Hasta hace pocos años la gran mayoría de la población del Kyrgyzstan era nómada, en la primera parte del viaje al Kyrgyzstan llegamos hasta el lago Son-Kul, un hermoso lugar donde estuvimos durante un día y medio y pudimos ver como las familias llegan hasta el lago para pasar el verano construyendo sus viviendas, las yurtas, vigilando sus ganados y elaborando el kumys, la bebida por excelencia del Kyrgyzstan, que se obtiene de leche de yegua fermentada.
Sus viviendas, unas tiendas de campaña circulares, llamadas yurtas, están formadas por una estructura de madera cubiertas por piel de caballo, de camello o de fieltro.
Al lago de Son-Kul, que se encuentra a 3016 m de altitud, se accede desde un puerto de montaña de 3600 m cerrado en invierno a causa de la nieve, cuando llegarmos nosotros hacía solo una semana que estaba abierto.
Cada familia monta varias yurtas y algunas de ellas se destinan a los visitantes que tanto pueden ser locales como de otros países.
En el espacio interior se puede colocar una mesa, donde se realizan las diferentes comidas y junto a ella la cama, un colchón sobre el suelo, con edredones y mantas. En la noche que pasamos en Son-Kul, la temperatura descendió hasta los 5 grados bajo cero.
Sobre el suelo se ponen alfombras o pieles para hacer mas confortable el interior de la yurta. En el exterior por los prados abundan flores lilas, blancas y amarillas y pudimos ver las primeras Edelweis.
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