En la entrevista de hoy, la frase de Jenny Firth-Cozens, "Nada te hace más fuerte que admitir tu debilidad", también me resulta muy interesante y para tener bien presente.
Todos, de una forma u otra estamos vinculados a la medicina y a los médicos, lo que para mi está claro es que son personas y que por tanto nos vamos a encontrar de todo. Aunque la profesionalidad y el buen hacer del médico sean primordiales también lo son el trato y la comunicación que establezcamos con ellos y que serán básicos para que un tratamiento y su evolución funcionen de la mejor manera.
El doctor Edward Bach que era médico, cirujano, patólogo, bacteriológo y homeópata, decidio decantarse por una medicina donde importaban más los pacientes que los síntomas de la enfermedad, ello le llevo a dejar su consulta en Londres e iniciar una labor de investigación que le condujo al descubrimiento de sus 38 remedios florales.
Jenny Firth-Cozens, psicóloga especialista en profesionales de la sanidad
¿Cómo se cura a los médicos?
Lo estoy estudiando. Investigo desde hace veinte años el estrés, las adicciones y la depresión del personal sanitario en Gran Bretaña y cómo tratarlo.
¿Es la profesión más estresada?
En Gran Bretaña, sí, y yo diría que también en Europa y EE.UU. He estudiado otros colectivos profesionales y, tras la sanidad, nuestras investigaciones apuntan a la educación como segundo sector más propenso a las depresiones y adicciones por estrés.
¿Por qué la sanidad estresa tanto?
Un factor determinante es que atiende al público, un público doliente: entre la vida y la muerte; el dolor y, a menudo, la soledad, la decrepitud... De hecho, cuando un médico sufre depresión, una posibilidad es destinarlo a un laboratorio... ¡Y mejora!
La medicina tendrá su compensación.
En EE.UU. y Gran Bretaña, el personal sanitario al menos tiene buenos sueldos...
Me temo que aquí no está tan claro. ...
Y también está el prestigio social, desde luego: espero que en España sí lo tengan.
¿Qué especialidad médica es la más estresada cuál la menos?
Los cirujanos son los más felices en todos nuestros estudios, por razones explicables: trabajan con las manos; ven los resultados relativamente pronto - ellos y sus pacientes-y los mejoran con sus años de experiencia; además, son más pragmáticos que teóricos.
¿Y en el otro extremo?
Los psiquiatras, una especialidad que requiere vocaciones sólidas. Observamos mucho desencanto entre ellos.
¿Y los médicos de familia?
Suelen compensar los déficit de su elección con las ventajas de la calidad de vida en el campo y la integración en la comunidad.
Dependerá del pueblo que les toque...
La excepción son los profesionales que ejercen en barrios conflictivos con mucha inmigración. Entre ellos, tenemos un porcentaje mayor de depresiones y adicciones.
Previsible.
No lo era tanto el factor añadido que supone la integración de los médicos de otros continentes en estos centros.
¿Por qué?
Son educados en ethos diferentes y sufren - ellos y sus nuevos colegas-cierto choque cultural. Además, es difícil homologar la calidad educativa de las facultades de países remotos, pero hoy por hoy los necesitamos.
¿Cuánto médico se droga o deprime?
O ambas cosas: en un treinta por ciento del personal sanitario - también enfermeros y enfermeras-observamos síntomas de estrés preocupantes. De ese treinta por ciento, la mitad requiere atención especializada.
Además, tienen drogas muy a mano.
O alcohol. "Eres alcohólico cuando bebes más que tu médico", bromean los británicos. Y las cifras les dan cierta razón: un diez por ciento sufre alcoholismo y un cinco acaba tan alcoholizado, que no puede ejercer.
¿Qué aconseja a un profesional que nota - o al que notan- esos síntomas?
"Recuerda que nada te hace más fuerte que admitir tu debilidad, e imita a tus colegas mujeres": las enfermeras y doctoras son mejores al enfrentarse al estrés, porque lo reconocen antes que ellos y lo explican: se expresan, se comunican, hablan y buscan ayuda.
Un superprofesional no pide ayuda.
Ese es el problema. Los médicos varones llegan a serlo tras tener éxito en sus carreras y les cuesta mucho admitir problemas y pedir atención. Además, acostumbran a ver a los enfermos como los otros, los que sufren, los débiles, los que mueren... Y reconocer que eres uno de ellos es perder tu estatus.
Me alegro de tener cada vez más señoras en la sanidad.
La modernidad nos ha traído otro factor menos favorable: la obsesión por la rentabilidad hace que sólo hospitalicemos a enfermos muy graves y así los profesionales sólo atienden a pacientes ausentes, narcotizados y no suelen ver su recuperación definitiva.
Tiempos modernos.
Los hospitales pueden acabar convertidos en fábricas de salud. Nada estimulantes.
¿Dónde y quién pone la línea roja cuando un médico se deprime, droga o bebe?
Yo les doy una segunda oportunidad y el setenta por ciento de quienes sufren problemas adictivos se rehabilita al fin. Los síntomas de adicción o depresión en quien ejerce exigen, por supuesto, separación temporal del ejercicio y, si no hay mejoría, definitiva.
¿Quién la decide?
Cada centro debe tener un pequeño consejo de tres o cuatro profesionales, con antigüedad y prestigio, que deliberen sobre esos casos y lleven a los conspicuos al Consejo General Médico para medidas disciplinarias.
Los médicos se protegen entre ellos.
Son muy corporativos, pero deben ser conscientes de que, si no imponen su propia disciplina, las alternativas son peores. Y déjeme que le apunte otro colectivo médico de riesgo para la sociedad..., los superdoctores.
¿. ..?
Son un grupo con un exceso patológico de autoestima, tanta, que acaban por asumir riesgos innecesarios en la práctica médica.
Seguro que acaban mandando mucho.
Son ambiciosos y desplazan a otros profesionales menos ególatras. Los consejos de centro deberían aislarlos y supervisarlos.
Más difícil que auxiliar a deprimidos.
Lo sé, porque copan méritos y cargos. Pero debo avisar de que existe ese grupo de supermédicos y requiere control.
Superdoctores con más ego que pericia; otros, deprimidos, alcohólicos, adictos... Podría ser un capítulo de House, pero es la realidad de la profesión: un treinta por ciento sufre alguno o todos esos problemas en Gran Bretaña, y el porcentaje no es - aprecia Jenny Firth-Cozens, autoridad mundial en salud médica- inferior en España. Ellos son la última mano a la que asirse cuando se cae - todos caeremos-en el precipicio de la enfermedad, el dolor y la muerte; pero también muchos de ellos sufren más que sus pacientes, porque son incapaces de pedir ayuda. Y esa es la lección que me llevo a casa: la fortaleza que infunde admitir tu debilidad y la debilidad que acarrea negarla.
5 comentarios:
Alivio de admitir debilidades
que dejan que afloren esas fuerzas
que son en cada uno identidad.
Un beso interesado en tus entradas
Lo malo es cuando esa última mano no sólo no existe, sino que acaba de hundirte aún más.
Ay, los super médicos... he conocido a unos cuantos. Van como dioses por la vida.
Un beso
Me parece una frase muy acertada.
Un beso
El notable que se hace transportar en un palaquín es sólo un hombre; el que lo lleva también
Proverbio chino
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