En sus reflexiones concluye que cuando aceptamos cierto tipo de regalos, regalos que señalan una dirección, asumimos también una responsabilidad, ya que nos permiten ver qué potencialidades tenemos por desarrollar y asumir el estar a la altura del regalo y de nuestras potencialidades.
El sentido de remedio-medicamento lo enfoca desde un punto de ayuda, de salida, pero el trabajo propiamente dicho lo tiene que hacer uno mismo.
Leemos en el libro que los regalos los podemos recibir de los hombres y también de la Madre Tierra, o de un animal, que las aves envian regalos desprendiéndose de sus plumas para indicarnos que hay obstáculos en nuestro camino, que los hombres occidentales hemos olvidado el idioma de la naturaleza e incluso no sabemos ni que exista.
Angaangaq paseaba un día por una calle de Berlín y encontró una pluma totalmente ajada, la recogió y dijo: ¡Gracias!, un ave había dejado caer una pluma y nadie lo había notado, alguién desde el mundo de los animales le había dicho: Cuídate mucho y el entendió el mensaje.
A las Flores de Bach también las denominados remedios y son como los regalos de los que habla Angaangaq, nos ofrecen potencialidades, virtudes a desarrollar y a partir de ellas poder desarrollarnos asumiendo nuestra responsabilidad.
En su obra Algunas consideraciones fundamentales sobre la enfermedad y la curación el doctor Bach escribió:
Deben tener sus propias experiencias: aprender de las trampas del mundo, y, por su propio esfuerzo encontrar el sendero que conduce a la cima de la montaña.
Cima de la Roca Blanca, 2784 m
Foto: Pilar Vidal Clavería
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