
Y también me entusiasmaron las flores de la Gentiana verna, que parecían también estrellas, aunque azules.
PILAR VIDAL CLAVERIA. Counseling integrativo-relacional duelo y pérdidas, Máster IL3 Universidad Barcelona, Instituto IPIR. Terapeuta floral. Lic Ciencias Biológicas Univ Barcelona.Información y consultas 652631831. Este blog es un espacio donde encontrarás información sobre el acompañamiento en el duelo y las pérdidas, la terapia floral y también algunos de mis intereses personales: fotografía, viajes, películas, entrevistas,reflexiones....Gracias por visitarlo y compartirlo
La visita de ayer por la tarde a la fuente de l'Adou, nacimiento del rio Bastareny, cerca del pueblo de Bagà, en l'Alt Bergadà, me ha llevado a recordar que fue también un mes de mayo, en 1930, cuando el doctor Bach descubrió el Método Solar o de Solarización.
La primera descripción de cómo preparar remedios por el método solar en 1930 fue:
Una vasija de cristal, lo más delgada posible, se llenó con agua limpia, preferiblemente de un manantial. En su superficie se colocaron suficientes flores de la planta como para cubrirla completamente. Se escogió un día sin nubes y las flores se recolectaron después de haber estado expuestas dos horas a la luz solar. A continuación, la vasija se colocó al sol y su posición se cambió de tanto en tanto, de modo que la luz solar pasase directamente a su través, y bañase también el todo.
Todo tiene su propia melodía, lo vemos en el hombre y también en el universo: no hay dos estrellas iguales.
Caray.
Usted es Dios y yo también. Somos partícula exacta de la creación.
¿En su familia hay chamanes, santeros?
En Talaigua hay personas que manejan la sabiduría de la cotidianidad, el respeto al Sol y la Luna, a los cuatro elementos y a la madre naturaleza.
¿Y?
Que ahí está todo, incluido el significado de nuestra estadía aquí en la Tierra. Parece que tuviéramos el libre albedrío, pero no existe, las leyes del equilibrio nos manejan. Cuando uno se levanta, se pregunta: "¿Quién soy?, ¿qué estoy haciendo aquí?".
¿Eso se pregunta por las mañanas?
¡Claro!, ¿usted no?
Así como quien se lava los dientes, no.
Pues responder a eso tiene que ver con tu esencia, la que transita de reencarnación en reencarnación.
Cuente, cuente…
Hace cuarenta años fui por primera vez a Francia y supe que ya conocía aquel país. Fui al monasterio al que iba Carlomagno. Reconocí cada peldaño de su escalera, supe que había estado allí como niña. En la parte alta oí unos coros cantando.
¿Y?
"¡Qué bien cantan los monjes!", dije, pero no había monjes cantando; o sí, y simplemente no podíamos verlos. Y todo esto no tiene nada que ver con el chamanismo, sino con la sensibilidad profunda, porque si uno quiere puede ser un Dios, y si se pone, puede sanar, sólo hay que quitarse la maleza.
¿Qué es eso?
El egoísmo, la mentira, los malos pensamientos; hay que ponerse armónico con el universo, y eso se ve en la cara. Pero en este momento en el mundo todos estamos enfermos por las ansias de tener, cuando en realidad todos somos ricos: tenemos la vida.
¿Y usted ha sanado a alguien?
¡Claro que sí!, con la música. Cuando canto en Estados Unidos o en Europa, muchos colombianos descubren que no son de aquí, que son de allá, de un lugar donde a las cuatro de la mañana el sol resplandece, donde escupes una semilla y nace una planta.
Pleno corazón del realismo mágico.
Donde yo nací somos anfibios, cuando crece el río Magdalena se levantan las casas con estacas y nos movemos con canoas. Todo lo que cuenta García Márquez, la Mamá Grande con su péndulo..., pues yo ahora mismo le digo cuántos muchachos va a tener.
¿Usted cree en la magia?
Me sucede todo el rato. Una vez en Palenque, un asentamiento africano, organizamos un bullerengue: reunión de tambores, cantadoras, palmas y coros. El tambor se pasea anunciando que en la esquina de la casa de la Mamá Grande está todo preparado.
¿Usted era la Mamá Grande?
