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lunes, 2 de agosto de 2010

Actuar

El que se agita no actúa bien;
el que sabe actuar no se agita

Feng Meng Long

Angkor, Camboya agost 2005
Foto: Pilar Vidal Clavería

Algunos de los 38 remedios del doctor Bach que nos ayudarán a actuar bien y sin agitación pueden ser:

Vervain, Impatiens y Cherry Plum

sábado, 13 de febrero de 2010

Perdón

La virtud que desarrollamos con Impatiens es el Perdón. Y es gracias precisamente a esta virtud con la que Nelson Mandela consiguió la unidad de su país, una vez celebrada su elección como Presidente de Sudáfrica.

La película Invictus dirigida por Clint Eastwood describe como Nelson Mandela unió sus fuerzas a las del capitan de los Springboks, Francois Piennar, con un lema "Un equipo, un país".

Esta basada en el libro El Factor Humano de John Carlin de la que escribí el pasado verano en una entrevista en La Contra de La Vanguardia.

Morgan Freeman consigue una caracterización perfecta de Nelson Mandela y Matt Damon también realiza una interpretación brillante como capitán de su equipo de rugby.


Doy gracias al dios que fuere por mi invicta alma, soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma.
Nelson Mandela

Seamos los capitanes de nuestras almas, seamos los maestros de nuestro destino
Edward Bach

domingo, 17 de enero de 2010

Impaciencia

Hay en el blog varias entradas de Impatiens, algunas de ellas relacionadas con el tiempo y con esa necesidad de conseguir las cosas ya.

Las primeras frases del reportaje las podríamos poner como ejemplos para determinar ese estado o carácter Impatiens negativo y al que tan bien le irán las gotas de la probablemente primera esencia que descubriera el doctor Bach en 1928.

Borja Vilaseca publicó en El País el 19 de diciembre 2009 este reportaje sobre la Impaciencia.

Es un reportaje largo, ten paciencia, y disfrútalo.

Querer acelerar el ritmo de los acontecimientos es una distorsión de nuestra mente. La clave para cambiar consiste en aprender a disfrutar el momento presente.

"Me gusta que las cosas sucedan cuando yo quiero"
"Odio que me hagan perder el tiempo"
"Mándame el informe urgentemente"
"¡Hay que ver qué lenta es la gente!"
"Ya va siendo hora de que cambien las cosas"
"¡Date prisa, que llegamos tarde!"
"¡Lo necesito ahora mismo!"
"¿Por qué no me ha llamado todavía?"
"¡Me muero por que sea viernes!"
"No soporto que me hagan esperar"

