Begoña Román transmite entusiasmo con sus palabras, explicó que iba a realizar una serie de reflexiones en voz alta ejerciendo el oficio de filósofo.
La sociedad occidental tiene la necesidad de replantearse el hecho de la muerte y darle a ésta una visión integral. Occidente ha convertido la muerte en un tabú, un nuevo tabú en sustitución del que antes era el del sexo. Occidente posterga continuamente, siempre está preocupado, y desató las sonrisas de los asistentes cuando dijo, le llaman porvenir, porque nunca viene. Negamos la incertidumbre.
El si rotundo al momento para morir iba acompañado de un morirse bien y a la primera, sin aferrarse, ni a regañadientes, también explicó que hay dos pacientes en el morirse, el que se va y el que se queda.
Definió a la muerte como la cosa cierta en la hora incierta y como a la más democrática de todas las cosas.
Planteó la muerte no como una batalla, ni una resignación trágica y derrotada, sino como un aceptar, diferente de un perder la esperanza, en paz y como uno quiera.
Somos seres para la vida con un último momento que es la muerte.
La oportunidad de las oportunidades es la vida.
Nos recordó que los niños están volcados en el presente, y que sus miedos son aprendidos, y que hemos de dejar que digan lo que quieren, si estar solos o acompañados, y tener en cuenta sus últimos deseos. Y pensar también en los hermanos que quedan, que lloren la pérdida, no olvidar, porque el paliativo de la muerte es el recuerdo, hablarlo en la escuela y con los amigos. Ir aceptando la pérdida.
Recordó a los profesionales la necesidad de revisar su filosofía de vida, su concepción de la vida y de la muerte ya que de como vivamos la vida viviremos la muerte.
La sociedad occidental tiene la necesidad de replantearse el hecho de la muerte y darle a ésta una visión integral. Occidente ha convertido la muerte en un tabú, un nuevo tabú en sustitución del que antes era el del sexo. Occidente posterga continuamente, siempre está preocupado, y desató las sonrisas de los asistentes cuando dijo, le llaman porvenir, porque nunca viene. Negamos la incertidumbre.
El si rotundo al momento para morir iba acompañado de un morirse bien y a la primera, sin aferrarse, ni a regañadientes, también explicó que hay dos pacientes en el morirse, el que se va y el que se queda.
Definió a la muerte como la cosa cierta en la hora incierta y como a la más democrática de todas las cosas.
Planteó la muerte no como una batalla, ni una resignación trágica y derrotada, sino como un aceptar, diferente de un perder la esperanza, en paz y como uno quiera.
Somos seres para la vida con un último momento que es la muerte.
La oportunidad de las oportunidades es la vida.
Nos recordó que los niños están volcados en el presente, y que sus miedos son aprendidos, y que hemos de dejar que digan lo que quieren, si estar solos o acompañados, y tener en cuenta sus últimos deseos. Y pensar también en los hermanos que quedan, que lloren la pérdida, no olvidar, porque el paliativo de la muerte es el recuerdo, hablarlo en la escuela y con los amigos. Ir aceptando la pérdida.
Recordó a los profesionales la necesidad de revisar su filosofía de vida, su concepción de la vida y de la muerte ya que de como vivamos la vida viviremos la muerte.
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