Hay momentos en que los cárteles anunciando, compras y alquileres sacan sabor a los edificios. El slogan "el negocio, es el negocio", aquí también está presente.
En la visita al mercado principal vi las primeras flores de Cempasúchil. Asociado con el sol por su intenso color, su nombre original en náhuatl, era cempohualxochitl, que significa veinte flores.
En El National Geographic, hay un artículo sobre el Cempasúchil, La flor que nació del amor para guiar a los muertos, puedes leerlo clicando en el enlace.
Después tomamos el coche y nos dirigimos al municipio de Hecelchakán, tardamos menos de una hora y llegamos al Cementerio de Pomuch.
Cuando muere un habitante de Pomuch, su cuerpo permanece en una bóveda, sellada durante tres años, a partir de esa fecha, los restos pueden ser exhumados para depositarlos en un osario.
Entre el 25 de octubre y el 30 se procede por parte de los familiares o de personas que se encargan de ello, a la limpieza de los restos. El día 31 las familias montan la ofrendas en sus casas y en el cementerio.
Una vez limpios los restos, se depositan en una caja de madera, se envuelven con un paño blanco, bordado con flores y se depositan en un osario.
Los osarios en estos días también se repintan con colores vivos.
Octavio Paz en El laberinto de la soledad, escribió:
"Para el habitante
de Nueva York, París o Londres, la muerte es palabra que jamás se
pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta,
la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus
juguetes favoritos y su amor más permanente".
Mientras visitábamos el cementerio y superábamos las primeras impresiones de este lugar tan particular, coincidimos con una vecina de Pomuch, que explicaba junto a unos niños sus vivencias personales a través de este ritual. Ella limpiaba los restos de su padre desde hacía unos años. Había sido maestra y ahora se dedicaba a difundir a través de sus explicaciones sus tradiciones en los días previos y en el Día de Muertos.
Una de las tradiciones es la preparación del pibipollo, una masa rellena de carne de cerdo, pollo o pavo y también verduras, empaquetado en hojas de pátano con cuerdas de henequén. Una vez preparados se colocan en los altares de muertos junto a otros platos. Es después cuando se les pide permiso a los muertos para comer su comida.
El día 28 de octubre había sido Luna Llena, una luna que iluminó la Fiesta de las luces y animó si cabe todavía más, mi visita a la ciudad.
Texto y Fotografías: Pilar Vidal Clavería