"Para tener una actitud más constructiva hay que recordar de vez en cuando que todos los procesos tienen su función y su tempo"
Si le resulta muy familiar alguna de estas afirmaciones, seguramente conocerá bien qué es la impaciencia. Pero no se preocupe. Es una distorsión psicológica que tiene cura. Tan sólo basta comprender que es inútil. No sirve absolutamente para nada. Por más que nos quejemos, enfademos y lamentemos, las cosas van a seguir yendo a su ritmo, tal y como lo han estado haciendo y lo van a seguir haciendo siempre.
Y no sólo eso. Es muy perjudicial para nuestra salud emocional. Cada vez que nos invade la impaciencia es como si tomáramos un vasito de cianuro, vertiendo veneno sobre nuestra mente y nuestro corazón. Eso sí, a pesar de que vivimos en una sociedad que premia y ensalza la velocidad y la inmediatez, desprenderse del hábito de "querer las cosas para ya" es posible. Todo se reduce a un simple cambio de actitud.
EL VENENO DE LA PRISA
"Deseamos ser felices aun cuando vivimos de tal modo que hacemos imposible la felicidad"
(San Agustín)
Imagínese que está al volante de su coche, conduciendo tranquilamente por una calle de un solo carril. De pronto se forma una inesperada caravana. Aunque usted no puede verlo, parece que un camión se ha detenido unos cuantos metros más adelante para realizar una descarga. Pasan los segundos y usted sigue sin poder avanzar. Poco a poco empieza a ponerse nervioso. Echa un vistazo a su reloj y suelta un tedioso resoplido.
Al poco rato comienzan a sonar los primeros bocinazos. En medio de aquel insoportable ruido, finalmente pierde la paciencia y, harto de esperar, se suma a la protesta y toca varias veces el claxon con rabia.
Al cabo de un rato retoma la marcha, impotente y molesto por lo sucedido. Puede que usted no sea consciente, pero las emociones negativas que ha creado mientras apretaba el claxon con fuerza le van a acompañar el resto del día. ¿Y todo ello para qué? ¿Acaso su impaciencia le ha servido para acelerar la descarga realizada por el camión? ¿Realmente cree que el conductor ha tardado más de lo necesario aposta sólo para fastidiarle? Lo paradójico es que la impaciencia sólo le ha perjudicado a usted.
LA RAÍZ DE LA IMPACIENCIA
"Lo que causa tensión es estar 'aquí' queriendo estar 'allí', o estar en el presente queriendo estar en el futuro"
(Eckhart Tolle)
Pero entonces, ¿por qué lo hacemos? ¿Por qué somos impacientes? Aunque parezca mentira, ninguno de nosotros elige tomar esta actitud cuando la vida no se ajusta a nuestros planes. Por el contrario, la impaciencia surge mecánica y reactivamente de nuestro interior cuando vivimos de forma inconsciente. Se trata de un efecto, un síntoma, un resultado negativo que pone de manifiesto que la mirada que estamos adoptando frente a nuestras circunstancias es errónea.
Si volvemos al ejemplo del atasco de tráfico anterior -que puede ser extrapolado a cualquier otra situación cotidiana-, nos damos cuenta de que nuestro malestar surge al poner el foco de nuestra atención en el denominado "círculo de preocupación". Es decir, en todo aquello que no depende de nosotros, como que el conductor del camión realice la descarga más rápidamente. Y al no poder hacer nada al respecto, nos invade la impotencia, y con ésta, el agobio, el enfado y la lamentación.
Sin embargo, el camión tiene todo el derecho de pararse y realizar la descarga, de igual manera que nosotros también detenemos nuestro coche a veces, haciendo demorar a otros conductores. Si nuestro día a día no es más que un continuo proceso repleto de otros necesarios para que todos podamos completar nuestras actividades personales y profesionales, ¿dónde está el problema? ¿Por qué es tan difícil adaptarse a lo que sucede?
EL ARTE DE VIVIR DESPIERTO
"Si no hallas satisfacción en ti mismo, la buscas en vano en otra parte"
(François de la Rochefoucauld)
La respuesta se encuentra dentro de nuestra cabeza. Cada vez que nos sentimos impacientes, ocasionándonos a nosotros mismos un cierto malestar, significa que estamos interpretando los acontecimientos externos en base a una creencia limitadora: que nuestra felicidad no se encuentra en este preciso momento, sino en otro que está a punto de llegar. O, dicho de otra manera: como creemos que no podemos estar a gusto en medio de un atasco, deseamos que éste termine de inmediato para poder llegar a nuestro destino, donde sí podremos gozar de nuestro bienestar.
Sin embargo, funcionar según esta falsa creencia revela una verdad incómoda, que suele costarnos bastante aceptar: la impaciencia suele ser un indicador de que no estamos a gusto con nosotros mismos. Porque si lo estuviéramos realmente, no tendríamos ninguna prisa en que el camión (o cualquier otra persona, cosa o situación) avanzara a una velocidad mayor de la que lo está haciendo. Ni siquiera aparecería la prisa, pues ya sabríamos de antemano que no sirve para acelerar el ritmo de lo que nos sucede.
Lo cierto es que sólo a partir de un estable bienestar interno podemos empezar a relacionarnos con nuestras circunstancias de una manera más consciente, pudiendo tomar la actitud y la conducta más convenientes en cada momento. A esta capacidad, los psicólogos y coachs contemporáneos la llaman "vivir despierto". Al darnos cuenta de que no podemos cambiar lo que nos sucede, sí podemos modificar nuestra actitud, centrándonos en el denominado "círculo de influencia". En el caso del atasco, implicaría respirar profundamente, poner la radio, cantar, pensar en positivo y otras acciones que dependieran por completo de nosotros.
De esta forma nos ahorraríamos la desagradable compañía de la impaciencia, un huésped que de tanto visitarnos termina por instalarse indefinidamente en nuestro interior. Eso sí, para adoptar esta actitud más constructiva es necesario que nos recordemos de vez en cuando que todos los procesos que conforman nuestra vida tienen su función y su tempo. De ahí que, por más que intentemos acelerarnos, siempre terminaremos chocando una y otra vez con esta inmutable verdad, causándonos por el camino la experiencia del malestar.
LA VIDA TIENE SU PROPIO RITMO
"El hombre corriente, cuando emprende una cosa, la echa a perder por tener prisa en terminarla"
(Lao Tse)
Cuenta una historia que un hombre paseaba por el campo, aburrido, sin nada qué hacer. De pronto se encontró un capullo de mariposa y decidió llevárselo a casa para distraerse un rato, viendo cómo ésta nacía. Tras veinte minutos observando la crisálida, empezó a notar cómo la mariposa luchaba para poder salir a través de un diminuto orificio.
El hombre estaba realmente excitado. Jamás había visto nacer a una mariposa. Sin embargo, pasaron las horas y allí no ocurrió nada. El cuerpo del insecto era demasiado grande, y el agujero, demasiado pequeño. Impaciente, el hombre decidió echarle una mano. Cogió unas tijeras y, tras hacer un corte lateral en la crisálida, la mariposa pudo salir sin necesidad de hacer ningún esfuerzo más.
Satisfecho de sí mismo, el hombre se quedó mirando a la mariposa, que tenía el cuerpo hinchado y las alas pequeñas, débiles y arrugadas. El hombre se quedó a su lado, esperando que en cualquier momento el cuerpo de la mariposa se contrajera y desinflara, viendo a su vez crecer y desplegar sus alas. Estaba ansioso por verla volar.
Sin embargo, debido a su ignorancia, disfrazada de bondad, aquel hombre impidió que la restricción de la abertura del capullo cumpliera con su función natural: incentivar la lucha y el esfuerzo de la mariposa, de manera que los fluidos de su cuerpo nutrieran sus alas para fortalecerlas lo suficiente antes de salir al mundo y comenzar a volar. Su impaciencia provocó que aquella mariposa muriera antes de convertirse en lo que estaba destinada a ser.

LA FILOSOFÍA DEL 'AQUÍ Y AHORA'
"Bendito regalo es este al que llaman presente"
(Sebastian Skira)
Más allá de comprender que todos los procesos que forman parte de nuestra existencia tienen su propio ritmo, despedirse de la impaciencia también implica descubrir que lo que necesitamos para ser felices ya se encuentra en este preciso instante y en este preciso lugar. De hecho, es imposible hallarla en ningún otro momento ni en ninguna otra parte.
Aunque se ha repetido hasta la saciedad, los seres humanos tenemos un peculiar rasgo en común: tendemos a olvidar lo que necesitamos recordar y a ser víctimas y esclavos de esta negligencia. Así, el pasado es un recuerdo y el futuro es pura imaginación. Lo único que existe de verdad es el presente, que es el espacio y el tiempo donde podemos recuperar el contacto con nuestro bienestar interno. Aunque no nos lo parezca, ahora mismo todo está bien. Todo está en su sitio, tal y como tiene que ser. El problema lo crea nuestra mente cuando no acepta lo que hay, tratando de cambiar lo externo, que no depende de nosotros, y posponiendo nuestra propia transformación, que sí está a nuestro alcance.
Algunos coachs especializados en desarrollo personal proponen que la próxima vez que nos invada la impaciencia nos preguntemos: "¿Qué es lo que no estoy aceptando? ¿Qué le falta a este momento? ¿De qué manera lo que está sucediendo me impide ser feliz? ¿Qué prisa tengo? ¿Qué voy a hacer luego?". Al analizar las respuestas, concluimos que desear que llegue un futuro imaginario suele ser una consecuencia de no estar en paz con nosotros mismos en el presente. Aprendemos a fluir cuando comprendemos que la realidad siempre es aquí y el momento siempre es ahora.

Vivir el momento

Cuenta una historia que el sabio Confucio animó a uno de sus discípulos a caminar por un bosque. Mientras el maestro paseaba distraídamente, silbando y observando los árboles y los pájaros con los que iba cruzándose por el camino, su acompañante parecía nervioso e inquieto. No tenía ni idea de adónde se dirigían. Harto de esperar, finalmente el discípulo rompió su silencio y le preguntó: "¿Adónde vamos?". Y Confucio, con una amable sonrisa en su rostro, le contestó: "Ya estamos".


