miércoles, 21 de abril de 2010

Transformar

La lectura de la entrevista de hoy se merece leerla con calma, dejársela sentir y que nos inunde su mensaje.

Angie Rosales, actriz, fundadora y directora de la ONG Pallapupas-Pallassos d´Hospital
"Hacemos que los niños entren en el quirófano riendo"

IMA SANCHÍS - 21/04/2010 La Contra-La Vanguardia

40 años. Nací en Las Palmas de Gran Canaria y vivo en Barcelona. Licenciada en Arte Dramático. Vivo en pareja, tengo tres hijos, de 19 y 17 años y de dos meses. La sociedad civil se tiene que organizar, y hay que exigir buena gestión. No acepto intermediarios entre Dios y yo

Payasa por vocación?

Yo fui madre muy joven, a los 20 y a los 23 años; quise recuperar mi profesión y me presenté a un casting de payasos de hospital; por probar.

Y la eligieron.

Cuando entré en un hospital y vi de qué se trataba, me conmocionó, estuve días llorando. Era una suerte poder estar allí. Hice varios cursos, quería que eso fuera mi vida.

¿La formación es imprescindible?

Sí, hay que ser muy profesional para saber manejar las circunstancias que se crean.

Ustedes van más allá de entretener.

Estamos presentes en los procesos dolorosos, en el quirófano y en los espacios de salud mental con personas que tienen desequilibrios. Para nosotros es imprescindible la colaboración con el personal sanitario si queremos transformar esa realidad.

Eso es mucho pretender...

Cuando un niño ingresa en un hospital, la situación es de mucho estrés y mucho susto para el niño y la familia, y las emociones se contraen. El niño puede tener una enfermedad grave o no tener diagnóstico durante días, y la angustia va creciendo. Nosotros conseguimos que esas emociones afloren.

... Y el ambiente se relaja.

Sí, y la comunicación entre los padres y el niño es más fluida, y la intervención médica, menos estresante. Un niño no deja de serlo por estar ingresado, necesita jugar y reírse, y esa es una de las cosas que más me han impresionado: cuanto más cerca está la muerte, más fuerza toma la vida.

¿Qué ha visto?

La entrega incondicional de los padres y cómo se imponen las cosas importantes de la vida: el amor y la ternura. Amí me transformó poder estar cerca del sufrimiento ajeno, ver qué diferente es tomarse una mala noticia de una manera o de otra, cómo una actitud positiva lo pone todo más fácil, incluso la recuperación.

¿Y ustedes están preparados para afrontar la muerte de un niño?

Tenemos ayuda psicológica y por desgracia en la planta de oncología es el día a día, pero es durísimo. Yo trabajé ante un niño terminal, me lo pidieron sus padres.

¿De qué edad?

Un enfermo oncológico de ocho años al que llevaba visitando un año. Tuve un dilema moral: no sabía si soltar la nariz; no sabía, como payasa, estar en esa situación. Me sentí desnuda, impotente, enfadada. Aguanté, y en el vestuario me derrumbé.

¿Cómo reaccionó el niño?

En todos los terminales ves una paz y una entrega que no he visto en nadie sano. Y la entereza de los padres me admira, yo no sé si sabría soportarlo.

Ya.

Aquel día comprendí con claridad lo que decía John Lennon: la vida es eso que te ocurre mientras haces planes. A ninguno de esos padres se le había pasado por la cabeza que estaría allí. No controlamos nada.

¿Y los médicos?

Damos clases en la facultad de Medicina de Bellvitge porque el estamento médico se da cuenta de que hay que acercarse al paciente desde la humanidad.

¿El payaso también consigue ablandar el caparazón del personal sanitario?

El sentido del humor transforma un hospital, todos bromean con nosotros: la señora de la limpieza te da con la escoba y los niños se levantan de la cama y se asoman por la puerta de su habitación cuando nos oyen.

Siembran ustedes alegría.

... Y todo eso ocurre en un ambiente hostil, con mucha seriedad y silencio. Los médicos acaban entrando en el juego porque nuestra aproximación no es como payaso aniñado, mi personaje ha estudiado en Harward y conversa con ellos poniéndose a su altura.

¿Cada payaso es un personaje?

Sí, yuna historia: Aspirino, Tiritín, Amor Sicilina. Gelocatila... Jugamos con las enfermeras, les pedimos que nos presenten a los niños y mantenemos con ellas el personaje salvo cuando nos quitamos la nariz para que nos informen de la situación de cada caso. No por estar serio se trabaja mejor.

¿En quirófano son bienvenidos?

No hay color entre que tu hijo vaya al quirófano riendo en lugar de llorando, no se paga con dinero, es una experiencia increíble.

La alegría se contagia.

Cierto. Ver reír a un niño distiende las relaciones, médicos que jamás habían bromeado comienzan a hacerlo. En los quirófanos se nota mucho porque son lugares de mucha tensión, y cuando entra el humor todo se hace más fácil, y ahí los dejamos.

¿Se marchan?

En cuanto el niño se duerme, nos vamos. Un pallapupas es un actor profesional capaz de improvisar, con mucha información médica y psicológica de cada paciente, pero ha de saber siempre cuál es su lugar.

Más de uno habrá dudado de ustedes.

Recuerdo el caso de un chico que quedó en coma por un accidente de moto. Nosotros (trabajamos en pareja) acudíamos a diario a la UCI, le cantábamos y yo le cogía de la mano: "Hola, soy la doctora Ana Tomía Efervescente...", y le contaba cosas. Muchos opinaban que aquello no servía para nada.

¿Y?

Cuatro meses después salió del coma y fuimos a verlo a la habitación enfundados en nuestros personajes. El chico, que casi no podía hablar ni ver, dijo: "Mamá, ¿de quién es esa voz que me suena tanto?".

Corazón inteligente

En diez años de pallapupas, Angie atesora vivencias que la han transformado, pero, a su vez, ella y su gente -payasos profesionales con formación artística y médica- transforman la frialdad de los hospitales permitiendo que los niños, incluso en circunstancias extremadamente duras, sigan siendo niños. No actúan: son, están; improvisan a diario y establecen relaciones personales con los niños. Los reciben cuando ingresan en el hospital, los visitan en la habitación, los acompañan al quirófano hasta que la anestesia hace efecto, viven su recuperación. Siempre bajo supervisión médica. También trabajan con enfermos mentales y ancianos. Su sensibilidad es exquisita. Están presentes en 17 hospitales. 

Excèntrics,  actuació 30 setembre 2007 en CaixaForum
Foto: Pilar Vidal Clavería

2 comentarios:

trinidad dijo...

Yo he visto una pelicula de Robin Willians que trata sobre el tema y me encanto , pero nunca habia leido nada sobre alguien que se dedica a este maravilloso trabajo . Gracias a ti por acercarnos a estas maravillosas personas y gracias a ellas . Besos y un abrazo.

Elisa Graciela Fainzaig dijo...

Muy emocionante el testimonio de Angie, la payasa de Hospital.
Gracias.
Que suerte que existan personas como ella que se animan a sacarles una sonrisa a los niños que no tienen más tiempo para reir.
Beso

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