A la vuelta de Etiopia en septiembre del 2008, apareció este blog Sentir con Flores de Bach, para dar cabida a mis experiencias y sensaciones relacionadas con las Flores de Bach, ha ido creciendo y hoy compartó una excursión al lago Tana de Etiopía.
El lago Tana tiene forma de corazón, es el más grande de los lagos etíopes, tiene 75 kilómetros de largo y 65 de ancho. En su interior hay casi 40 islas y en muchas de ellas se encuentran templos y monasterios del s XVII.
Lo recorren unas barcas, las tankwas, construidas a base de pápiro, bambú y cuerdas y se mueven con remos.
Navegación el el lago Tana, agosto 2008
Y también navegan lanchas para turistas, más o menos rápidas, en nuestro caso era muy, muy lenta y tardamos más de tres horas y media en llegar al primer monasterio, un trayecto en el que Impatiens era de lo más necesario.
La llegada al primer monasterio, Narga Selassie, disolvió totalmente nuestra impaciencia y a veces enfado por la lentitud del trayecto y durante su visita quedamos sumergidos en un mundo desconocido hasta entonces para nosotros. Se celebraba la fiesta de la Ascensión de la Virgen María y la iglesia estaba llena de fieles y monjes seguidores de la iglesia ortodoxa etíope, y que mantienen una liturgía influida por el Islam y el judaismo, donde las ceremonias y misas duran buena parte del día.
Los fieles van vestidos de blanco y los monjes y sacerdotes cantan y tocan el tambor y los crak, que son como unas castañuelas de metal.
La decoración resulta expectacular con frescos de carácteres bizantinos y figuras de rasgos etíopes, estos murales se realizan sobre telas de algodón y después se pegan a las paredes de barro y paja de los monasterios. Este monasterio como los que hay en las islas del lago era circular y tenía tres partes, la interior, la más santa, corresponde al Espíritu Santo y sólo pueden entrar los monjes, es donde se celebra la misa, la segunda parte corresponde a Dios Padre, lugar santo donde pueden entrar los fieles y la tercera corresponde al Hijo y se puede permanecer con zapatos.
La llegada al primer monasterio, Narga Selassie, disolvió totalmente nuestra impaciencia y a veces enfado por la lentitud del trayecto y durante su visita quedamos sumergidos en un mundo desconocido hasta entonces para nosotros. Se celebraba la fiesta de la Ascensión de la Virgen María y la iglesia estaba llena de fieles y monjes seguidores de la iglesia ortodoxa etíope, y que mantienen una liturgía influida por el Islam y el judaismo, donde las ceremonias y misas duran buena parte del día.
Los fieles van vestidos de blanco y los monjes y sacerdotes cantan y tocan el tambor y los crak, que son como unas castañuelas de metal.
La decoración resulta expectacular con frescos de carácteres bizantinos y figuras de rasgos etíopes, estos murales se realizan sobre telas de algodón y después se pegan a las paredes de barro y paja de los monasterios. Este monasterio como los que hay en las islas del lago era circular y tenía tres partes, la interior, la más santa, corresponde al Espíritu Santo y sólo pueden entrar los monjes, es donde se celebra la misa, la segunda parte corresponde a Dios Padre, lugar santo donde pueden entrar los fieles y la tercera corresponde al Hijo y se puede permanecer con zapatos.
Frescos en el monasterio Narga Selassie, agosto 2008
Después de permanecer un buen rato en el interior del monasterio, un sacerdote nos acompaño a ver su "museo", se trata de una especie de cabaña donde guardan cruces ceremoniales y libros de pergamino ilustrados a mano, a traves de una pequeña ventana nos iba mostrando aquellos tesoros.
De vuelta a la barca y a la navegación por el lago Tana hasta llegar a un nuevo monasterio donde también celebraban la misa y en esta ocasión unas mujeres con unas grandes cestas de pan que repartían entre los fieles, donde era fácil dejarse seducir por miradas como esta.
Monasterio en Ura Kidane Meret, agosto 2008
Mujeres con cestas de pan en el Monasterio en Ura Kidane Meret, agosto 2008
Mujeres con cestas de pan en el Monasterio en Ura Kidane Meret, agosto 2008
Y la que para mi es la foto estrella del viaje, no recuerdo si quería fotografiar al hombre o la mariposa, lo importante fue el resultado.
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