Y si has llegado al final no te habrá pasado como a Miguel Ríos a quien le domina la impaciencia en su canción Santa Lucía

jueves, 31 de diciembre de 2009

Percibir el tiempo

En otras entrevistas donde se habla del tiempo, he hecho alusión a Impatiens, el primer remedio que descubriera el doctor Bach.

Hoy al finalizar este año 2009, encontramos en esta entrevista de La Contra en La Vanguardia, unas buenas reflexiones hechas por un físico y donde una vez más vemos cómo necesitamos ese enfrentamiento directo con la vulnerabilidad para empezar a percibir la vida y su tiempo de un manera diferente.


Étienne Klein
, físico teórico; ensayista sobre el tiempo
"El tiempo es una prisión que avanza"
LLUÍS AMIGUET - 31/12/2009

Tengo 51 años y medio. Me diagnosticaron un cáncer mortal: se equivocaron, pero me convirtieron en un obseso del momento. Elegimos el espacio: el tiempo no es optativo.La única llave para huir de la encerrona del reloj es vivir cada instante como si fuera único, porque lo es

Me pidieron que escribiera un libro para niños sobre el tiempo y recurrí a mis hijos. Les dije que nos situamos en el universo dentro de unas coordenadas de espacio-tiempo...

¿Le entendieron?

Les dije que el tiempo se nos manifestaba a los humanos básicamente como negación: en negativo.

¿Por qué?

Estamos en este instante queramos o no: no podemos cambiarlo.

Sólo en las películas.

Mi hijo de ocho años me respondió: "Entonces, papá, el tiempo es una prisión".

Ese niño tiene una contra.

El tiempo es una prisión, sí, pero una prisión con ruedas, un presidio que avanza inexorable. Y ahí llega la primera pregunta de la física y de cualquiera que piense...

¿. ..?

¿Qué hace que esa prisión se mueva? ¿Qué es lo que mueve el tiempo?

¿. ..?

La pregunta es si el tiempo lleva en sí mismo su propia renovación, su propio motor: si es capaz de renovar los instantes presentes por sí mismo y crear su devenir...

O...

... O si el motor del tiempo está fuera de él y es algo diferente de él.

Por ejemplo...

Una posibilidad sería que la expansión del universo generara la fluidez del tiempo.

¿Y si el tiempo estuviera en nosotros?

Kant pensaba que había un catalizador de tiempo en nuestra mente que nos hacía percibir la realidad de forma cronológica, pero la conciencia humana apareció hace un millón de años y, en cambio, hoy sabemos que hubo acontecimientos muy anteriores, como la aparición del Sol o la propia Tierra.

Luego el tiempo no es todo inventado.

No, pero Einstein también apunta que ese motor del tiempo somos nosotros: al ser observadores de cómo el universo sigue el espacio-tiempo, tenemos la impresión subjetiva de que el tiempo pasa.

No sé si lo pillo...

Es lo que le sucede al pasajero de un tren que ve desfilar el paisaje ante sus ojos, pero en realidad no es el paisaje el que se mueve, sino el tren en el que va ese pasajero. Y aquí queda la pregunta: ¿el tiempo es producto de la conciencia humana o una dimensión ajena, pero percibida por nosotros?

¿Usted qué cree?

Yo no creo que el tiempo sea tan sólo un producto integral de la percepción humana; existe en sí, pero nosotros lo percibimos de una manera específicamente humana.

¿En otras palabras...?

Existen instantes, pero no sucesivos. La sucesión - como ya explicó Descartes-la ponemos nosotros. Es nuestra conciencia la que coloca un instante antes o después del otro y después los integra como sucesivos.

...

Para la física, sólo es instante el que ha sido, será o es presente...

Para nosotros también, ¿no?

No, porque para nosotros el instante presente siempre es el más importante, mientras que para la física este instante es exactamente igual que todos los demás: presente, pasado y futuro son sólo ilusiones humanas.

¡Ah!

Así se lo reveló Einstein a Carnap dejándolo sumido en una perplejidad cósmica.

¿Por qué vivimos más el presente?

Es pregunta para la neurociencia, no para la física, pero le diré con certeza que la única cosa que disminuye con el paso de los años es el número de primeras veces.

No se lo puedo desmentir.

Y Michel Serres nos da una receta magnífica para no hacernos viejos...

Cuente, cuente.

Seguir manteniendo el mismo número de primeras veces aunque cumplas más años. Y eso lo puede conseguir de dos maneras.

A saber.

Haga lo que no haya hecho nunca antes o haga lo de siempre como si no lo hubiera hecho nunca: como si fuera la primera vez.

Me parece más fácil lo primero.

Acierta, porque lo es; pero la verdadera sabiduría reside en conseguir lo segundo.

Es lograr descubrir el Mediterráneo cada vez que lo ves.

La receta contra el envejecimiento mental es vivir continuamente la novedad.

¿Cómo?

Si eres capaz de vivir intensamente el instante, lo vives de nuevo siempre, porque ningún instante es igual a otro. Son nuestra pereza primero y nuestra soberbia después...

Siempre van de la manita.

... las que nos empujan a creerlo todo ya vivido y caer en la falacia de que ya sabemos de todo; que lo hemos vivido todo; que nadie nos puede enseñar nada...

Error que cometemos por quedar bien.

Enorme, porque nos impide disfrutar como niños de lo insólito de estar aquí y ahora.

¿Y en física qué le ha pedido a Papá Noel?

Que el nuevo acelerador de partículas logre los resultados que aclararán empíricamente si existen otras dimensiones además de la del espacio-tiempo.

Si lo pide con ilusión, lo tendrá.

Ya tuve mi mejor regalo cuando el médico que me pronosticó un cáncer mortal se equivocó. Pasé meses obsesionado con el paso del tiempo, pero gracias a su error hoy saboreo cada segundo.

