lunes, 29 de noviembre de 2010

Conversar como solución

Josep Moya: "Los padres que protagonizaron el "Prohibido prohibir" del Mayo del 68 se equivocaron"

El fenómeno "ni-ni" y el alto fracaso escolar derivan de la pérdida de la noción de autoridad en la generación de los progenitores, según el psiquiatra

Josep Moya (Barcelona, 1954) es psiquiatra y dirige el Observatorio de Salut Mental de Catalunya desde su creación en 2007. También es Coordinador científico del Servicio de Salut Mental del hospital Parc Taulí y miembro de la Fundació - Institut Universitari del mismo centro hospitalario sabadellense. Fue el encargado de cerrar el ciclo de conferencias Ser adolescente hoy en el CosmoCaixa de Barcelona, la pasada semana.

¿Cómo son nuestros niños y jóvenes de hoy?
Son la expresión de la sociedad y de una colisión entre la crisis y las expectativas previas. Tenemos unos niños y adolescentes educados en una época de abundancia, rodeados de objetos maravillosos –consolas, portátiles…– que los medios de comunicación pintaban como fundamentales y muy asequibles. Pero ahora resulta que la cosa se ha trastocado y que las familias apenas llegan a final de mes, el acceso al mundo laboral se ha complicado mucho y aquella abundancia ya no existe.

¿Cuáles son los problemas o los trastornos que, según su visión de especialista, afectan a más jóvenes hoy en día en Catalunya?
Los de conducta oposicionista o desafiante. Hacia los padres, los docentes, en la escuela, en la calle… Es el síntoma de un problema mucho más amplio y de fondo. Tengamos en cuenta que no todos los conflictos o malestares necesariamente se deben a trastornos mentales, que últimamente nos empeñamos en trastornarlo todo.

¿Y según los propios jóvenes? ¿Qué malestares perciben como los más graves de su generación?
Los mismos, los de conducta. Como sujetos o como sufridores de éstos. Hemos realizado un estudio en varias escuelas, por encargo de la Generalitat, y los niños nos cuentan en las entrevistas que en su clase hay agresiones frecuentes entre compañeros del mismo curso, dicen que falta de disciplina, que algunos compañeros que se ríen del profesor, nos cuentan que se aburren, que la violencia forma parte de las relaciones cotidianas…

¿Estos trastornos de conducta son la razón fundamental del actual malestar en la enseñanza?
Es una de las razones pero no la única. La otra es la desmotivación del alumnado por el conocimiento. Los docentes se quejan que en su intento de transmitir un conocimiento, no encuentran receptividad. Ya no les interesa.

¿Por qué ya no les interesa?
Una de las cosas que más nos responden los alumnos es que no le ven la utilidad a aquello que se les enseña, no ven cómo les podrá ayudar a construir su proyecto de futuro.

Hace 30 años tampoco debía parecer precisamente útil la lista de los reyes Godos.
Tampoco. Pero el profesor o tus padres te convencían de que sí que te serviría algún día para obtener un trabajo o pasar unas oposiciones, que te darías cuenta más adelante. Y esto es lo que ya no tiene credibilidad. La autoridad del adulto, el reconocimiento a su saber y la conveniencia de escucharle, tambalean.

Insisto: ¿Por qué?
Es un cambio progresivo que empieza con el Mayo del 68, durante la juventud de los actuales padres. Estas familias y actores que lo protagonizaron probablemente se equivocaron cuando decían esa famosa frase de "Prohibido prohibir". A partir de ese lema surgen hoy respuestas radicales, rígidas, feroces, que reivindican el autoritarismo contrario. Y en este sentido el resurgir de algunos grupos neonazis podría ser una consecuencia tardía del 68.

En Catalunya tenemos alrededor de un 40% de fracaso escolar. ¿Cuántos naufragan por ese magma inestable de valores y cuantos por desórdenes de conducta?
La existencia de trastornos no justifica el fracaso escolar. Ya sé que hay colegas míos que afirman que el fracaso escolar en Catalunya se debe únicamente a trastornos mentales o de conducta no diagnosticados. A mi me parece que no, que es tan alto porque la problemática de fondo con los valores no genera las condiciones adecuadas para la transmisión del conocimiento. Por eso nuestro sistema educativo no resulta motivador ni para los que van retrasados en el aprendizaje ni para los que van sobrados.

