Llegamos al aeropuerto de Tashkent, capital del Uzbekistan, e hicimos un pequeño paseo desde las llegadas internacionales hasta el aeropuerto de los vuelos locales, pues tomábamos un nuevo avión hasta Bukhara. Allí estaba el árbol de la fotografía del día anterior, reconocí a sus flores tan particulares y les hice un par de fotografías.
Al día siguiente, en Bukhara, visitando el mausoleo de Bakhoutdim Naqchband, centro de peregrinación sufí, un lugar especial que respira calma y tranquilidad, en uno de sus jardines también estaba el mismo árbol, pues nada, yo con mi cámara a hacer nuevas fotografías.
Jardines Mausoleo de Bakhoutdim Naqchband
Al regresar a Barcelona busqué en el blog de Elvira el nombre del árbol, era la Acacia de Constantinopla, Albizia julibrissin, y a partir de aquí, en la ciudad de Barcelona, he empezado a verlas en muchas plazas y parques, vaya que creía que había tenido que llegar tan lejos para poderla fotografiar y estaba casi en la esquina de mi casa. Como pasa en muchas ocasiones, el no conocerla había hecho que la ignorara.
Esta es una historia que nos podemos aplicar a miles de cosas que se van repitiendo en nuestra vida, el desconocimiento hace que no veamos lo que tenemos delante de nuestras narices y a un nivel más profundo o espiritual, en muchas ocasiones buscamos fuera lo que en realidad tenemos en nuestro interior.
Todo el verdadero conocimiento viene sólo de nuestro interior, en silenciosa comunicación con nuestra propia alma.
Escrito el 21 de mayo de 1936
Edward Bach
Fotos: Pilar Vidal Clavería
2 comentarios:
No había leído esta entrada. Te quedaron muy bonitas las fotos, Pilar, como de costumbre. Es verdad, muchas veces no nos fijamos en lo que tenemos delante hasta que algo llama nuestra atención. Un abrazo
Muchas gracias por estas bellas flores me hiciste retroceder a mi niñez en la casa de mi abuela habia de estos arboles!!! son bellisimos.
tami , sati
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