"El tiempo es una prisión que avanza"
Querido año nuevo:

El cónsul de Francia me presenta a Klein y se nos pasa el tiempo volando mientras lo perseguimos con palabras. Klein se obsesionó con el instante cuando un oncólogo le dijo que iba a morir en breve: se equivocó, pero le convirtió en otro hombre que hoy da su receta para no envejecer: o haces cosas nuevas o haces las de siempre como si fueran nuevas. Es el secreto de la eternidad que distingue a los genios, siempre empeñados en ser niños. Lo contrario es la soberbia de saberlo todo y estar de vuelta de todo incluso antes de haberlo vivido. Por eso, Étienne Klein y yo les deseamos que estrenen el 2010 como si fuera el primero, porque también es irrepetible. ¡Feliz década, amigos!

Regalos de la Naturaleza, Kyrgyzstan 2009

Foto: Pilar Vidal Clavería

jueves, 8 de octubre de 2009

Pensar y no repetir

El papel de la escuela en la educación de nuestros hijos es básico, que un psiquiatra haga una afirmación tan categórica, como la indicada al comienzo de su entrevista es muy significativo.
 
Augusto Cury nos habla de enseñar a proteger las emociones de los jovenes. Recordemos también las enseñanzas en este sentido del profesor Toshiro Karamuri, en una escuela pública del Japón, lo pudimos ver en el programa de Televisió de Catalunya, en su canal 33, 60 minuts, Pensant en els altres (Pensando en los otros).

Augusto Cury: "El sistema educativo está enfermo y crea alumnos enfermos"

El psiquiatra asegura en su nuevo libro 'Hijos brillantes, alumnos fascinantes' que es necesario enseñar a los jóvenes a proteger sus emociones

Poner música ambiente en las aulas para desacelerar el pensamiento de los alumnos o enseñar a los profesores a expresar en clase los rostros del conocimiento, como sus propios desafíos o angustias, son algunos de los métodos que pregona Augusto Cury en su nuevo libro Hijos brillantes, alumnos fascinantes. Según el médico psiquiatra, la juventud se ha encerrado en sí misma, ha perdido la ilusión y la capacidad de discusión, en algo que califica como "una profunda crisis de la sociedad de la información, que no forma pensadores, sino repetidores de ideas". Cury cree que el maestro es uno de los profesionales más importantes en el mundo actual, aunque dispara con bala hacia un sistema educativo que "no enseña a actuar ante el fracaso y que no protege las emociones de los más jóvenes". Según el psiquiatra no basta con utilizar técnicas pedagógicas, sino que es necesario estimular algunas funciones de la inteligencia para desarrollar la inventiva y la capacidad de pensar antes de razonar y de proteger la emoción. Su diagnóstico no puede ser más fatalista, una sociedad que sufre estrés y ansiedad crónicos, que genera alumnos e hijos en continuo conflicto, con sus padres y profesores. Los cambios que propone pueden parecer revolucionarios, pero no son ni complejos, ni profundos. Según él, con 10 minutos a la semana, bastaría.
Cury dirige la Academia de Inteligencia en el interior rural del estado de Sao Paulo / Editorial Planeta

-Señor Cury, ¿usted se considera un vendedor de sueños?
-Sí, porque la vida sin sueños es como una mañana sin rocíos, un jardín sin flores o una mente sin construcción de ideas. Todo ser humano deber ser un vendedor de sueños. Los sueños no son deseos, son proyectos de vida que debemos controlar y que nos permiten abrir la ventana de la mente para que seamos autores de nuestra propia historia.

-Suena bien. De todas formas su libro no tiene un fondo tan optimista. En la deserción inicial nos viene a decir algo así como que los jóvenes de hoy en día lo quieren todo rápido y fácil, y no luchan por sus ideales. ¿Dónde está la luz del final del túnel?

-Pienso que hemos querido proteger a nuestros hijos con una vida fácil, rápida, dándoles todo al momento y privándolos de la capacidad de cuestionar, de no conformarse con el sistema. Los jóvenes de hoy no se contraponen al sistema porque han sido contaminados con el veneno del consumismo. Son consumidores de productos de servicios, no consumidores de ideas. Tenemos que estimular las funciones básicas de su inteligencia en un doble ámbito: el teatro de nuestra casa y en el teatro de las aulas. Así lograremos rescatar el placer por vivir, la conciencia crítica, el pensamiento imaginativo y estos jóvenes se tornarán pensadores y no repetidores de ideas.

-¿En qué momento educativo nos perdimos? Hemos pasado de la disciplina a la sobreprotección en pocas generaciones….
-En muchos puntos importantes. Es una sociedad que lo quiere todo rápido y pronto, es un fast food intelectual y emocional. En segundo lugar hay un exceso de información en la sociedad moderna, especialmente provinente de televisión y de internet. Esa información es registrada en el córtex cerebral estimulando la virtud de la memoria y la construcción del pensamiento a una velocidad nunca antes vista. Esto ha provocado una ansiedad colectiva y consecuentemente, una insatisfacción continua hacia la industria del entretenimiento. Otro punto importante es la manera cómo los profesores transmiten las informaciones en las aulas. No estimulan el arte de la duda, solo transmiten las informaciones sin expresar el rostro del conocimiento. De esta forma los alumnos se convierten en una platea de espectadores pasivos, tanto los niños, como los adolescentes o los universitarios.
-Interpreto que el problema no es del profesor en sí, sino del sistema educativo actual.

-Sí. Los profesores son los profesionales más importantes de la sociedad, pero el sistema educativo está enfermo y produce persones enfermas que no desarrollan las funciones más importantes de la inteligencia.

-Los profesores le dirán que cada vez tienen más alumnos, las aulas están saturadas, deben hacer más horas, el calendario escolar no para de crecer ¿Qué pasaría hoy en día si un profesor acude a su director para pedirle poner música clásica de fondo o redistribuir sus alumnos en semicírculo y no en filas como sucede en su libro?

-Ahí hay un problema muy serio, tienes razón. Los profesores participan de un sistema de arriba para abajo que les controla. Tiene que seguir todo un sistema engrasado. Está claro que debería haber un número menor de alumnos por aula, y un currículum escolar más flexible para individualizar a los alumnos.

-Sí, pero el profesor no sólo no ha ganado esa libertad que usted pide sino que ha perdido autoridad, muchas veces por parte de las familias de los propios alumnos. ¿Cómo se puede luchar contra eso?

-Hay una crisis generalizada en todos los sistemas, y es cierto que ellos están perdiendo autoridad. Para ello no sirve de nada hacer una ley, es como hacer una ley para que los jóvenes no tomen drogas. Los profesores deberían ser entrenados para encantar a los alumnos, para poder teatralizar las clases y utilizar una tonalidad de voz que no sea monótona. Eso significa gastar entre 5 o 10 minutos por semana para hacer una pausa. No dar clases de física o de matemáticas, sino contar algún periodo de su vida para estimular los registros privilegiados en el inconsciente de los alumnos.

