Esta entrevista se publicó en El Periódico el 22 de octubre 2008, y Carl Honoré nos explica como aplica su elogio de la lentitud en algunos aspectos de su vida cotidiana.
Carl Honoré autor de Elogio de la lentitud: Hemos secuestrado la niñez
GASPAR HERNÁNDEZ
Este autor de best-seller afirma que presionamos demasiado a nuestros hijos y que no les damos ni tiempo ni espacio para desarrollarse.
--¿Sabe cuál fue la chispa? Una reunión entre padres y maestros del colegio público de mi hijo de 7 años, en Londres. La profesora de arte estaba entusiasmadísima con él, y me dijo que sería un artista maravilloso y dotado. Salí corriendo del colegio y me puse en Google a buscar escuelas de arte pensando que mi hijo iba a ser el próximo Picasso. Hasta que lo hablé con él.
--¿Y cuál fue su reacción?
--Me dijo que él no quería dedicarse al arte. Que le gustaba dibujar, y punto. Y después me preguntó: "¿Por qué los adultos siempre lo tenéis que controlar todo?". Y fue entonces cuando me di cuenta de que quería acelerar el desarrollo de mi hijo, sin paciencia.
--¿Ejercemos demasiado control sobre los hijos?
--Sin duda. Estamos en un momento inquietante de la historia: los adultos hemos secuestrado la niñez de una forma nunca vista. Los políticos y burócratas han distorsionado la educación pública para transformarla en una fábrica: se trata de atiborrar a los niños con información académica y evaluarlos constantemente con pruebas y exámenes. Y también la industria publicitaria ha colonizado los rincones más íntimos de la niñez, para vender productos a los chicos.
--¿Y los padres, qué papel tienen en este maremágnum?
--Estamos en la línea de fuego. Oscilamos entre hacer demasiado, pasarnos con la exigencia del mejor currículo para nuestros hijos, y el otro extremo, que es no hacer lo suficiente. Esto no está funcionando.
--¿Con valores más rígidos, tendríamos una generación mejor?
--No estoy a favor de crear una cultura rígida alrededor de los chicos. Se trata de encontrar un equilibro entre la libertad y los límites que siempre necesitan para sentirse seguros y aprender a manejarse en un mundo basado en reglas y etiquetas. No veo mal la idea de imponer límites; es una necesidad básica. Pero el movimiento conservador promueve una rigidez excesiva: estos políticos están en contra de liberar la imaginación y la creatividad.
--Cada vez se detectan más depresiones, más desórdenes de la alimentación...
--Hay cosas fundamentales que no están funcionando. Si analizamos la energía, el tiempo y el dinero que estamos invirtiendo en nuestros hijos, tendríamos que asistir al nacimiento de la generación más brillante, más sana, más feliz de todos los tiempos. Pero los resultados nos dicen lo contrario. Hay muchos problemas de salud y salud mental entre nuestros hijos.
--Pero las intenciones siguen siendo buenas.
--Sí, todo empieza de un impulso positivo: hacer lo mejor para nuestros hijos. La ironía es trágica: lo estamos haciendo fatal. Les presionamos demasiado. No tienen ni el espacio ni el tiempo para desarrollarse cognitivamente.
--Según decía Claudio Naranjo en esta contraportada, educamos la razón, no la intuición.
--Estoy totalmente de acuerdo con Naranjo. Hemos creado una sociedad con miedo a la duda y a la incertidumbre. Queremos que todo sea blanco y negro, y cuantificable. La cultura del management ha terminado contaminándolo todo. Queremos balances y números, y eso es contrario a la verdadera intuición.
--Y usted, ¿cómo consigue aplicarse el cuento?
--Con pequeñas cosas. Intento estar con mi hijo en casa, sin controlarlo. Dejarle, por ejemplo, jugar, mientras yo cocino, sin controlarlo. Cenamos juntos con el televisor apagado. En nuestra casa es fundamental comer una vez al día juntos, sin televisor, y hablando.
--¿Cómo le cambió su apuesta por la lentitud?
--Hay un antes y un después. Antes trataba de hacerlo todo lo más rápido posible, y ahora lo intento hacer todo lo mejor posible. Una vez haces este clic, ya no buscas el camino más corto ni el más rápido, y colocas la calidad antes que la cantidad.
--¿En qué se concreta?
--Digo mucho que no. Digo no a proyectos de trabajo, a fiestas, para no caer en la trampa de estar sobrecargado. Priorizo las cosas importantes. El resultado es que disfruto más de la vida porque no paso volando por ella: no estoy haciendo cuatro cosas al mismo tiempo.
--¿Qué relación tiene con las nuevas tecnologías?
--Mucho más sana que antes. El móvil lo tengo casi siempre apagado. Con el correo electrónico me he impuesto una disciplina muy fuerte, de hierro. Tengo franjas fijas en que lo apago, para no estar pendiente siempre de él. Cuando tengo que acceder a un modo de pensar fértil y creativo, el pensamiento slow (lento), apago el correo electrónico. Estamos enloquecidos con el mail. Hay que desenchufarse.
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