, y la necesidad de la colaboración de la comunidad internacional en la restauración de las libertades en Birmania, hoy en La Contra de La Vanguardia, aparece una entrevista con Zoya Phan que recogió en Barcelona el premi Internacional Catalunya representando a
¿Cómo está Suu Kyi?
El régimen militar la mantiene aislada, confinada en su domicilio, incomunicada.
¿Secuestrada?
Detenida, oficialmente.
¿Por qué?
Los generales la temen. Ella aboga por los derechos humanos, la democracia, la libertad, y es una mujer firme, carismática, muy querida por los birmanos.
Y con un premio Nobel de la Paz.
Esos premios internacionales (como el Premi Internacional Catalunya, que acaban de concederle aquí) son los que la blindan y le salvan la vida: los generales no la eliminan para ahorrarse un escándalo internacional.
¿Qué podemos hacer para ayudar a los birmanos a librarse de la dictadura?
Presionar a vuestros respectivos gobiernos. El actual Gobierno de España, por ejemplo, mantiene tratos con el régimen dictatorial militar de Birmania.
No sabía...
Por intereses económicos, como Alemania y Francia. Impiden que laUE apruebe sanciones económicas contra el régimen birmano.
¿Eso funcionaría?
Es lo que más puede molestar a la dictadura. Y, sobre todo, ¡es una cuestión moral! Si España valora la democracia, debería promoverla también para Birmania, ¿no?
Todos vimos a monjes budistas manifestarse...
No pudieron soportar más la postración de la gente. Los monjes siempre han estado junto al pueblo.
¿Qué ha sido de ellos?
Mataron a muchos, otros se han ocultado en la jungla, detuvieron a los líderes... Hay terror en los monasterios, represión.
¿Cómo ven los birmanos a esos monjes?
Como a héroes. Los birmanos siempre han sentido un enorme respeto por los monjes.
¿Qué sistema político desearía usted para su país?
Una unión federal democrática, con autonomías como las españolas para los territorios con identidad propia, como es el caso de la etnia karem, la mía, al este del país.
¿Podría ser un día Suu Kyi presidenta de Birmania?
La mayoría de la gente estaría encantada de votarla como presidenta, por sus virtudes cívicas, por su valor, su coraje.
Si mandase usted, ¿qué haría primero?
Cubrir las necesidades sanitarias y educativas, las mayores carencias de mi gente. ¡Los militares se gastan hoy en armas la mitad del presupuesto nacional! En 1988 cerraron las universidades, quemaron libros... Hoy sólo reciben educación los hijos de los generales y sus familias.
¿Y el resto?
Esclavos. Millones de personas explotadas como esclavos. Se quiere sumir a la gente en la ignorancia y la indignidad.
¿Qué recuerda usted de la suya?
Recuerdo la felicidad de la vida en mi aldea, con mi familia, jugando con los búfalos de agua junto al río, con la jungla a la puerta de casa... Hasta que, a los 14 años, los militares nos bombardearon.
¿Por qué?
Por ser de la etnia karem, minoritaria, pero que reclamamos nuestros derechos. La tierra temblaba bajo las bombas, y tuvimos que huir del pueblo con lo puesto y un poco de comida.
¿Adónde fueron?
Nos internamos en la selva. ¡Dramático! Mucha gente, herida, murió por el camino. Mi madre sufrió un ataque cardiaco. Sin tratamiento médico, aquello la mató poco después, estando ya refugiados en Tailandia.
¿Hay muchos refugiados allí?
Miles, viviendo en campos junto a la frontera birmana. Un lugar peligroso para mí... He tenido que abandonarlo este año, y ahora vivo en Londres, por seguridad.
¿Por qué es peligroso para usted?
Han intentado asesinarme tres veces: los generales birmanos envían a agentes secretos a Tailandia para eliminar a opositores molestos. Ya me han puesto una bomba en el coche, que descubrimos a tiempo. Y contrataron mercenarios para tirotearme, pero afortunadamente uno se arrepintió...
¿Por qué les resulta usted tan molesta?
En el exilio en Tailandia, mi padre se convirtió en líder de la comunidad karem, un activista opositor del régimen militar birmano. Y el pasado enero, después de varios intentos, los generales birmanos enviaron a mercenarios que lograron asesinarle.
Lo siento mucho...
Yo sigo luchando en memoria de mi padre y en favor de mis compatriotas.
¿Tiene familiares en Birmania?
He roto todo vínculo con ellos, para evitarles daños. Tengo un hermano en Canadá, una hermana conmigo en Londres, ymi hermano mayor está con los refugiados en la frontera, corriendo también peligro...
¿Ha tenido usted contacto reciente con Suu Kyi?
Tiene prohibido recibir visitas, correo y llamadas. Pero un médico la visitó hace poco y sabemos que está bien de salud.
¿Sueña con reunirse un día con ella en Birmania?
Lucho para eso. Veo el sufrimiento de mi gente, y sueño que Occidente da una respuesta firme a los generales y que se acaba la sistemática limpieza étnica en Birmania.
¿Volvería a su casa?
Ahora mi casa está ocupada por militares y toda mi aldea está sembrada de minas.
Inspirada en Gandhi y en el budismo, Suu Kyi inició una lucha por los derechos humanos y la libertad de su país, hoy aherrojado por una camarilla de tiránicos generales, unos criminales que han devastado poblaciones enteras en Birmania y que han ordenado disparar contra monjes inermes. Por su lucha en favor de la democracia y la autonomía de las etnias de Birmania, Suu Kyi vive confinada e incomunicada. Recibir el premio Nobel de la Paz en 1991 la ha protegido, y la semana pasada la Generalitat le otorgó su Premi Internacional Catalunya, que reconoce a personas destacadas por su alto compromiso ético y humanístico. Su amiga Zoya Phan viajó a Barcelona para recoger este merecido premio.
Fotos: Pilar Vidal Clavería