-¿Qué propone?

-Que hablen de los días más difíciles de su vida, los momentos de crisis como pérdidas personales o frustraciones. Es fundamental. Todos los profesores que de alguna forma nos marcaron son personas que transmitieron sensibilidad y fueron humanizados. Si gastan este tiempo hablando de sus historias podrán ayudar a los alumnos a entender que la vida es como una pieza teatral existencial, hay risas y llantos, lágrimas y aplausos, fracasos y éxitos…

-Nos han entrenado para el aplauso, no para el llanto ni para el fracaso. El resultado es de sobras conocido por su colectivo, se están llenando las consultas de los psiquiatras con ansiedades y frustraciones. Para mal de la sociedad. Está claro.
-Efectivamente, porque como bien dices no nos han entrenado para el fracaso. Nosotros estamos cada vez más alertados. El 20% de los adolescentes están desarrollando depresión, y eso en el pasado era algo muy raro. Hoy es cada vez más común y se manifiesta con agresividad o insociabilidad. Los padres y los profesores no consiguen en muchos casos percibir los síntomas y eso se agrava. La sociedad moderna vive una situación de estrés y de insatisfacción crónica. Somos máquinas de trabajar y de estudiar, y no seres humanos que desarrollamos el arte de la observación, la interiorización, el trabajo de los fracasos y frustraciones…

-En su libro, el profesor Romanov lloran antes sus alumnos. Los alumnos lloran ante sus padres, y los padres delante de sus hijos. Eso en la sociedad actual se da más bien poco…
-Eso es otro problema serio, vivimos en una sociedad donde maquillamos nuestros comportamientos, tenemos que ser superhéroes, personas que no pueden cometer errores o fracasar. Esta sociedad moderna está pasando por una crisis sin precedentes, y la primera cosa que debemos lograr es aceptar nuestras propias dificultades, reconocer nuestras miserias, para poder rescribir nuestra historia y superar nuestras crisis. No hacerlo, lleva a los jóvenes a esconder sus conflictos, y muchos son los que canalizan estos conflictos para tomar drogas o alcohol y desarrollar enfermedades psicosomáticas como depresiones o ideas de suicidio. El suicidio está aumentando en todo el mundo, 450.000 personas se suicidan al año en todo el mundo. Es muy grave.

-Y eso genera también frustración en los padres.
 -Sí, es evidente. Además, la superprotección de los hijos no genera capacidad creativa o capacidad de enfrentamiento con el dolor o dificultades imprevisibles. Por eso nosotros estamos recomendando cambiar y hacer una cirugía en las relaciones entre padres e hijos, profesores y alumnos. Los educadores deben hablar sobre sus lágrimas para que los adolescentes aprendan a llorar las suyas. También deben hablar sobre sus fracasos para conquistar a los adolescentes.

-¿Somos la generación que menos conocemos a nuestros padres?
-Sí, es verdad, parece una paradoja pero es así. Somos la generación que más conversa sobre cosas exteriores pero no sobre las áreas más íntimas de nuestra personalidad. Los padres gritan para que sus hijos les respeten. Para que haya respeto tiene que haber liberación, y para que haya liberación tiene que haber conocimiento. Como no hay ninguna de las dos cosas los padres gritan para ser un poquito escuchados.

-¿Qué impulsa un niño a pegar a sus padres?
-El exceso de información produce lo que yo llamo síndrome del pensamiento acelerado. Este síndrome roba energía del córtex cerebral y causa algunas consecuencias que han sido la base de la violencia en todo el mundo. Por ejemplo, la irritabilidad, la insatisfacción crónica, la fluctuación emocional, dificultad para colocarse en el lugar de los demás, dificultad para proteger las emociones. Este cuadro lleva a los jóvenes a estar a un estado de ansiedad extrema que choca con sus padres. Son síntomas de una sociedad enferma.

-¿Que más tiene que pasar, y sin entrar en dramatizaciones, para que nos demos cuenta de que si no cambia la calidad del sistema educativo actual, se seguirán llenando las consultas médicas?
-Pienso que una de las cosas más importantes es que aprendamos a estimular a los jóvenes a proteger la emoción. Hay que entrenarlos para que disminuyan las expectativas puestas en los demás, cuanto más retorno esperamos, más frustraciones tenemos. Las personas próximas son las que más nos decepcionan, y más daños pueden causarnos. Hay que aprender que detrás de una persona que hiere, hay una persona herida. Nunca hay que exigirnos más a nosotros mismos, las peores personas son las que se convierten en verdugos de si mismas. También hay que aprender a contemplar lo bello y a hacer de las pequeñas cosas un espectáculo para nuestros ojos. La emoción es la más democrática de todas las funciones psíquicas.

miércoles, 13 de mayo de 2009

El tiempo

Por algo escogería el doctor Bach a Impatiens como su primer remedio, el remedio para el tiempo, para darlo, que no significa perderlo.

Aprendamos a tener otra actitud ante el tiempo.

Josep M. Esquirol, filósofo del tiempo
"Date tiempo"
VÍCTOR-M. AMELA - 13/05/2009
La Contra-La Vanguardia

Tengo 45 años. Nací en Mediona (Alt Penedès) y he elegido vivir allí, pausado. Soy profesor de Filosofía en la UB. Estoy casado y tengo tres hijos (5, 3 y 15 años). ¿Política? Honestidad y justicia social: sobra demagogia, faltan ideales. ¿Creencias? Duda filosófica, esperanza cristiana

¿Qué es el tiempo?

El tiempo es la vida. El ser ¡no es más que tiempo!

¿Soy tiempo?

Eres tiempo que pasa.

¿Soy más pasado, presente o futuro?

Mirar el tiempo como suma de instantes estresa: si los momentos pasados ya no son y los futuros aún no son, te devanas por vivir los presentes, escurridizos... ¡Ah, qué estresante, el carpe diem!

¿Qué propone, pues?

Otra actitud ante el tiempo. Entenderlo como oportunidad para hacer algo: acostarte, levantarte, ayudar, comer… El tiempo como invitación, como oportunidad (que viene de puerta). Estate atento para ver las puertas.

