El agua de la riera está limpia y el entorno es tranquilo y acogedor, el bosque de ribera está bien conservado y a lo largo del camino van apareciendo rótulos con el nombre de los árboles más significativos.
El castaño, Sweet Chestnut, con la base de su tronco retorcido, es el remedio para la angustia extrema, cuando se está en el límite de resistencia mental o física.
Encontramos alisos, chopos, olmos, fresnos y espino blanco entre otros.
El nogal, Walnut, esencia para la protección influencias externas y de la influencia de otras personas.
Las flores en el borde del caminos, destacaban pequeñas en colores lilas y amarillos.
También había en la zona varios ejemplares de ciruelos, Prunus domestica, con porte y flores muy similares al Cherry Plum, Prunus cerasifera, pero con sus flores algo más pequeñas.
De Clematis destacaban sus semillas, semejantes a los espermatozoides con una arista blanca plumosa para su dispersión por el viento.
Siguiendo el camino llegamos a la ermita de Sant Cristòfol de Monteugues, donde después de seguir las indicaciones de unos ciclistas llegamos a la encina centenaria de can Valls, que como un celoso guardián se erige en el paisaje.
Encina, Quercus ilex
Nuestro destino que era el Tagamanent, quedó al final para otra ocasión, ya que nos equivocamos con los caminos y bastante trabajo tuvimos para sortear los matorrales y volver de nuevo al punto de partida.
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