Aunque tenemos muchas maneras de comunicarnos y el lenguaje corporal es reflejo de nuestras emociones y sentimientos, las palabras tienen poder y es necesario que se manifiesten con coherencia con lo que sentimos y con lo que pensamos.
Encuentro muy acertadas las reflexiones que nos muestra José Carlos Aranda en la entrevista de hoy en La Contra de La Vanguardia, como el simple ejercicio de describir en un papel al hijo de nuestros sueños y la de que podemos ser felices si trabajamos en ello.
El volver al origen de una de sus últimas respuestas me lleva a la canción de Macaco, Moving:
Volver al origen no es retroceder, quizás sea andar hacía al saber...
José Carlos Aranda, doctor en Filología Hispánica y ensayista
Cordobés, 53 años. Casado, hace 28 años, y con dos hijos. Soy profesor en un centro de secundaria. Vamos hacia una aldea común en la que hay que redefinir las relaciones internacionales para promover el mayor bien al mayor número de personas. Soy católico practicante.
Ima Sanchís, La Contra - La Vanguardia, 27 enero 2011
¿Qué tiene que ver la gramática con la vida?
Nuestros actos están determinados por nuestros pensamientos, que formulamos con palabras, frases, oraciones...
¿El habla me condiciona?
Del dominio del lenguaje depende nuestra capacidad de elaborar reflexiones más o menos profundas y producir actos combinados. Imagine que suprimiéramos el yo.
¿Nuestra realidad cambiaría?
La individualidad sería impensable. Viviríamos en el universo de las hormigas.
La vida humana está llena de incoherencia, lapsus, errores...
Sí, pero la incoherencia en la vida conduce a la frustración y a la infelicidad de la misma forma que la incoherencia gramatical conduce a una frase sin sentido.
Nuestros actos nos definen.
Nuestra vida es una novela. Los actos y decisiones diarias son la tinta indeleble con la que escribimos su argumento.
Los actos son también el camino que ofreces a los demás para comprenderte.
Así es, yo no puedo juzgar tus pensamientos porque no los oigo, sólo tus palabras. De la misma forma, yo no puedo juzgar tus intenciones, sólo tus actos, que es lo que veo, y a través de ellos compongo tu imagen.
¿Existe una gramática de la felicidad?
Sí, cuando mi proyecto de ser y mis actos caminan en la misma dirección.
De acuerdo, ¿pero qué tiene que ver con la gramática?
En la lengua antes de hablar tienes que saber qué quieres decir: en la vida antes de vivir tienes que saber qué quieres ser.
Pues lo saben bien pocos…
Hay que desprenderse de todo para mirarse a uno mismo y comprender que lo primero es la propia existencia, y que si no te tienes a ti mismo no tienes nada. Hay un proyecto de ser que preexiste, está en el pensamiento.
¿Cómo descubrirlo?
Coja papel y lápiz y describa al detalle cómo desearía que fuera el hijo de sus sueños: deportista, intelectual, artista, con fe, sin fe… Acaba de definir su propio ideal, el que no alcanza por las vicisitudes, el que no se atreve a buscar.
No nos atrevemos porque las cosas sean difíciles, sino que son difíciles porque no nos atrevemos, decía Séneca.
Muy a menudo somos elefantes de circo: una experiencia inoportuna nos condena a un estado de frustración y nos impide tener la valentía de actuar en la vida.
¿Qué tienen que ver los elefantes?
En los circos ambulantes los ataban a una estaca, sólo tenían que tirar un poco para liberarse, pero no lo hacían porque ya lo intentaron de pequeños y de adultos seguían pensando que era imposible.
Entiendo.
Debemos ser muy conscientes de que la lengua es el sistema operativo que instalamos en cada mente al nacer. Un mal ordenador con un buen sistema operativo da muchísimos mejores resultados que a la inversa.
La genética también nos determina.
Sí, y mis circunstancias son mi realidad, pero sobre ambas está mi voluntad, mi pasión por ser. Lo que yo toco se transforma en función de mi deseo de ser. La realidad es la piedra, dásela a un arriero cansado y hará un asiento, dásela a Miguel Ángel y hará La Piedad. Estamos hablando de una misma realidad, ¿qué la transforma?... El telos de Aristóteles, la esencia en el ser que comporta un destino.