¿En eso consiste no perder el tiempo?

En hacer lo que la ocasión pida. "La regla principal de la educación, la más importante y más útil, no es ganar tiempo ¡sino perderlo!", dijo Rousseau. En las escuelas deberíamos aprender a relajarnos, a sentir el discurrir del tiempo. O sea, darlo: dar tiempo.

¿Por qué?

Porque dar tiempo es el modo de no perderlo. Dar tiempo es ganarlo. ¿Curioso, eh? Si das tiempo, obtienes tiempo. Y si no lo das, ¿lo acumulas? No: ¡no tienes nada!

Paradoja, sí.

Dicho de otro modo: tiene vida quien da vida. Quien es avaro con la vida no tiene vida.

Dígame: ¿a quién debo darle tiempo?

Primero, a ti mismo. Y a los demás: a tu mujer, a tus hijos, a un enfermo, a los alumnos... Si das tiempo, ¿qué más puedes dar?

¿Es el bien mayor, pues?

El más precioso. Dijo Wittgenstein: "El saludo entre filósofos debería ser: ¡date tiempo!". El tiempo es condición para pensar.

¿No nos damos tiempo?

Qué va. "¡No tengo tiempo!", repetimos. Vivimos apretujando el tiempo, apresurándolo. ¡Así no hay serenidad posible! Y la prisa engendra el mal del dogmatismo.

¿Ah, sí?

El dogmatismo es siempre una precipitación. Tómate más tiempo... ¡y verás cómo se te desvanece toda afirmación dogmática!

También suele decirse que "el tiempo todo lo cura"...

Todo lo que vivimos no volverá y, a la vez, ha sucedido para siempre: es irreversible.

Otra paradoja.

Lo que ha pasado no pasa: ¡queda! Pero el paso del tiempo te va alejando de eso, vas olvidando. Sólo el paso del tiempo nos cura del tiempo pasado. Este olvido es incompleto, ¡o perderías conciencia de tu identidad!

¿Mi identidad es memoria?

Memoria de tiempo.

¿Y cuándo comenzó el ser humano a tener conciencia del tiempo?

El sol sale y se pone. Ese ritmo (circadiano) es la acotación temporal primordial, base de toda medición del tiempo. Sumando días salieron semanas, meses, años. Y de una primera partición de las horas (prima minuta)salieron minutos, y de una segunda partición (secunda minuta),segundos.

¿El tiempo vuela?

O corre. Es una experiencia que acumulamos: que el tiempo es movimiento como el sol y que pasa rápido. La máxima sensación de paz y plenitud es la del tiempo detenido.

¿Usted la ha sentido?

Yo he decidido vivir fuera de Barcelona, y eso ayuda. En el pueblo, el día respira de otro modo. Démonos tiempo para sentir el respirar de los días. Si contemplas la vida con atención, ¡la verás ralentizarse! Verás que el mundo entero parece respirar...

¿Apología de la lentitud?

Prefiero hablar de vivir la experiencia del día con parsimonia, calma, tranquilidad, serenidad. Hacer una cosa después de la otra, y hacerlo bien. Prefiero hablar de la bondad de la pausa más que de la lentitud.

¿Hacemos una pausa?

Si tú te detienes... ¡regalo!: el tiempo se detiene. Esto prueba que el tiempo eres tú.

"Ya pararé cuando muera", he oído.

Solemos llenar nuestro tiempo de frenesí justamente para evitar este pensamiento básico: ¡vamos a morir! En el fondo, nos ocupamos mucho para así estar fuera de nosotros, desaforados literalmente. Por eso Pascal acertaba: "El gran mal del hombre es no saber estar solo en una habitación".

¿Nos angustiamos al abismarnos en nosotros mismos?

El ser humano es el único animal que se sabe finito. Eso acota y libera un tiempo, y nos entrega la responsabilidad de vivirlo: ¡saberse mortal y estar a la altura no es nada fácil!

Entonces surge la gran pregunta: ¿qué hago con mi tiempo?

Respuesta: dártelo y darlo.

¿Pese a que "el tiempo es oro"?

Es que esa frase expresa una mercantilización del tiempo, nuestra tendencia a convertirlo todo en recurso, en mecanismo de producción: recursos energéticos, recursos económicos, recursos alimenticios, ¡recursos humanos! Convertimos a las personas en meros recursos para la rentabilidad empresarial… ¡El lenguaje está hablándonos de cómo vemos el mundo!

El tiempo ¿avanza como una flecha o gira en círculo?

Son dos representaciones del tiempo: una expresa la idea de progresión; la otra, la de repetición. Y no sé cuál es menos trágica...

Una reflexión final sobre el tiempo.

Esto que dijo una mujer encarcelada: "Fuera de la prisión yo pasaba el tiempo; aquí dentro es el tiempo el que me pasa".



"Date tiempo" El respirar del día

Nos damos tiempo junto al reloj de sol de las playas de la Vila Olímpica. Charlamos en torno a las sugerentes reflexiones que vierte Esquirol en El respirar de los días / El respirar dels dies más aún-todo es tiempo: no tienes más que tiempo. Eres tiempo en tránsito. Finito y, por ello, precioso. "El tiempo nace a la vez que el cielo", dictaminó Platón, anticipando a Hawking y su flecha del tiempo. Estamos a tiempo de aprovechar el tiempo.

De este tiempo que tanto puede dar de sí, podemos oir una canción de Jarabe de palo: Tiempo .

jueves, 18 de diciembre de 2008

Lo quiero ¡ya!

Este artículo de La Contra habla de los adolescentes, algunas de las respuestas se pueden asociar con las Flores de Bach

Jordi Royo, psicólogo clínico
"Nuestros adolescentes son rebeldes del bienestar"
VÍCTOR-M. AMELA - 18/12/2008
La Contra-La Vanguardia

Tengo 49 años. Nací en Berga y vivo en Barcelona. Soy psicólogo clínico y coordino la prevención de drogas en Badalona. Estoy casado y tengo un hijo, Guillem (12). Siento aún el programa social de la izquierda. Creo en el dios de la Patum, el que baila con la gente en la calle

¿A qué edad comienza la adolescencia?

Hoy, a los 12 años. El primer día de 1. º de ESO.

¿Por qué?

Es el día que dejamos que el chaval vuelva solo a casa, con su llave. En casa no hay nadie: merendará lo que le apetezca y verá la tele, chateará y jugará con la videoconsola a sus anchas.

