un hijo consiste en dejarle que pase un poco de hambre y un poco de frío", decía Confucio. Quizá no les hemos dado buen ejemplo... Si no quieres que tu hijo sea consumista, ¡no lo seas tú!

¿Cómo definiría a estos nuevos adolescentes nuestros?

Los defino como los rebeldes del bienestar. Si antes el adolescente se rebelaba para mejorar el mundo, ahora admite "estoy de puta madre, ¡pero quiero estar mejor!", como me confesó uno. Quieren para sí más lujo del que ya tienen, que es mucho.

¿Y qué deberíamos hacer los padres?

Evitar hiperregalar a los niños. ¿Por qué no acompañarlos a entregar regalos sobrantes a niños necesitados?

Más consejos.

Desde niños, acóteles el uso de pantallas: de lunes a viernes, nada de videojuegos.

¿Le compro móvil a mi hijo de 13 años?

En la clase de mi hijo de 12 años, él y otro son los únicos sin móvil. ¡Los amigos le acusan de tener un padre irresponsable, pues no podrá avisarme si "le pasa algo"!

¿Y usted qué le argumenta a su hijo?

Que las desventajas de tener móvil - adicción, gasto...-superan las ventajas. ¡Retrásele a su hijo el móvil todo cuanto pueda!

¿Le permito tener tele en su cuarto?

¡No! Lo mejor es un solo televisor en la sala, y negociar su uso entre toda la familia.

Pero ordenador sí necesita, para hacer trabajos del cole.

Pero si tiene que conectarse a internet, que sea en un ordenador situado en la sala.

Otro problema: ¿le doy paga?

Retrásela al máximo, y que se acostumbre a razonar para qué quiere el dinero, y a argumentar si realmente necesita tal cosa. Y si a los 15 años acuerdan paga..., que sea semanal, y fijando para qué conceptos.

¿Y si exige salir de noche con amigos?

Retrase eso lo posible, y pacte la hora de regreso, lo menos tarde posible, y si incumple, que no salga la próxima. Lo mejor es que un padre vaya cada vez a recoger al grupo.

Trabajoso, ser padre de adolescente...

Haber sido padres exitosos de un niño ¡no garantiza serlo de un adolescente! Los padres de adolescente deberían asistir a un cursillo. ¡Y ojalá colaborase la escuela!

¿No lo hace?

Los conflictos reales del adolescente son las drogas, el sexo, la violencia, las adicciones, los trastornos alimentarios, la percepción del propio cuerpo, la indumentaria y el dinero. Yo pregunto: ¿cuántas horas dedica la escuela a debatir acerca de estos asuntos?

No sé.

¡Casi nada o nada! La escuela ni se atreve a decir qué ropas no deberían admitirse en clase. ¡La escuela, pues, todavía no ha entrado en el siglo XXI! Deberíamos reclamárselo, y a la vez devolverle autoridad moral.

¿Cómo educo al chaval sobre sexo?

Propiciando ocasiones para hablarle de sexo. ¡Hoy se dan más embarazos indeseados que nunca! Ayúdele a conocer el preservativo. Todas las chicas llevan tampones en el bolso, ¡pero ninguna lleva preservativos! Es desesperante... Usan la píldora abortiva.

Pero el pánico paterno es la droga.

Cuéntele al adolescente la verdad: que el cannabis puede proporcionar sensaciones placenteras, pero distorsiona percepciones, merma la capacidad de concentración, puede disparar trastornos mentales... Que las pastillas son euforizantes y empatizantes, pero luego hunden en la apatía, restan potencia intelectual, disparan brotes psicóticos...


Deme tres consejos de oro.


Apóyele en sus estudios. Repártanse labores domésticas (¡sin mediar paga alguna, por supuesto!). Hágale luchar por cada cosa que desee. Lo cierto es que será más fácil si desde niño le adiestró en el arte de respetar límites. Si no..., lo tiene usted difícil.

La flor de
Bach de gran ayuda en el respetar límites es Centaury, en este caso la frase que escogí para determinar el defecto a superar es "Cómo tu digas", sus defectos son el querer siempre complacer, no saber decir que no, la debilidad, el miedo al rechazo, la necesidad de ser aceptado. Con Centaury aprendemos a a poner límites en las relaciones con los demás, a decir ahora no puedo, la lección a aprender es la de la Firmeza.


¿Ante qué síntomas debo alarmarme?

Un repentino bajón en su rendimiento académico, dificultades con sus horarios...

Lo bueno es que la adolescencia se acaba, ¿verdad? ¿Cuándo se acaba?

A los 30 años... Es el adojoven: el joven que sigue siendo adolescente, que no se ha esforzado en dejar de serlo. A veces, ¡sus propios padres son todavía adolescentes!



Impatiens y la velocidad

Foto: Pilar Vidal Clavería
<>Consentidos
Los padres consienten conductas y actitudes de sus hijos que los desentrenan para afrontar las pasiones y frustraciones de la adolescencia, lo que deriva en conflictos que se vuelven contra los padres. Temerosos de las reacciones de sus adolescentes hijos, agravan aún más la disfuncional relación. Para aliviar esto, Jordi Royo creó el centro Amalgama (www. amalgama7. com), que imparte cursillos para padres de adolescentes y reeduca a los hijos. Amalgama y un grupo de padres alientan la Fundació Portal, que ayuda a familias con hijos drogadictos y trastornos mentales. Royo da claves para tratar con nuestros nuevos adolescentes en Los rebeldes del bienestar/Els rebels del benestar (Alba).






sábado, 15 de noviembre de 2008

Centaury

CENTAURY

Sometimiento. Servilismo. Debilidad. Necesidad de ser aceptado. Miedo al rechazo

Para personas bondadosas, tranquilas y suaves que están siempre ansiosas por servir a los demás. En su empeño por lograrlo, sobreestiman sus fuerzas. Su necesidad de agradar crece de tal modo en ellos, que se convierten en sirvientes en lugar de actuar como ayudantes voluntarios. Su buena naturaleza les lleva a trabajar más de los que les corresponde y al hacerlo así, pueden descuidar su propia misión particular en la vida (E. Bach)

Rendido a tus pies, pero no en un acto de honra, sino de sometimiento, de debilidad, de servilismo, de todo ello es capaz un Centaury, capaz de quedar anulado como persona en su necesidad de aceptación por parte del otro, no siendo capaz ni de valorar sus propias fuerzas. Con la toma de la esencia aparecerá la fortaleza, la firmeza y el saber poner límites en sus relaciones con los demás.
Foto: Pilar Vidal Clavería
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