Así me dicen. Ese día dormí en casa de un gran tambolero, y cuando me acosté en la hamaca vi a un negro fornido, esperé a que entrara, vino hacia a mí..., y me atravesó.
¿Un espíritu?
Sí, al día siguiente me aclararon: "Es nuestro difunto tío". Gabo transmite las historias de la gente con su pluma mágica. Se trata de lo que uno ve pero no entiende, o que entiende pero no ve, tan real como eso.
¿A qué tipo de familia pertenece?
Mi papá es oscuro, mi mamá clara, su papá, mi abuelo, era músico, componía operetas y dirigía un teatrillo, pero se enamoró de quien no debía. En la época de la colonia si tú descendías de españoles, pertenecías a la primera categoría. Había cuatro.
Ya.
Pero había primera de primera, segunda de primera, tercera, cuarta de primera. Cuando un hombre de primera de primera se enamoraba de una indígena, pasaba a la cuarta de cuarta y entraban en la casa por la puerta falsa. Pero resulta que los de primera primera se murieron y ahora la casa es nuestra.
¿Y usted iba descalza por la calle?
No, porque mi papá era zapatero. Iba siempre bonita. Pero a los 8 años llegué a Bogotá y viví la violencia. Una queda marcada toda la vida cuando camina por encima de los muertos, aunque lleve zapatos bonitos.
¿Y qué ha entendido?
Que las desigualdades han ido progresando por las ganas de tener y de querer ser estrellas a cualquier precio.
¿Ha sufrido violencia?
Llovía en París, me guarecí en un bar, el dueño me sacó a empujones y me tiró al suelo; por ser oscura, presumo. Ami papá lo perseguían por ser liberal y tuvimos que vivir escondidos. Pero yo cada día doy gracias.
Por qué.
Por haber escogido de una manera intuitiva recuperar la música de nuestros ancestros, indígenas y negros.
¿Fue difícil?
Cuando empecé a salir al escenario con cinco hombres músicos me tildaron de promiscua. Defender la música tradicional - decían que ni existía-me convirtió en una guerrera. Con el tiempo eso me afectó a la garganta, me quedaba afónica de puro coraje.
...
Incluso tuve que buscar una antropóloga para librar mi batalla. Ahora la música popular se estudia en la universidad. A través de la música se pueden formar buenos ciudadanos; si uno ama su identidad, no es fácil comprarlo con unas zapatillas Nike.
Si uno quiere, puede ser un Dios"
España posee casi 50.000 niños adoptados, muchos de los cuales al llegar a la edad adulta empiezan también a preguntarse sobre sus orígenes | Hay 13 millones de huérfanos de padre y madre, pero el 95% tienen más de 5 años | "No hay que buscar niños para las familias adoptantes sino familias para niños"
Josep Palyà Maset| Barcelona | 08/05/2010 | Actualizada a las 00:50h | Ciudadanos
Quince años después del inicio de las adopciones internacionales en España es el momento de hacer balance. Son casi 50.000 niños adoptados, muchos de los cuales al llegar a la edad adulta empiezan también a preguntarse sobre sus orígenes. Las restricciones impuestas por los países de origen y en menor medida la crisis económica han frenado el baby boom de la adopción y facilitan ahora la reforma y el replanteamiento de algunas prácticas. Los expertos piden un mayor control sobre los niños que se ofrecen en adopción y una apuesta por un modelo de "adopción abierta" que facilite la transparencia y el contacto con los orígenes biológicos.