¿Qué tiene en común este adolescente con el de hace treinta años, y qué no?

En común, los trastornos hormonales y la impulsividad: el cerebro experimenta un nuevo arranque para hospedar nuevas competencias, nuevas aptitudes.

Estamos ante un ser mutante, vamos.

Sí, y es natural que manifieste cambios de personalidad, una en casa y otra fuera...

Da un poco de miedo.

Más temibles que estos factores endógenos - iguales en todas las épocas-son los exógenos, que son nuevos, y que moldean a estos "nuevos adolescentes" nuestros.

¿A qué factores nuevos se refiere?

A la cultura del ocio tecnológico: pantallas, videojuegos, internet, móvil, mp3... Y al "lo quiero ¡ya!". Por eso es fácil que a esta edad incurran en adicción a un ocio paralizante y a la inmediatez, a quererlo todo al instante.

Tengo preparada una charla sobre las Flores de Bach "12 lecciones a aprender" y en cada uno de los 12 sanadores he puesto una breve frase que para mi determina el defecto a superar, en el caso de Impatiens es precisamente "Lo quiero ya", si decimos que los Impatiens son impacientes, que no tienen tiempo que perder, que son irritables, exigentes, no soportan la lentitud, todas estas características quedan perfectamente reflejadas, en esa necesidad de inmediatez. La lección a aprender, la indulgencia, nos enseña a saber esperar, a ver que cada uno necesita su tiempo, el pararse a observar, a perdonar las diferencias de los otros, a tener empatía.


¿Hemos maleducado a nuestros hijos?

"Educar bien a un hijo consiste en dejarle que pase un poco de hambre y un poco de frío", decía Confucio. Quizá no les hemos dado buen ejemplo... Si no quieres que tu hijo sea consumista, ¡no lo seas tú!

¿Cómo definiría a estos nuevos adolescentes nuestros?

Los defino como los rebeldes del bienestar. Si antes el adolescente se rebelaba para mejorar el mundo, ahora admite "estoy de puta madre, ¡pero quiero estar mejor!", como me confesó uno. Quieren para sí más lujo del que ya tienen, que es mucho.

¿Y qué deberíamos hacer los padres?

Evitar hiperregalar a los niños. ¿Por qué no acompañarlos a entregar regalos sobrantes a niños necesitados?

Más consejos.

Desde niños, acóteles el uso de pantallas: de lunes a viernes, nada de videojuegos.

¿Le compro móvil a mi hijo de 13 años?

En la clase de mi hijo de 12 años, él y otro son los únicos sin móvil. ¡Los amigos le acusan de tener un padre irresponsable, pues no podrá avisarme si "le pasa algo"!

¿Y usted qué le argumenta a su hijo?

Que las desventajas de tener móvil - adicción, gasto...-superan las ventajas. ¡Retrásele a su hijo el móvil todo cuanto pueda!

¿Le permito tener tele en su cuarto?

¡No! Lo mejor es un solo televisor en la sala, y negociar su uso entre toda la familia.

Pero ordenador sí necesita, para hacer trabajos del cole.

Pero si tiene que conectarse a internet, que sea en un ordenador situado en la sala.

Otro problema: ¿le doy paga?

Retrásela al máximo, y que se acostumbre a razonar para qué quiere el dinero, y a argumentar si realmente necesita tal cosa. Y si a los 15 años acuerdan paga..., que sea semanal, y fijando para qué conceptos.

¿Y si exige salir de noche con amigos?

Retrase eso lo posible, y pacte la hora de regreso, lo menos tarde posible, y si incumple, que no salga la próxima. Lo mejor es que un padre vaya cada vez a recoger al grupo.

Trabajoso, ser padre de adolescente...

Haber sido padres exitosos de un niño ¡no garantiza serlo de un adolescente! Los padres de adolescente deberían asistir a un cursillo. ¡Y ojalá colaborase la escuela!

¿No lo hace?

Los conflictos reales del adolescente son las drogas, el sexo, la violencia, las adicciones, los trastornos alimentarios, la percepción del propio cuerpo, la indumentaria y el dinero. Yo pregunto: ¿cuántas horas dedica la escuela a debatir acerca de estos asuntos?

No sé.

¡Casi nada o nada! La escuela ni se atreve a decir qué ropas no deberían admitirse en clase. ¡La escuela, pues, todavía no ha entrado en el siglo XXI! Deberíamos reclamárselo, y a la vez devolverle autoridad moral.

¿Cómo educo al chaval sobre sexo?

Propiciando ocasiones para hablarle de sexo. ¡Hoy se dan más embarazos indeseados que nunca! Ayúdele a conocer el preservativo. Todas las chicas llevan tampones en el bolso, ¡pero ninguna lleva preservativos! Es desesperante... Usan la píldora abortiva.

Pero el pánico paterno es la droga.

Cuéntele al adolescente la verdad: que el cannabis puede proporcionar sensaciones placenteras, pero distorsiona percepciones, merma la capacidad de concentración, puede disparar trastornos mentales... Que las pastillas son euforizantes y empatizantes, pero luego hunden en la apatía, restan potencia intelectual, disparan brotes psicóticos...


Deme tres consejos de oro.


Apóyele en sus estudios. Repártanse labores domésticas (¡sin mediar paga alguna, por supuesto!). Hágale luchar por cada cosa que desee. Lo cierto es que será más fácil si desde niño le adiestró en el arte de respetar límites. Si no..., lo tiene usted difícil.

La flor de
Bach de gran ayuda en el respetar límites es Centaury, en este caso la frase que escogí para determinar el defecto a superar es "Cómo tu digas", sus defectos son el querer siempre complacer, no saber decir que no, la debilidad, el miedo al rechazo, la necesidad de ser aceptado. Con Centaury aprendemos a a poner límites en las relaciones con los demás, a decir ahora no puedo, la lección a aprender es la de la Firmeza.


¿Ante qué síntomas debo alarmarme?

Un repentino bajón en su rendimiento académico, dificultades con sus horarios...

Lo bueno es que la adolescencia se acaba, ¿verdad? ¿Cuándo se acaba?

A los 30 años... Es el adojoven: el joven que sigue siendo adolescente, que no se ha esforzado en dejar de serlo. A veces, ¡sus propios padres son todavía adolescentes!