¿Qué balance hace de la introducción de psicólogos en las escuelas?
Muy buena. En este estudio para el Departament d"Educació justamente respaldamos que los docentes tengan un apoyo clínico con dos funciones primordiales: detectar y derivar a especialistas posibles trastornos graves y capacitar al profesor para reaccionar adecuadamente ante una crisis en el aula o un comportamiento sintomático.

Tendrá limitaciones, sin embargo.
Las horas de tutorías no pueden ser reducidas, porque hay niños que las necesitan como agua de mayo. Otra limitación son las familias que tienen una actitud hostil hacia el docente o que cuestionan sistemáticamente los informes de la escuela. Y la red de salud mental infantojuvenil tiene que dar una respuesta rápida una vez detectada una situación muy grave en una escuela, no que le den visita para dos meses después. Los centros están muy colapsados, pero tienen que encontrarse vías para acelerar la atención a los casos más graves.

Quería preguntarle sobre los ni-nis, sobre aquellos que verdaderamente lo sean y vean pasar los días y los meses apoltronados en el sofá de casa de sus padres. ¿Detrás de algunos de ellos puede haber un trastorno?
Algunos casos seguramente habrá, pero la mayoría sufren una preocupante falta de responsabilidad, entendida como la capacidad de hacerse cargo de las propias decisiones y sus consecuencias. Me da la sensación que ante la frustración de esas expectativas de éxito fácil, no tienen los recursos personales para afrontar el contexto actual, porque no fueron educados para la escasez sino para la abundancia.

¿Cantarles las cuarenta les hace espabilar?
No. Ya no podemos devolverlos a la infancia y volverlos a educar para el nuevo contexto. No lleva a ningún sitio criminalizarle y dedicarle toda clase de descalificativos, que si eres un gandul, que si eres un irresponsable… No da buenos resultados. Algunos incluso se acorazarán y quedarán aún más inhibidos. Posiblemente necesiten mucho más un apoyo individual, hablar con alguien y compensar los recursos que no tiene.

¿Cuándo tiene que saltar la alarma que un posible trastorno mental?
Cuando un mismo síntoma se da en todos los entornos. Hemos visto muchos niños que son movidos en clase de una asignatura, pero no lo son en otras, o no lo son cuando ven la televisión tres horas, jugando al ordenador o incluso haciendo una tarea escolar que les motiva.

Hay niños hiperpasivos también, aunque se les nombre menos que a los hiperactivos.
Porque no hacen ruido, claro. Se trata de niños apáticos, que no hacen ruido, que no muestran interés por demasiadas cosas. Hay que explorar cada caso y ver que detrás no haya una depresión u otro problema grave.

Hábleme de la depresión infantil en Catalunya. ¿Su prevalencia es relevante?
Bastante. Alcanza a entre un 10% y un 15% de los menores, más o menos. Un niño de 10 o 12 años puede entrar en situaciones depresivas y manifestarlo a través de trastornos de la conducta. Por eso es tan importante que cuando se detecta un trastorno, el especialista hable con el niño o adolescente, mantengan una conversación en persona, larga. Los desencadenantes más habituales son las crisis familiares y la sensación de no encontrar su sitio en la vida, por sentirse inútiles o no llegar a los niveles de aprendizaje de los demás…

Tanta complejidad estructural y de valores es desalentadora. ¿Alguna receta que esté a nuestro alcance?
Conversar. Y me refiero a conversaciones largas. Los profesores con los alumnos, los profesionales de la salud mental con los docentes, estos con las familias, los hijos con sus padres… Sólo desde la conversación llegaremos a la detección. Y superar el sentimiento de culpabilidad para alcanzar una actitud de responsabilidad, de hacerse cargo de la situación. Son tan complejas las causas de los trastornos, que lo único sensato es incidir en aquellos factores que están en nuestras manos, como la capacidad de hablar y escuchar."

Esta escultura con la que ilustro esta entrevista de hoy en La Vanguardia, formada por cuatro cubos apilados de manera desencajada, representan para mi este desencaje que se presenta en los llamados "ni-ni", un desencaje conformado por diferentes motivos y que se encuentran bien descritos a lo largo de la entrevista con Josep Moya y donde aporta al diálogo, a la conversación como posibles vías abierta a una solución.


Playa de la Barceloneta, L'estel ferit, de Rebecca Horn, 1992
Foto, junio 2010: Pilar Vidal Clavería

8 comentarios:

Enric Batiste dijo...

