Estoy convencida de que para tener experiencias místicas no es necesario vivir como un eremita en la montaña ni estar sentado a los pies de un gurú en la India.
Cada ser tiene un cuadrante físico, emocional, intelectual y espiritual.
Pienso también que si pudiéramos aprender a liberarnos de los sentimientos desnaturalizados, de nuestra ira, de nuestros miedos o de nuestras lágrimas no vertidas, podríamos encontrar de nuevo la armonía con nuestro yo verdadero y ser tal como deberíamos ser.
Rocas en la Montaña de Montserrat
Este yo verdadero está compuesto de esos cuatro cuadrantes, que deberían equilibrarse y dar un todo armonioso.
No podemos alcanzar ese estado anterior más que con una condición: la de haber aprendido a aceptar nuestro propio cuerpo-físico.
Debemos llegar a expresar nuestros sentimientos libremente sin tener miedo de que se rían de nosotros cuando lloramos, cuando estamos enfadados o celosos, o nos esforzamos en parecernos a alguien por sus talentos, dones o comportamientos.
Debemos comprender que sólo existen dos miedos: el miedo a caerse y el miedo al ruido. Todos los otros miedos han sido impuestos poco a poco en nuestra infancia por los adultos, pues proyectaban sobre nosotros sus propios miedos y los transmitían así de generación en generación.
Sin embargo , lo más importante de todo es aprender a amar incondicionalmente.
La muerte: un amancer
Elisabeth Kübler-Ross
Y a veces el corazón tiene forma de hoja,
Hoja seca de l'aritjol, zarzaparrilla, Smilax aspera en la Montaña de Montserrat, marzo 2012
Foto: Pilar Vidal Clavería
Counseling integrativo-relacional de duelo y pérdidas
Terapeuta floral