Impatiens y la velocidad

Foto: Pilar Vidal Clavería
<>Consentidos
Los padres consienten conductas y actitudes de sus hijos que los desentrenan para afrontar las pasiones y frustraciones de la adolescencia, lo que deriva en conflictos que se vuelven contra los padres. Temerosos de las reacciones de sus adolescentes hijos, agravan aún más la disfuncional relación. Para aliviar esto, Jordi Royo creó el centro Amalgama (www. amalgama7. com), que imparte cursillos para padres de adolescentes y reeduca a los hijos. Amalgama y un grupo de padres alientan la Fundació Portal, que ayuda a familias con hijos drogadictos y trastornos mentales. Royo da claves para tratar con nuestros nuevos adolescentes en Los rebeldes del bienestar/Els rebels del benestar (Alba).






martes, 11 de noviembre de 2008

Impatiens


IMPATIENS

Impaciencia. Irritabilidad. Aceleración


Para los que son rápidos de acción y de pensamiento y quieren que todo se haga sin vacilación y sin demora. Cuando enferman esperan con ansiedad una pronta recuperación. Les resulta muy difícil tener paciencia con la gente lenta, ya que la lentitud les parece un error y una pérdida de tiempo. Hacen toda clase de esfuerzos para lograr que los lentos actúen con mayor rapidez. Frecuentemente prefieren trabajar y pensar solos para poder hacer todo a su propio ritmo (E. Bach)


La cabeza resquebrajada del héroe denota la falta de plasticidad provocada por la rigidez e irritabilidad de un Impatiens en su estado negativo. Su imposibilidad de relajación le llevará a una tensión mental permanente. La toma de la esencia conseguirá que la paciencia y el placer por las cosas pequeñas hagan el día a día un lento disfrutar y no un agobio continuado, y le permitirá perdonar las diferencias de los otros.

Foto: Pilar Vidal Clavería

miércoles, 17 de septiembre de 2008

80 años de Impatiens

Un día de septiembre de 1928, ahora hace pues 80 años, el doctor Bach caminaba por las orillas del río Usk, cerca de Crickhowell, en Gales, y se fijo en las flores de Impatiens. Cuando empezó a buscar lo que serían sus remedios, quería averiguar como intervenir en el estado emocional o mental de una persona.


Y podría ser como nos dice Julian Barnard en su libro Forma y Función, que empezara a buscar un remedio para sí mismo.


Según algunos de los colaboradores del doctor Bach, él era rápido en tomar decisiones, rápido en actuar y rápido en perder la calma, e impaciente ante la lentitud de los demás, características comunes al aspecto negativo de Impatiens y que él mismo define en:

Los Doce Sanadores y Otros Remedios (1936)

Soledad
*IMPATIENS

Para los que son rápidos de pensamiento y en la acción, y quieren que todo se haga sin vacilación ni retraso. Cuando están enfermos quieren recuperarse pronto.
Les resulta muy difícil tener paciencia con las personas lentas, pues les parece un error y una pérdida de tiempo, y se esforzarán porque éstas sean más rápidas en todos los aspectos.
Con frecuencia prefieren trabajar y pensar solos, para poder hacer todo a su propio ritmo.

Impatiens, es una planta que proviene de los Himalayas, fue introducida en Gran Bretaña en 1839, y se ha convertido en muy común, debido precisamente a sus características particulares de crecimiento rápido e invasor.

Los Doce Sanadores y Siete Ayudantes (1934)

La Impaciencia no es nativa de este país, pero crece a la perfección a lo largo de las orillas de algunos ríos galeses. Las flores de esta planta tienen colores diversos y sólo deberán ser escogidas las que ostenten un maravilloso y suave color malva.


El doctor Bach utilizando su intuición reconoció en Impatiens, unas características que resonaban con él mismo y empezó a preparar el remedio, todo y que lo preparó homeopáticamente y no por el método solar, que no descubriría hasta mayo de 1930.


Es curiosa también la utilización de Impatiens como remedio para el dolor ya que el doctor Bach lo había sentido durante gran parte de su vida y el mismo pudo comprobar la efectividad de la esencia.

Los Doce Sanadores y Cuatro Ayudantes (1933)

Impatiens es con frecuencia de gran valor en el caso de dolores intensos, en que se trata de aliviar el dolor y calmar al paciente.

Si hay una palabra que defina el estado Impatiens por excelencia, esta es Impaciencia, como queda reflejado en el cuento Una historia de caminantes (1934):

Al principio todo fue bien, pero después de haber recorrido un buen trayecto,...
Impatiens también conocía muy bien el camino a casa, de modo que estaba impaciente con los que iban más despacio que él.
Y al final todos salieron del bosque,...Impatiens ya no conoce la prisa, sino que camina lentamente con el último para mantener su paso.

Y este mantener su paso puede ayudarnos a comprender la lección a aprender o virtud a desarrollar que ha venido a aprender un Impatiens:

Libérese usted mismo (1932)

Capitulo ocho

Error-------Planta ---------Virtud
Impaciencia-------------- Impatiens-------------------- Perdón

La toma de la esencia conseguirá que la paciencia y el placer por las pequeñas cosas hagan el día a día un lento disfrutar y no un agobio continuado, y le permitirá perdonar las diferencias de los otros.

Y para comprender todas las características de Impatiens nada mejor que estudiar su Signatura y aquí otro libro el Cuaderno Botánico de Flores de Bach de Jordi Cañellas nos ayuda a sumergirnos en el mundo particular de Impatiens.


Las raíces de Impatiens, lo inconsciente, siempre cerca o dentro del agua, son rojizas, penetran poco en el suelo, están poco desarrolladas en relación al resto de la planta.

Sus tallos, que nos indican cómo son, crecen rápidamente, también con coloración rojiza, huecos y rectos.

Las hojas, su relación con el mundo, son de color verde, con un borde aserrado y en forma de lanza.

Sus flores expresan su creatividad, con 5 pétalos, de los que cuatro están fusionados dos a dos, les da un forma especial, recuerda a un casco, y en su parte trasera hay un pequeño espolón, que concentra el néctar que atraerá a los insectos y que actúan como polinizadores. El color es rosa pálido, son precisamente las más claras las que se escogen para preparar la esencia.

Las semillas, que simbolizan los proyectos que se llevan a cabo, se encuentran en capsulas que explotan, liberándolas a una gran distancia de su posición.

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