Seguir creando espacios compartidos
con tiempo para conversar con tiempo...

Y un beso en este espacio compartido

Elvira dijo...

A mí también me ha interesado esta entrevista. Aunque tengo un punto rebelde muchas veces (ante la injusticia o la rigidez y cerrazón de ideas), como profesora siempre he visto que el "prohibido prohibir" había hecho estragos en la educación de varias generaciones. Yo en clase les explicaba a mis alumnos por qué ponía determinadas normas, pero si no lo aceptaban, las ponía igualmente. Porque ellos lo primero que querían conseguir en clase era trabajar poco, ¡normal!

Recuerdo un grupo en particular que querían otro tipo de normas en clase. Yo les dije que aceptaría sus sugerencias siempre que implicaran trabajar en serio. Nunca llegaron las sugerencias, pero me respetaron más por estar abierta a sus ideas.

¡Menudo rollo te he metido! Un abrazo

U-topia dijo...

Muy interesante la entrevista. Bastante certera desde mi experiencia.
Pienso que el prohibido prohibir se puede entender de manera diferente a dejar hacer lo que quiera el niño o adolescente.
Un tema que da mucho de sí.

Un abrazo.

giovanni dijo...

Parece que nos hemos movido de un lugar a otro... Es una entrevista sobre temas interesantes. Curioso, de estudiante formaba parte del movimiento de Mayo de 1968, pero no he oído nunca de "Prohibido prohibir". Mis protestas y las de mis compañeros eran más bien dirigidas a mejorar los estudios y ser más crítico con las autoridades políticas y académicas. Y, más en general, ser crítico hacia los juicios, las creencias, posturas e ideas escondidas detrás de otras ideas o conceptos. Sé de padres de mi generación que después recibieron la crítica de sus hijos que no habían sido lo suficiente autoritarios o claros en sus opiniones con respecto al comportamiento de ellos (sus hijos). Interesante el experimento de Elvira como profesora.

Besos

Enric Batiste dijo...

Los límites son útiles en tanto
contribuyan a la emancipación
creando autonomía. Eso creo...

Y un beso en un debate que es crucial

Isabel dijo...

La verdad es que prohibir por prohibir no conduce a nada, eso creo.
Siempre he pensado que prohibir en la persona que lo hace es no querer complicarse ni implicarse.
La educación es algo mucho más complejo porque educamos a personas diferentes y no creo sea tarea solo de padres y educadores, la sociedad también está implicada y parece que todos estemos peleados entre sí, cada uno a su bola.
No hay otra solución que la que das, el diálogo.
Hoy son problemas distintos los que surgen, a mí no deja de sorprenderme que haya ese porcentaje de depresión en los niños.
Ilusión, entusiasmo, curiosidad y deseo de saber, de investigar, todas esas cosas ¿se transmiten?

Eso me pregunto.

Interesante post, para hablar y hablar de todo ello.

Besos

Pilar Vidal Clavería dijo...

Todos vuestros comentarios han enriquecido en gran medida la entrevista de la entrada de hoy en el blog.

Gracias a todos por compartir vuestras experiencias, particularmente creo que si que se transmiten la ilusión, la curiosidad y el deseo de saber, eso si, con una implicación y responsabilidad de todos, cada uno asumiendo la propia y no dejándose llevar por una corriente negativista, que no aporta nada y lo da todo por perdido.

Abrazos compartidos

Merche González dijo...

Aquí he llegado, desde Enric, para conversar de jóvenes, de hijos, de estudiantes (de la escuela, de la sociedad...), a los que hemos dado todo, sobreprotegiéndolos, acostumbrados a la inmediatez.

El mundo cada vez está más acelerado. La sociedad del conocimiento impregna la conciencia y las acciones de los jóvenes, creándoles una falsa libertad. De ahí, que el concepto de autoridad haya sido trastocado. Necesitan unos patrones y unas normas.

En la enseñanza no obligatoria se dan unas características diferentes, porque partimos de la libertad de elección-decisión y de un buen grado de motivacion; por tanto, la conducta de los estudiantes es de mayor responsabilidad. Y el rol del profesor también es diferente, más igualitario, en un plano de tú a tú, más dinamizador y no mero transmisor de conocimiento.

Uf!!, lo siento. Me enrollo y se me ve el plumero, jeje.

Besitos
PD: me vuelvo al banco con Giovani, que está muy solito, pero prometo volver

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