No somos los autores exclusivos de nuestro propio personaje.
La realidad actúa en mí en función de cómo yo la concibo y cómo la manejo. ¿Pero por qué esos impulsos negativos que nos impiden disfrutar? Los malos sentimientos prosperan porque tenemos capacidad de sentir. La misma tierra que abona el rosal hace crecer la mala hierba, con lo cual habrá que estar muy atento, arrancarla cuando nace para que no se adueñe de nuestro espíritu.
Reglas para una buena sintaxis vital:
Coordinar nuestros actos en función de lo que pretendo ser en la vida. Y el principio de la linealidad, cada cosa en su momento: normalmente vivimos como en un trastero revuelto y hay que iluminar objeto por objeto, descomponer los tiempos, ser sólo madre cuando estás con tu hijo, ser sólo amante y amiga cuando estás con tu pareja...
¿Y usted a qué conclusión ha llegado?
Que podemos ser felices si trabajamos en ello. Hay que crear espacio y tiempos para reestructurar sentimientos y sensaciones, positivizar lo negativo. Decía un viejo indio: dentro de mí viven dos lobos, uno me lame la mano, el otro trata de morderme el cuello. ¿Quién ganará? Aquel que yo alimente.
¿Qué hacer con la falta de autoestima?
La única solución es volver al origen: la respiración, ir a lo esencial para descubrir que lo maravilloso es que estás vivo. Y si te has fallado a ti mismo, busca tu reflejo en los demás, porque te darán una imagen de ti mismo mucho más real que la que tú tienes.
¿Qué intenta darle a sus alumnos?
Yo no tengo nada mejor que dar que a mí mismo, el conocimiento es una excusa.
¿Qué necesitan?
Cariño, sinceridad y que se les hable claro; y enseñarles a combinar. Muchas veces perdemos la oportunidad de realizar las cosas porque queremos que la realidad se adecue a la visión que tenemos de lo que debe ser. Mejor combinar los elementos de que dispongo para acercarme a mis objetivos.
Un privilegio
Este hombre reflexivo y sin arrogancia es profesor de secundaria –¡qué privilegio tener un maestro de esta categoría!–, defiende el entusiasmo como herramienta vital y la búsqueda de sentido como norte. Filólogo amante de la filosofía, mezcla ambas en un extraño y bello ensayo: El libro de la gramática vital (Almuzara). La aventura de nuestra vida es una novela, explica. Como todo texto, en sí, es la unidad de comunicación más compleja que podemos diseñar, y la única que de verdad importa. Siguiendo la retórica clásica: primero inventio, saber qué quieres; luego dispositio, planificar y estructurar cómo vas a ejecutarlo, y por último, expositio, hacerlo realidad: vivir la vida que has elegido.
Dentro de las
Flores de Bach tenemos a dos de los remedios que tienen a la palabra
Wild (silvestre) en común y que nos ayudarán a encontrar el sentido como norte y a tener al entusiasmo como herramienta vital.
Wild Oat , Bromus ramosos
Para aquellos que ambicionan hacer algo importante en la vida, que quieren adquirir mucha experiencia y gozar todo lo que les sea posible, viviendo plenamente. Su dificultad consiste en poder determinar qué ocupación deben seguir, ya que aunque sus ambiciones son fuertes, no tienen una vocación que los llame más que otra. Esto les puede acarrear demoras e insatisfacciones.
Los doce curadores y otros remedios
E. Bach, 1936
Para la insatisfacción, la frustración y la falta de sentido,
Wild Oat aportará información del camino a seguir, permitiéndo encontrar el sentido de la vida, de una manera serena y clara, partiendo de una herramienta que tiene muy a mano: su propia intuición
Wild Rose,
Rosa canina
Para quienes sin una razón aparentemente suficiente, se resignan a todo lo que les ocurre, y apenas se deslizan por la vida, tomándola como viene, sin hacer ningún esfuerzo por mejorar las cosas y encontrar un poco de felicidad. Han abandonado la lucha por la vida sin lamentarse.
Los doce curadores y otros remedios
E. Bach, 1936
La apatía total e indiferencia que se siente en un estado
Wild Rose negativo, se revierte con la toma de la esencia en entusiasmo, no desmesurado como en
Vervain, sino disfrutando de la alegría de vivir, del estar presente aquí y ahora.