Diana Marre, antropóloga de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), constata que en estos momentos "prácticamente no hay niños huérfanos, sino huérfanos sociales". Lo dice también la Unicef que si bien reconoce la existencia de 132 millones de huérfanos en el África subsahariana, Asia, América Latina y el Caribe, en el 2005, sólo reconoce 13 millones que han perdido ambos progenitores, por lo tanto esa sería la cifra real de acuerdo con el concepto de orfandad más extendido. Y de estos niños y niñas, un 95% tienen más de 5 años y la mayoría viven con sus abuelos u otros familiares. La segunda constatación es que hay que cambiar la tendencia actual de buscar niños para las familias que quieren adoptar por otra idea, la de buscar familias idóneas para niños con necesidades especiales. Lo explica Diana Marre: "Hay familias que no están preparadas para aceptar niños con determinadas circunstancias familiares, como aquellos que conservan una madre biológica, o con determinadas secuelas, ya sean un pasado de abusos o enfermedades". Son reflexiones que forman parte del proyecto de investigación La interacción familiar y social de los menores adoptados. Perspectivas interdisciplinarias y comparativas desarrollado por el equipo AFIN de la UAB que ella misma dirige. Este trabajo ha contado con el apoyo del Ministerio de Ciencia e Innovación que ahora mismo le acaba de renovar la confianza para otros tres años con una ayuda de 150.000 euros. La primera parte del proyecto se ha presentado en unas jornadas organizadas por ese grupo de investigación entre ayer y hoy en Barcelona. Barbara Yngvesson, antropóloga del Hampshire College, destacó en estas jornadas la reacción de los hijos adoptados ya adultos y la experiencia de las madres de Corea y la India que se han unido para poder conocer a los hijos que abandonaron un día como dos indicios del cambio en las perspectivas de la adopción internacional. Yngvesson, madre adoptiva de un chico nacido en Sudáfrica, defendió el principio de la adopción abierta y la mejora de la relación con los padres biológicos. "No todos los adoptados ni todas las familias adoptantes lo quieren –añadió– porque es más fácil quedarse con una sola familia". Por un lado explicó que cada vez son más los padres que abandonan a sus hijos en los países más pobres, generalmente por necesidades económicas, pero que no quieren perder el contacto con ellos. Así lo dicen muchas madres de Colombia, Chile o la India entrevistadas por ella misma. "En Sudáfrica hemos visto casos en que el amor por un hijo implica la separación, como aquella madre que decía que buscaba unos buenos padres que le aseguraran a su hijo una buena educación y una buena vida que ella no tenía ni podía ofrecer". Había incluso el caso de otra madre, también sudafricana, cuya fantasía era ser amiga de la madre adoptiva. Para esta investigadora, no hay duda de que esa búsqueda de los orígenes puede ser compleja y problemática. Recordó casos en que el reencuentro con la familia biológica acaba con un sentimiento de tener que financiar su futuro con remesas. Por esa razón defendió la necesidad de buscar fórmulas flexibles, sin normas fijas, pero dejando que cada adoptado pueda conocer sus orígenes. Diana Marre lamenta "las prisas para buscar niños para adoptar" que a veces tienen las ECAI, las entidades oficiales de intermediación, y considera que ese aspecto debería revisarse también para evitar fracasos. Beatriz San Román, miembro del comité ejecutivo de CORA, una federación de 26 asociaciones de niños adoptados, es tajante en el último número de la revista Afín al pedir una "reforma urgente" de la adopción internacional. En su opinión, el desequilibrio entre la "oferta" de niños adoptables y la "demanda" de las familias no sólo ha alargado los tiempos de espera (en China puede tardar hasta tres años), sino que han proliferado los casos de corrupción. Recientes investigaciones de la Unicef y de Terre des Hommes sobre Guatemala y Nepal y de Estados Unidos sobre Vietnam describen el perverso fenómeno de la "fabricación de huérfanos". San Román destaca que han sido los países más pobres los que han frenado la adopción (Brasil, Ucrania, Letonia, Polonia, México) mientras los países de adopción no han revisado sus controles. CORA ha pedido ahora una moratoria para adoptar en Etiopía ante las denuncias sobre falsificación de documentos. La adopción "no es un medio de satisfacer las ansias de paternidad o maternidad de ciudadanos occidentales", recuerdan.
Su ámbito de excelencia son los crímenes, las agresiones sexuales, los asesinatos y la violencia de los hijos contra los padres. De esto último trató su primer libro, ‘El síndrome del emperador’, donde describió a los hijos tiranos. Ahora publica ‘Mientras vivas en casa’. Vicente Garrido (Valencia, 1958) es profesor de Psicología y Pedagogía Correccional en la Universidad de Valencia, y un punto de referencia español en el análisis psicológico de los niños muy violentos.
–¿Por qué una mujer denuncia ante el juez a su hijo adolescente?
