La propuesta por parte del Palau de la Música Catalana, de ofrecer durante la semana de la Fiesta de Sant Jordi, y por tanto, en Catalunya, también Fiesta de la Rosa y del Libro, una visita guiada especial, una Ruta de las flores, para descubrirlas al público, me pareció muy sugerente.
Aunque he tenido la suerte de haber asistido en varías ocasiones a diversos conciertos en el Palau, e incluso a la ceremonia de graduación de mi hija Cristina, lo que me ha permitido a lo largo de los años de disfrutar de esta joya arquitectónica de Lluís Domènech i Montaner, tenía pendiente realizar una visita guiada. Realizarla, complentándola con información de sus flores, me pareció que era hacerme un autorregalo estupendo.
El Palau de la Música Catalana, fue construido entre 1905 y 1908. Fue un encargo al arquitecto modernista Lluís Domènech i Montaner, como sede de l'Orfeó Català y es la única sala de conciertos modernista, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO.
La Naturaleza, con mayúscula, es la fuente inspiradora del edificio y de los diferentes elementos que lo integran, por lo que se le llega a denominar Jardín de Piedra.
En este jardín las flores son las principales protagonistas, -hay más de 2000-. Las encontramos en mosaicos, cerámicas, vidrieras y hierro forjado.
Podemos encontrar hasta 18 especies diferentes de plantas, representadas en flores y hojas, aunque la rosa, es sin duda la gran protagonista.
Hay flores de campanillas, claveles, margaritas, lirios azules y de agua, hortensias, girasoles, amapolas, crisantemos y hojas de palma, laurel, acanto, pino, platanero, trébol, sauce y castaño de Indias.
Hay flores, sobre todo rosas, en la entrada del edificio, en la sala de conciertos, en las columnas, vidrieras y capiteles. En las barandillas de las escaleras, las flores y las hojas abundan y lucen con todo su esplendor.
Con las explicaciones, no por falta de buena voluntad de la guía, sino que porque considero que no estaba bien preparada la visita en sí, se pasaba de puntillas por la información de la simbología de las flores y su relación con el Modernismo y por tanto no llegó a cumplir con mis expectativas, por suerte la belleza del edificio y sus elementos suplió la falta de información y me sentí afortunada, contemplando tantas maravillas y haciendo fotografías.
También fui yo la fotografiada, la visita guiada incluía una fotografía, con una buena vista de la segunda planta de la Sala de Conciertos.
El arquitecto Lluís Domènech i Montaner, recibió en 1904 el encargo de l'Orfeo Català para la construcción del edificio, del que se colocó la primera piedra precisamente el día de Sant Jordi del año 1905.
Las obras se prolongaron durante tres años. En los años veinte, el edificio no estaba bien visto por los vecinos y lo llamaban con desprecio el palacio de la quincallería. Algunos arquitectos llegaron incluso a intentar su demolición, no puedo ni llegar a imaginar semejante disparate y que se hubiera podido perder una obra con una belleza y simbolismo como las de este palacio.
La espectacular claraboya de la sala de conciertos, es para mi la cumbre de la belleza del Palau. Con vidrios coloreados, forma de campana invertida y una tonelada de peso. Representan a un coro de ángeles femeninos rodeando al sol, es obra de Antoni Rigalt i Banch.
Lluís Domènech i Montaner, estaba obsesionado por la luz, haciendo que no solo la claraboya, sino toda la sala filtrara la luz exterior a través de unas magníficas vidrieras.
Detalle de uno de los caballos alados, en la parte posterior-superior de la Sala de Conciertos, obra de Eusebi Arnau.
Loa caballos de las esculturas y de las amazonas cabalgando, de la boca del escenario, en representación de la Cabalgata de las valquirias, de Wagner, fueron realizados por Pablo Gargallo.
Ambos escultores colaboraron con Lluís Domènech i Montaner en la decoración del Palau.
Cerámica, vidrio y hierro forjado se combinan en la expresión de las flores.
Detalle de una de las columnas, ornamentadas con rosas, en la escalera de acceso al primer piso.
Detalle de una de las flores realizada en "trencadis", en una de las columnas de la balconada de la Sala Lluís Millet.
El
trencadís es un mosaico creado con fragmentos de cerámica,
básicamente azulejos, uno de los elementos decorativos característicos
del genial
Antoni Gaudí, que realizó entre otros lugares en el Park Güell, en colaboración con el también arquitecto
Josep Maria Jujol. Puedes verlos en una entrada anterior, clicando en el
enlace.
Todas las entradas en este blog sobre sobre el
trencadís las tienes en el siguiente
enlace.
En cuanto a la identificación de las flores durante el recorrido de la visita, nos encontramos con las que claramente se podían identificar, como esta flor de cala o lirio de agua, o como en el caso de la anterior donde era la imaginación la que determinaba que pudiera ser una o otra flor.
Todas las columnas tienen diseños diferentes, las personas que saben de mi pasión por las flores, lo tienen fácil para entender la sonrisa que se reflejaba en mi cara.
Muestra de flores en las vidrieras de hierro forjado, dejo a la imaginación saber a que especie floral, real o imaginaria puede corresponder.
Y aparecieron los girasoles, en forma de lámparas en el techo del piso superior de la Sala de Conciertos.
Texto y Fotografías: Pilar Vidal Clavería
Barcelona
27 abril 2024
Las
informaciones sobre las Flores de Bach que aparecen en los artículos de este blog
son únicamente de carácter orientativo e informativo. Cada persona
necesita un tratamiento individualizado, que debe ser prescrito por
un terapeuta floral acreditado.