En junio del 2008 realicé la primera visita al Jardí de les Essències y como resultado de la misma escribí un artículo que se publicó en la Revista 51 de Sedibac, su lectura es un complemento a la entrada anterior: Visita a un lugar mágico.
Visita a El Jardí de les Essències
Pilar Vidal Clavería
Después de una larga sequía, mayo y junio fueron meses especialmente lluviosos en Catalunya, por ello quienes el pasado 8 de junio nos habíamos apuntado a la visita al Jardí de les Essències de Jordi Cañellas esperábamos que luciera el sol para poderla disfrutar plenamente.
La mayoría realizamos el viaje desde Barcelona hasta Igualada con los Ferrocarriles de la Generalitat. Allí nos repartimos en varios coches particulares hasta llegar a la gasolinera de Sant Martí de Tous donde nos encontramos con Jordi.
Tras un corto recorrido hicimos una parada para ver las primeras flores de Chicory. La Signatura en las Flores de Bach es la especialidad de Jordi y allí mismo empezaron las explicaciones, una primera lección que no fue más que el aperitivo de lo que vendría a continuación, al llegar a la entrada del Jardí y comenzar la visita.
Las lluvias recientes favorecían que el paisaje estuviese radiante. El entorno estaba verde como nunca y comenzamos el recorrido por el interior de un terreno en el que junto a las Flores de Bach que ya existían de forma natural, pudimos disfrutar con la visión de las que Jordi ha ido plantando y que cuida de una forma extraordinaria.
Al comienzo vimos las hojas compuestas de Clematis, y no pocas, después alguien también vio algunas flores que empezaba a despuntar. La mayoría tienen 4 tépalos, aunque, según nos explicó Jordi, también las hay con 5 o más.
Clematis
Fuimos muchos los que nos acercamos con la cámara de fotos. La necesidad de plasmar en imágenes a nuestras queridas plantas no había hecho más que empezar.
Wild Rose también estaba en flor, con sus pétalos rosados o blancos en forma de corazón.
Agrimony, con pequeñas flores amarillas, dispuestas en un racimo al final del tallo.
Agrimony
Cherry Plum de hojas verdes y brillantes, pero sin sus flores blancas, que fueron las primeras en aparecer a comienzos de primavera.
También nos mostró sus hojas compuestas y palmeadas un pequeño White Chestnut. En relación a sus flores blancas Jordi nos explicó que se preparan por solarización, y que sólo se utilizan las que tienen el centro amarillo, antes de ser polinizadas y teñirse de rojo.
Cerca estaba Red Chestnut. Muy parecido al anterior, sus hojas compuestas se diferencian de las de White Chestnut porque tienen unos nervios más marcados y son mayores, lo que indica mayor importancia en las relaciones con el exterior y no son pegajosas, y sus flores son rojas con centros amarillos.
La pequeña Centaury, con su tallo cuadrado como nos recalcó Jordi, termina en unas flores, todavía cerradas, que muestran su estructura en umbela.
También había Wild Oat, aunque solo vimos unas pequeñas hojas lanceoladas.
Todos atentos a las explicaciones de Jordi
Dos pequeños árboles de Aspen movían sus hojas a la menor de las brisas.
Vervain tiene pequeñísimas flores de color lila claro, con sus pétalos unidos en dos grupos que le dan forma de tubo.
Gorse con hojas en forma de espinas, estaba plantado en maceta para así poderse mantener en la tierra adecuada ya que sus raíces son especialmente sensibles a la cal y necesitan suelo ácido.
Al fondo de una pared de piedra Vine nos ofreció sus flores, de pétalos pequeñísimos y amarillos.
Larch tiene sus hojas en forma de aguja y agrupadas en escobilla. En su explicación de la signatura Jordi nos recalcó la caducidad de sus hojas, siendo el único género de conífera de hoja caduca.
Después de haber visto un Honeysuckle autóctono en flor, sobre el que Jordi nos explicó la forma especial de sus flores, de tubo largo rojizo, lo que indica un trabajo profundo de la esencia, pudimos contemplar otro perteneciente a la especie concreta que utilizó el Dr. Bach.