–Normalmente, hay dos motivos: teme que abuse de un hermano pequeño, o que lo ataque de forma violenta; o bien, ella y su marido se sienten en peligro. Hay madres que no se fían de sus hijos. Cierran la puerta de su habitación por las noches. Temen que incendien la casa. Ven un riesgo inminente porque los mantiene bajo una amenaza insoportable.
–No habla de casos aislados.
–En absoluto. La Fiscalía General del Estado tramita cada año más de 6.000 denuncias de este tipo, y se considera que apenas representan el 10% de la realidad. Es difícil que las madres denuncien a sus hijos.
–¿Qué sucede para que un adolescente sano agreda a sus padres?
–Su objetivo siempre es tomar el poder. La edad predominante en este tipo de violencia son los 14 o 15 años, que es cuando el chico empieza a salir de casa y quiere obtener privilegios. Es cuando son más evidentes las cortapisas que implica el control paterno en su vida cotidiana. Ha de quedar claro que son muchachos bien cuidados, de familias que se han preocupado por su educación.
–¿Qué controles no toleran?
–Cosas muy básicas. No quieren que se les haga levantar a una hora determinada por las mañanas; no soportan ver los canales de televisión que los padres eligen; se niegan a comer lo que su madre cocina o a cuidar de un hermano pequeño. No les gusta ir a la escuela, ni tener que volver a casa a una hora concreta. Todo eso.
–O sea, las normas de convivencia.
–Exacto. Estamos hablando de chicos con un temperamento violento y dominador extremo, sin ningún apego hacia sus padres. No han vivido en un ambiente violento, ni en una familia desestructurada, pero se sienten muy poco vinculados con ellos. Eso les permite enfrentarse a las normas educativas de la familia sin el sentimiento de culpa o el remordimiento que tienen los niños que quieren a sus padres. No tienen dependencia afectiva.
–¿Y eso los lleva a ser agresivos?
–Eso, sumado a otra característica diferenciadora: tienen muy exagerada la fijación de sus metas. Desean más que otros disponer de más dinero, más tiempo libre..., eso figura entre sus máximas prioridades. Como las familias no son democracias, sino que aplican normas, cada vez sienten más la necesidad de rebelarse. Se dan cuenta de que no tienen dinero ni edad para vivir en otro contexto, y creen que la forma de hacer lo que quieren es tomando el poder.
–¿Cómo se llega a esa situación?
–Muchos de estos casos afectan a madres solas, que no tienen tiempo ni saben cómo afrontar los primeros signos del problema, que suelen aparecer cuando el niño tiene 8 o 10 años. También se da en familias con padre y madre, pero es más fácil que el componente violento surja cuando no hay padre. La madre siempre es más vulnerable.
–¿En qué tipo de familias sucede?
–Claramente, en las clases medias. Afecta a chicos que suelen ir mal en los estudios y, si no van mal, es porque son inteligentes, no porque se esfuercen. Abusan emocional y psicológicamente de su madre y de algún hermano pequeño. Poco a poco, pasan de ahí a los golpes con objetos y a las amenazas físicas.
–¿Esto es consecuencia de su carácter o de que han sido educados como el rey de la casa?
–No, no. Nada de rey de la casa. Precisamente, esos padres tienen problemas porque se oponen y se enfrentan a sus hijos. Se suele pensar que han sido permisivos, pero no es así. Lo que ocurre es que no han sido suficientemente hábiles para manejar a unos hijos que son muy difíciles. La permisividad paterna facilita la tiranía de un hijo, pero no la provoca.
–¿Es un fenómeno nuevo?
–No. Aunque nunca ha sido tan difícil educar como ahora. Niños con conductas violentas existían hace 40 años, pero vivían en un ambiente externo que les obligaba a mantener autocontrol. La sociedad ha perdido capacidad de socializar. Hay un debilitamiento en el poder de las familias para sacar adelante a los hijos en un entorno saludable. Su primera opción es acudir a la justicia. Se judicializa todo de forma exagerada.
–¿Qué aconseja a quien tenga un hijo dominante y violento?
–Nunca han de cederle la autoridad. Han de intentar, como puedan, que sus hijos desarrollen empatía. Que descubran que pueden ser valorados y poderosos siendo ejemplos positivos para los demás. Necesitan modelos éticos. Conviene incorporarlos a prácticas de voluntariado, a actividades que les generen sentimientos fuertes por ayudar a los demás.