A continuación entramos en una zona donde vimos a varios de los árboles que escogió el doctor Bach para sus remedios florales:
Oak, tiene hojas de borde sinuoso, y una gran facilidad para protegerse de las picaduras de determinados himenópteros, formando una estructura a modo de perla en cuyo interior crece la larva de estos insectos.
Frotamos las hojas de Walnut y disfrutamos de su olor. Más de uno recordó que no era conveniente quedarse dormido bajo su sombra ya que suele provocar dolor de cabeza después de la siesta.
Hornbeam era pequeño, pero pudimos ver sus hojas y sus pelos en el reverso. También destacaban los nervios que explican su gran sensibilidad para captar información. Son similares a las hojas de Elm que vimos más adelante, pero con menor asimetría y un poco menos anchas.
Holly con árboles distintos para las flores masculinas y femeninas, y con hojas con espinas en sus bordes, aunque solo en las ramas que están cerca del suelo.
Los bordes de las hojas de Sweet Chestnut son dentados, y señalan las relaciones dificultosas con el mudo. Nos acordamos de sus frutos, las castañas, con fuertes espinas hacia fuera y un suave envoltorio en el interior.
Beech con sus ramas y sus hojas dispuestas de forma que impiden la entrada de luz en el sotobosque, posee pelos -llamados cilios- en el borde de las hojas, muy visibles si los mirábamos a contraluz y que indican una gran hipersensibilidad.
Willow cuyas raíces no se pudren a pesar de vivir en suelos con mucha agua, tiene unas ramas muy flexibles, que rebrotan fácilmente.
A continuación ascendimos a una zona donde varios Elm lucían sus cortezas cubiertas de líquenes que daban a sus troncos un bello color amarillo.
Elm
Abandonamos el Jardí y tras un corto trayecto en coche llegamos al edificio de Sant Martí de Tous, donde la familia de Jordi nos recibió y obsequió con un refrigerio.
Allí quedaban más sorpresas por observar:
En la parte superior de la casa había un invernadero con Impatiens entre otras plantas. Fuerte y vigorosa lucía unas flores de gran belleza, de color malva pálido.
Impatiens
En la terraza, en macetas, ya sea en flor o sólo con hojas disfrutamos de Mimulus cuya flor amarilla tiene tanta potencia que resulta fácil entender que nos pueda ayudar a superar los miedos que nos preocupan.
Scleranthus con sus flores sin pétalos, de color verde, que nos dan seguridad y equilibrio.
También estaba Cerato, con sus hojas terminadas en punta que alternan su dirección en el crecimiento.
Como Rock Rose no tenía flores, Jordi nos recordó que sus flores amarillas, cuando están cerradas cuelgan, mientras que al abrirse miran hacía la luz dando aún mayor sensación de expansión.
Star of Bethlehem, de cuyo pequeño bulbo brotaban hojas de color verde con una banda central blanca.
Un pequeño contenedor con agua mostraba las hojas plumosas de Water Violet, aunque no pudimos disfrutar de la belleza de sus flores malvas con centro amarillo.
Heather con el cartelito de Calluna vulgaris, para que no hubiera duda en su identificación, fue la última planta que nos mostró sus hojas.
Volviendo a la parte inferior de la casa pudimos comprar mieles que Jordi ha preparado con esencias de flores, para la pureza, la respiración, la relajación o la energía. Y esencias florales de Clematis-5 y Rubia que también están dando buenos resultados en diversas aplicaciones específicas.
Junto a todo ello destacaban también varios ejemplares del Cuaderno Botánico de Flores de Bach. Una guía científica para ver el alma de las plantas a partir de su signatura, el libro de Jordi Cañellas publicado por Integral. Faltaban pocos días para que se pusiera a la venta, y hojeándolo nos pudimos hacer una idea de lo mucho que nos ayudará en nuestra camino con las Flores de Bach.
Ya en casa al revisar las fotografías comprobé que faltaba Gentian, que no está en el Jardí. De Chestnut Bud no pudimos ver los brotes porque White Chestnut ya estaba con las hojas, pero hubo otras como Olive, Mustard, Pine y Crab Apple que me pasaron desapercibidas. Rock Water estaba por todas partes.
Iniciativas como ésta de Sedibac, con la colaboración directa e imprescindible de Jordi Cañellas, hacen que el mundo de las Flores de Bach sea todavía más enriquecedor.
Fotos: Pilar Vidal Clavería